Sira suspiró, sentía su cuerpo terriblemente sensible el último tiempo, al nivel de que el mínimo roce de su ropa contra su piel se volvía un puto infierno. Había estado intentando ignorar a Kaled de formas tan burdas y absurdas que la gente a su alrededor no podía evitar lanzar carcajadas a cada segundo. Lucy era la peor, ella no paraba de reír cada vez que veía como Sira se estremecía al ver a Kaled, como su cuerpo temblaba cuando él se acercaba.
Joder, si ella lo viera de afuera, probablemente también se reiría. Era cómico, no podía negarlo. Ella literalmente salía corriendo de cada habitación a la que él entrara, y Kaled solo se quedaba viendo, riéndose.
Pero, no todo en su última semana eran risas y lujuria. Melia seguía rondando en su vida, y su última aventura había sido el tocar la puerta de su casa, presentarse y revisar todo su hogar, con la excusa de querer saber dónde vivía su nieta. Sira, por otro lado, sabía muy bien que lo que Melia quería en realidad era ver a Alix, saber si se encontraba con ella. Por suerte, nuevamente Alix se encontraba con Meghan y Sean, aunque ahora todo era diferente, Kayla y Sira lo veían todo el tiempo, y el pequeño solo se encontraba allí cuando había peligro de ser vistos por Melia o alguno de sus fisgones.
No podía creer que Melia siguiera con la idea de que Sira se fuera a vivir con ella, era tan descabellado que dolía. Sira no pensaba pisar el asqueroso reino de aquella mujer, mucho menos permitir ser vista por alguien del comité. Parecía que su abuela no podía entender la realidad de Sira, o simplemente no le importaba.
Ahora, se encontraba en clases, junto al pulgoso culo pelirrojo Dylan, intentando no perder la cabeza por la aguda voz de su profesora de matemáticas. Joder, no deberían permitir que esa mujer diera clases ¿Cómo podían soportarla los demás? Sira no llevaba más de media hora allí y ya se había imaginado más de veinte escenarios donde su profesora terminaba sin voz. Escenas muy sangrientas.
Cuando la campana sonó, su brazo fue atrapado por la mano del pelirrojo, Sira gritó de dolor ¿No había mencionado aquello? Le dolía el tacto de otros licántropos hombres, al parecer era una forma de asegurarse que ella solo se acostara con el lobito correcto. La naturaleza podía ser verdaderamente una perra.
—¿Qué diablos te sucede, Sira? —Dylan la soltó casi tan rápido como el grito desgarró la garganta de la híbrida. El pobre la observaba confundido, casi asustado, con sus ojos ampliamente abiertos— ¿Tú no...?
Sira asintió, recogiendo su cabello y dejando a la vista el enorme moretón que tenía en su cuello. Sí, la marca era pequeña originalmente, pero con el correr de los días había comenzado a hincharse y amoratarse, hasta ser una enorme mancha violeta en su cuello, la cual dolía como los mil demonios cada vez que la tocaba. Suspiró y dejó caer los esposos mechones de nuevo en su lugar, arqueando las cejas al ver la expresión de Dylan.
—Es un hijo de puta ¿Te marcó? —parloteó, pasando sus manos por el bonito y bastante largo cabello rojo. Dylan parecía ser del tipo que no visitaba muy frecuentemente al peluquero, lo cual le daba un bonito look desalineado. Lástima que ella ya estaba reclamada ¿Cierto?— ¡No puede hacer eso!
—No te molestes en indignarte, yo lo hice por toda la semana en nombre de cada uno de mis amigos y familiares —El tono cansado de Sira no pasó desapercibido. Dylan se acercó hacia ella hasta casi estar pegado, sin tocarla, pero su calor envolviéndola de forma insoportable. Joder, Sira tenía demasiado calor sin su presencia, no necesitaba que hiciera la cosa del hombre estufa ahora mismo. Se alejó unos pasos— Aleja tu maldito calor corporal de mi cuerpo.
—Tú eres la estufa, Sira ¿Qué tan avanzado está...? Oh, tu semana de indignación —Dylan bajó su mirada, entendiendo lo que la híbrida decía. Era bastante lento para ser el cerebro de su banca. En serio ¿Por qué Sira dejaba que él le pasara la tarea?— Sabes que vas a tener que ceder ¿No?
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Sweet Decadence
WerewolfPara un licántropo, el imprimarse de un humano es todo problema, pero ¿De una Ninfa? Diablos, Kaled Cox jamás imaginó que su compañera sería Sira, la bella morena asustadiza que se deslizó tan rápido en su pueblo y vida que jamás la vio venir. Él ja...