Capitulo 2

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Cuando llegaba cansada a casa normalmente Perrie se aprovechaba y me preparaba comida, en ocasiones me daba masajes o simplemente tomábamos hasta más no poder un vino de aquellos que habían dejado mis padres.

-¿Qué me tienes planeado para hoy?- Pregunté tirándome en el sofá

Ella no me respondió, solo apartó su saco y desabotonó un poco su camisa, se acomodó frente a mí y me fue quitando mis zapatos empezando con un suave masaje en mis pies. La sensación era tan deliciosa que creo que mis ronroneos se podían escuchar en toda la casa, me miraba atenta, me sonreía y dejaba que sus dedos hicieran presión.

-Puedes relajarte, Jade- Susurraba con suavidad

-Te estás aprovechando- La miré y ella sonrió, esta rubia definitivamente me terminaría matando algún día.

Había dejado de masajearme y se puso sobre mí dejando una distancia prudente, sin embargo eso no evitaba que nuestras respiraciones chocaran -Debo aprovechar cada vez que bajes la guardia, cariño- Susurró pegada en mi cuello.

Se sentó un momento en mis piernas y con facilidad y rapidez quitó su camisa, involuntariamente reí al recordar que esa misma camisa la llevaba el día en que la conocí. Admiré un momento su abdomen, pasé por la cicatriz que estaba en su vientre y subí hasta su pecho, era una mujer tan bien hecha que no podía evitar admirarla en todos los aspectos con la mirada.

-¿De qué te ríes?

-Recordando cosas- Dije guiñándole el ojo

Ella me siguió la risa y casi al instante ya me estaba besando, dejando que sus manos frías hicieran erizar todo mi cuerpo al pasarlas por debajo de mi blusa, mordisqueaba mi oreja mientras desabotonaba mi prenda, su lentitud me pareció desesperante así que ya sin haberlo pensado, mi torso casi desnudo se rozaba con el de ella y mis manos buscaban los botones de su jean.

Al separar nuestro beso y respirar agitadamente también buscó mi pantalón y lo desabrochó con rapidez, a pesar de que estaba fatigada, la excitación predominaba mi cuerpo y al minuto ya ambas estábamos semidesnudas esta vez en mi cuarto.

-No pues doctora, quien la viera- La miré alzando mis cejas y me perdí en sus ojos azules por un momento, eran tan hermosos que cualquier persona se quedaría hipnotizada con solo verla.

Sentí su risa en mi cuello, sus manos se alargaron más y ya estaba desnuda ante ella y el frío. Se acercó y besó mis labios evitando un aullar por mi parte, cuando decidió que sus dedos jugaran dentro de mi cuerpo.

Los movimientos de la rubia eran suaves y lentos, ya el dolor lo habían opacado sensaciones como la pasión y la lujuria, sentía que toda la casa podía escuchar nuestros gemidos y al llegar por fin, los gemidos pasaron a ser jadeos tratando de recuperar el oxígeno faltante, acompañados por caricias.

Yo reposaba en su pecho mientras mis dedos acariciaban la orilla de sus senos, subía por sus clavículas y pasaba el contorno de su cintura, en ocasiones le hacían cosquillas mis caricias y yo le sonreía.

-¿Sabes que amaría quedarme contigo así?- Susurró de repente

Yo no hablé, solo asentí, el cansancio ahora si me consumía. Cuando el sueño había llegado, su suave voz volvió a irrumpir mis oídos.

-¿Cómo fue tu primera vez?- Mordisqueaba mi oreja con suavidad mientras sus dedos seguían con el mismo movimiento circular en la parte baja de mi espalda

-Lo más adolescente que podrías imaginar- Respondí

Ella sonrió- Cuéntame

Me acomodé y apoyé con cuidado mi barbilla en su pecho viéndola a los ojos- Fue con mi primer novio, como a los 18, en una casa de campo a la que nos fuimos con mi hermano y mis padres, nos escapamos y mientras bebíamos nos decíamos cursilerías- Me reí al transportarme por un momento a aquel día - Antes de llegar al límite de la borrachera nos empezamos a besar, las caricias y cosas así, pero créeme que todo el alcohol que cargaba se salió mi organismo en el momento de la unión- Volví a reír- ¡Creí que dolía menos por Dios! al día siguiente mi abuela nos buscaba por todas partes pero Karl nos abrió la puerta de atrás y pudimos simular dormir.

Perrie se reía bajito y yo le correspondí la pregunta al terminar

-Pues, para toda mujer se supone que la primera vez tiene muchísima importancia ¿No es así?- Me miró con un gesto que consideré chistoso- La mía fue cuando tenía 18 igual, un día antes de mi graduación, también bebimos como locos y no sé como pero amanecí con mi mejor amigo en un motel, dormí tanto que de a poco llego tarde a mi graduación con una resaca insoportable. Y sí, el ejemplo de doctora llegó media ebria a su graduación- Reí y acaricié su mejilla para así besar con mucha suavidad sus labios, un roce suplementario dejándome elevar por unos momentos a su causa. Me volví a acomodar en su pecho esta vez dispuesta a dormir y así fue.

Al despertar Perrie no estaba, lo cual era normal ya que siempre le tocaba turno temprano, revisé mi celular y caminé en puntitas hacia el baño, luego de una ducha relajante organicé mi cuarto, una cualidad que afortunadamente tenía era el orden. Todo mi día fue como de rutina, compré unas cosas para comer, pagué los servicios, aproveché y pasé por el hospital a ver cómo iban las cosas antes de mi turno

-Llegas temprano- Me comentó Mark seriamente, pero casi al instante se volvió en risa- ¿Cómo estás mí querida sobrina? ¿Qué haces por acá?

-Estaba de paso y quise ver que hacían- Le di una mirada a la recepción y estaba más llena que lo normal, me preocupé, el leyendo mis pensamientos pasó de una cara sonriente a serio

-Hubo una intoxicación en un colegio cercano- Se aclaró la garganta y continuó- Hay 20 niños en emergencias y los que están acá que son 15

-¿Puedo ayudar en algo?- Dije en voz baja

-Después de lo que pasó no quiero que vuelvas a entrar en una sala de emergencias...

-Yo estudié para esto, Mark, además, no puedes comparar aquello con esto-Respondí tratando de mantener la calma

Se estaba estresando, pasaba sus manos por su cabello y me evitaba la mirada, le tomé la cara y lo obligué a mirarme -Puedo atenderlos, voy por mi uniforme-Estaba al borde de explotar así que no protestó, busqué mi bata y todos mis implementos de trabajo.

Sentía que las horas pasaban rápido y también la sala de espera se vaciaba rápido, miré mi reloj y suspiré 11:00 PM, me fui a mi oficina y me dejé caer en el cómodo sillón.

-Que valiente de tu parte- Me felicitó Perrie, se le veía casi o más cansada que yo- Pensaba que nunca más te vería con ese lindo uniforme- Sus ojos azules echaron chispas recorriendo con malicia mi cuerpo

-Odio que Mark no crea en mí- Susurré

-Lo que pasaste es muy duro, cariño, entiéndelo un poco- Se sentó junto a mí y me daba golpecitos en mi muslo

-Puedo superarlo; ya lo superé ¡él me obligó a irme de vacaciones maldita sea!- Mis mejillas empezaban a arder, me levanté y tomé un vaso de agua con rapidez

-¿Te llevo a casa?- Preguntó con amabilidad, viéndome fijamente, como analizando mi próxima reacción

-Caminaré- Respondí tomando mi bolso

-Son las 11 de la noche, Jade

Yo la ignoré y salí de mi oficina, ella me detuvo tomando mi mano pero me solté al instante, salí y empecé a caminar hacia mi casa. La noche estaba fría y desolada, por unos momentos sentí miedo y complementándolo mis lágrimas empezaron a caer, me odiaba por sentirme tan estúpida y vulnerable, era digno de una idiota sentirse de tal manera por algo que paso hace tantos años.

-¡Que estúpida soy!- Exclamé en repetidas ocasiones

-Que sorpresa...- Murmuró una voz conocida

Amantes en práctica, Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora