-¿De qué estás hablando, Perrie?-Pregunté levantándome de la cama confundida- Mi primer beso lo recuerdo bien- Ella hizo lo mismo, levantándose un poco sin dejar de verme y se acercó a mí- Fue en...
-La plaza de las luces- Me interrumpió sonriente
Yo me quedé impresionada, ella había acertado y casi sin notarlo mi cuerpo había empezado a temblar- ¡¿Pero cómo?!- Me forcé a decir- Ella se llamaba...
-Louise- Dijimos al mismo tiempo –Mi segundo nombre
Era difícil afrontar esto. Me tomé un momento para hacer memoria, nos llevamos 5 años o sea que yo tenía 10, si recuerdo un niña que iba con Mark a casa de mis padres, pero nunca la relacioné con Perrie.
-¿Sigues sin creerme?- Preguntó entre carcajadas- Te mostraré algo- Buscó su cartera y sacó una foto, que estaba en su billetera; la tomé y la analicé, eran dos niñas abrazadas y una de esas era yo y la otra era una joven de cabellos de oro y ojos del color del mar.
-¿Por qué no me lo dijiste?-Pregunté en un hilo de voz
-Porque cuando te volví a ver hace casi 3 años tampoco te reconocí, es decir, te relacionaba con aquella niña pero no tenía seguridad. Le pregunté a Mark y me dio la razón, por eso me acerqué y estamos en las que estamos- Dijo Perrie sin apartar esa sonrisa de ensueño
Me senté tratando de asimilar la situación, la miré y ahí estaba: La niña por la que tanto sufrí luego de que se fuera sin decir nada, la que me dio mi primer beso, la que me llevaba a pasear por las tardes, la que me ayudaba con mis tareas, la que me inspiró a estudiar medicina, mi escape cuando no sentía amor alguno.
Mis lágrimas caían con rapidez
-¿Por qué te fuiste?- Cuando ella se dio cuenta de mi sollozo se arrodilló frente a mí y secaba mis lágrimas
-No hay prisa por hablar de eso- Susurró abrazándome
-Contéstame, por favor- Le pedí, haciendo que ella suspirara pesadamente
-A mi padre lo habían transferido, le tocó irse a trabajar a otra parte. Iba a despedirme pero tenían demasiada prisa- Su tono de voz iba bajando- Luego, cuando volví fue para las vueltas de la universidad, quería verte pero tampoco se pudo
-¿Por qué?- Le interrumpí
-Mark no estaba de acuerdo con la vida amorosa mientras yo estudiaba, él bien sabía mi situación de que me gustaban las chicas, de que me gustabas tú, entonces me pidió que no me acercara. Luego cuando me gradué volví y te vi- Sus ojos le brillaban y yo le sonreí-Estabas más bella que nunca, Jade, y más mujer, mi pequeña mujercita herida- Susurró acariciándome la mejilla con suavidad- Había decidido nunca más separarme de ti y luego llegaron las catástrofes- Continuó tristemente- Nunca me había dolido tanto el dolor de otra persona, como el tuyo, que tuviste que afrontar tantas cosas.
-No sigas- Le susurré abrazándole. Yo lloraba sin piedad alguna, ella se limitaba a acariciar mi espalda y a veces me daba golpecitos para tratar de calmarme, me hablaba al oído diciéndome algún poema hasta que me calmara, nos recostamos y nos quedamos dormidas.
Cuando desperté el crepúsculo se veía hermoso, una combinación de rosado y tonalidades de naranja. Perrie descansaba junto a mí, pacifica al dormir como siempre. Le acariciaba los cabellos que le caían por la cara y besaba sus mejillas.
Ella despertándose, hizo lo mismo, empezó a besarme dejándome abajo, poco a poco nuestras prendas abandonaban nuestros cuerpos, no pensaba en nada, solo en aquella mujer, la pasión nos había dominado y como una canción lenta se movían nuestros labios. Mis dedos se perdían en sus cabellos y mi cuerpo en sus caricias, no sentía posesión de mí, estaba entregada y sin dejar de besarme nuestros cuerpos se unieron en un suave movimiento, y así seguimos, con sensualidad, lentitud y ternura.