Capítulo 9 "Kayla"

5.7K 402 30
                                    


Los ojos de Sira se humedecieron ante la imagen de la estilizada rubia frente a ella, la había encontrado, lo había logrado.

Otro grito se escapó entre sus labios antes de lanzarse a sus brazos abiertos.

Kayla West, la mejor amiga de su madre y la única persona en la cual la familia de Sira confiaba ciegamente. Su casi tía. La había encontrado, aún no podía creerlo.

—Mi niña —La suave voz aterciopelada de Kayla le envió una sensación de seguridad que jamás pensó volver a sentir desde la muerte de su madre. No pudo evitar hundir su cara en su hombro, la sensación de ser liberada de un enorme peso se hizo presente al sentir su suave aroma a jazmines.

—Nos encontraste —Murmuró, sin poder creérselo. Sira tan sólo había dejado una pequeña carta con muy pocas pistas, y un lenguaje que ellas había inventado cuando eran pequeñas. Sira le habló sobre Oregón, y lo lindo que era un gran pueblo, el más grande de Oregón, lo aislado y lo bonito que era el mar allí. Luego, usando un código que sólo sabían ambas, le dijo que debía aplicar el antónimo de cada cosa que ella nombró. Y, de alguna forma, le había dejado de forma desordenada el nombre del pequeño pueblo en el cual se encontraba. Fue un maldito acertijo difícil, Sira ni siquiera podía pensar en el sentido que podría tener, o si siquiera era comprensible. Estaba demasiado apurada y asustada como para dejar una carta bien pensada, lo suficientemente difícil como para que nadie más que Kayla lo supiera y, encima, que tuviera sentido.

—Sí, no me lo hiciste fácil, niña ¿Quién era el chico que salió de aquí hecho una furia? —Kayla la tomó de los hombros y la contempló con sus sinceros ojos turquesa, sus delicadas cejas estaban arqueadas, en espera de una respuesta decente.

Sira suspiró, genial. Era momento de historias.

—Ése chico era mi... compañero, o algo así —Ella apartó su mirada de sus ojos, yendo hasta su cabello rubio suelto en sus hombros. Era una de las pocas veces que no la veía con un firme moño o una coleta, Kayla siempre parecía querer estar lo más cómoda posible, y odiaba muchísimo el tener el cabello sobre su rostro. Sira frunció el ceño al verle puesto un vestido sin mangas y floreado ¿Quién era esa mujer y qué había hecho con Kayla West— De todos modos ¿Qué es ése look?

—Es como me veo informal, Sira, además, el cabello es para tapar mi rostro por si hay una cámara o algo de camino hacia aquí... Y nadie jamás adivinaría que yo soy la mujer de vestido floreado, se llama camuflaje —Kay rodó sus ojos, para luego soltar sus hombros y mirar a su alrededor— Bonita casa... ¿Y qué es eso de un compañero?

—Compañero, ya sabes, alma gemela, dolor de trasero. Muchas pulgas, demasiada testosterona ¡Lobos, Kayla! —Sira rodó sus ojos cuando la imagen de su compañero apareció en su mente, sobre todo cuando su corazón se estrujó con necesidad en su pecho, y su estómago dio un giro. No se iba a arrepentir por patear su trasero fuera por idiota.

—Ay, Jesús ¿Dejaste que vea a Alix? ¿Cómo lo convenciste que no es...? —El silencio y el gesto intranquilo en ella hicieron que Kayla se callara antes de terminar la pregunta— Lo tienes escondido ¿No?

—Sep. —Murmuró Sira, dando unos pasos hacia uno de los sillones y dejándose caer en ellos de forma casi despreocupada. Era casi sarcástico comportarse así, sobre todo cuando su interior estaba completamente revuelto por los nervios y el miedo— Los vecinos son tipazos. Deberías conocerlos.

Una risa salió entre los labios de ella antes de poderlo evitarlo, Jesús, todo era tan random.

—¡No es gracioso, Sira! Es tu hermano —Kayla se paró frente a ella, con su metro sesenta en todo su esplendor. Era la guardiana más pequeña de su camada, y la más letal. Los guardianes eran criaturas que frecuentaban muchísimo a las ninfas, tenían un pequeño sentido de la protección que hacía que se apegaran a criaturas más "débiles". Según los ancianos, los guardianes eran descendientes de hijos de la hija no reconocida por Zeus, la cual había caminado por la tierra hace casi mil años en forma pseudo-humana. Sí, loco, pero había muchas posibilidades que sea cierto— Sira, necesito que me digas qué hiciste, sino no podré salvar tu trasero.

Sweet DecadenceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora