—Luce Maddison Cox ¡Trae tu maldito trasero aquí! ¡YA! —Sira perseguía a Lucy hacía alrededor de cinco días, sin descanso alguno, intentando que la pequeña licántropo siquiera volteara a verla y le dirigiera la palabra. Pero Lucy era una cosa chiquita, adorable y escurridiza como el carajo. Era imposible encontrarla, o bueno, casi lo era.
La había encontrado en el estacionamiento, cerca de las mesas que también pertenecían a la cafetería, recostada sobre un árbol. Se había sorprendido al encontrarla allí, sola, con sus ojos cerrados y el cabello atado en una coleta descuidada, con su rostro empapado de lágrimas negras, gracias a la máscara de pestañas corrida.
Cuando Sira la llamó, Lucy salió corriendo casi al instante, levantándose tan rápido que la hizo compadecerse su compañero. Si ella, siendo tan sólo su amiga, la espantaba así, no se quería imaginar cómo sería con los demás.
Cómo sea, luego de eso ellas habían estado corriendo por los pasillos del instituto, los cuales se encontraban vacíos porque, la gente normal, se encontraba en clases. Ni ella, ni Sira, eran normales. Además ésta última usaba como excusa el perseguir a la rubia para faltar a las clases de biología. Inteligente ¿No?
Ahora, Lucy se encontraba frente a ella, en el baño de chicas, retrocediendo lentamente, mientras Sira la acechaba, sin vergüenza alguna.
—¡Tú! —gritó, completamente agitada por correrla durante tanto tiempo— Vas a decirme ya mismo por qué escapas de mí ¡Ahora!
Los ojos avellana de Lucy se abrieron ampliamente al notar que no tenía escapatoria. Suspirando, llevó sus manos a la tirante coleta que sostenía su cabello, y lo soltó con una expresión de alivio.
—No me escapo de ti, idiota, me escapo de mi hermano —murmuró, caminando alrededor de ella para acercarse a los lavados y sentarse sobre éste— Ésa cosa del vínculo que tienen, me asusta. Kal me contó lo que sucedió el otro día... y temo que él sepa todo lo que tú.
—Oh, por Dios, no nos leemos las mentes. Eso sería raro —Sira rodó sus ojos, pensando en cómo reaccionaría Kal si supiera lo que ella pensaba sobre él. Obviamente, ella estaría enterrada ocho metros bajo tierra, sobre todo cuando se burlaba en secreto. Sí, si ella seguía viva, entonces Kal no leía mentes, al menos por ahora— Estaría muerta.
—¡Eso mismo pensé yo! —Exclamó Lucy, lanzando sus manos hacia arriba— ¡Tú no seguirías viva si él supiera lo que piensas! Pero Kal no dice lo mismo, según él, su conexión es "extra-especial"— Lucy hizo comillas con sus dedos y achinó sus ojos, irritada— Jesús, consigo una amiga decente ¿Y qué hace él? ¡La vuelve su mejor amiga! Y luego vienes tú, otra decente ¿Y qué hace él nuevamente? ¡La vuelve la puta Luna de la manada!
—Así que Mila es tu amiga —Murmuró Sira, burlona, arqueando una ceja hacia ella— pero dejaste que el huracán Kal jodiera su vida.
—Oh, ni yo, ni nadie puede parar el huracán Kal, deberías saberlo —Lucy la miró fijamente desde su cómoda posición, acomodando su cabello para que cayera libremente por sus hombros, como siempre solía hacerlo— Cómo sea, tú no quieres hablar sobre Kal ¿Qué quieres saber, Sir?
—¿Por qué Elliot te miraba como perro en celo? —Sira decidió no darle vueltas al asunto, si había algo que le gustaba de Lucy, era lo directa que podía ser la chica. Por lo cual, ella decidió imitarla— Ya sabes, gruñó en silencio y todo, si mi culo no hubiera estado tan cerca de Kal, él lo habría notado.
Lucy cerró sus ojos, apoyando su espalda contra el espejo a sus espaldas.
—Oh, él es tan obvio —Murmuró Lucy por lo bajo, molesta— Es mi compañero. Y le tiene terror a Kal, no del tipo que tú le tienes, sino como terror del bueno. Él es el puto Beta de la manada, Sir, se supone que no debería meterse con la hija del alfa... Se supone que mi compañero sería un alfa de otra manada, ya sabes, para establecer vínculos y eso. Se ha hecho siempre, y la Diosa Luna siempre se ha ocupado que sucediera.
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Sweet Decadence
WerewolfPara un licántropo, el imprimarse de un humano es todo problema, pero ¿De una Ninfa? Diablos, Kaled Cox jamás imaginó que su compañera sería Sira, la bella morena asustadiza que se deslizó tan rápido en su pueblo y vida que jamás la vio venir. Él ja...