Capitulo 5

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-¿Cuantos años tenía ella? ¿16? ¿18?- Seguía con la misma gracia, no se rió, solamente tomó de un trago su vino

- Ven bailemos- Me invitó, yo no me negué, seguía con una sonrisa y ella con su seriedad encantadora

-No se bailar tango- Le susurré cerca de su oído percatándome de que nadie me viera.

-No mientas- Dijo roncamente dándome esa mirada azulada.

Una de las cosas que mi madre me obligó a hacer es estar en una escuela de baile, hasta mis 14 el tango fue una de mis especialidades. Antes de empezar a movernos ella se acomodó un poco el vestido, dejándome ver más piel de lo que debía, me estremecí al instante.

Era un baile extremadamente sensual y su mirada no se perdía de la mía, sentí como se movía con tal encanto para hacerme arrepentir de haber hablado con el otro chico. Hacía calor y todo estaba en un ambiente romántico para todos aquellos amantes, Perrie hizo el típico movimiento en el que me arqueaba y ella me perseguía con la mirada por todo mi cuello, yo le sonreí. Cuando por fin terminó el baile casi todos se fueron, habíamos dado un espectáculo el cual yo me arrepentí poco después.

-Qué lindo bailas- Me comentó Jed sentándose al lado mío

-Pues gracias- Respondí

-¿Ella es tu novia?- Vio a Perrie percatándome a quien se refería

Negué con la cabeza y suspiró aparentemente aliviado- ¿Y tú?, ¿Viniste solo?- También negó y se limitó a sonreír

-A este tipo de eventos no es conveniente traer un acompañante formal a menos que sea tu esposa- Yo le di la razón.

-¿Te llevo?- Preguntó Perrie frunciendo el ceño al ver a Jed

-¿Ya te vas?

Ella asintió e insistió con su pregunta como si estuviese desesperada- Vine en mi auto, gracias- Respondí con fingida amabilidad, no era tan difícil ver que había apretado la mandíbula y se había tensado, yo le pedí al muchacho que nos dejara un momento a solas, obedeció sin protestar.

-No me hagas una escena de celos ahora- Le susurré acercándome a su mejilla y mordiéndole la oreja, ella suspiró pesadamente-Nos vemos mañana, amor mío.

Aprovechó y me dejó un beso en los labios, me dejé llevar por su tacto y pasé mis manos por su nuca acariciándola, se separó para luego sonreírme, hice lo mismo hasta que encendió su auto y se fue. Entré me despedí de Jed y me fui a mi casa, los tacones ya me cansaban.

En la mañana siguiente revisé mi correo, ya habían mandado los requisitos para la entrevista, imprimí el formulario y lo llené al instante, Perrie venía o al menos eso decía el mensaje de hace 2 minutos, me daba tiempo de una ducha rápida.

Era un lindo sábado y ella estaba libre, normalmente casi no la pasábamos en casa cuando tenía días libres. Me puse unos vaqueros, una blusa ligera y tenis, algo sencillo. Sonó el timbre y yo aún no me había peinado, lo primero que le vi fue su sonrisa, se la devolví al instante, era tan radiante y contagiosa que cualquiera se podría cautivar por esos dientes blancos y ojos abrazadores.

-Buenos días- Me besó las mejillas y pasó- Te queda el cabello alborotado, Jadey

Yo analicé la manera tan despreocupada que estaba vestida, unos vaqueros negros bastantes ceñidos a sus piernas, una blusa blanca que dejaba ver sus hombros y tacones informales.

Me tomó por la cintura y me besó largamente, no habíamos tocado el tema de la fiesta afortunadamente, hoy se le veía feliz y hacía un lindo día, no quería que se arruinara.

Amantes en práctica, Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora