Habían pasado exactamente tres días luego del extraño capitulo con Perrie, para mi suerte Harry no había preguntado sobre el lazo de la rubia y yo, pero ya no me besaba ni me abrazaba.
Casi ya no se veían las marcas en mis muñecas aun así las tenía vendadas. Mark había estado al pendiente mío, y yo le comenté todo lo que había pasado ese día y poco después habló con Perrie.
Pero la anterior nombrada no me había hablado en todo este tiempo, y yo ansiaba hablar con ella, preguntarle los porqués de su actitud, de su ceguera; pero si le seguía esperando ese momento nunca llegaría. Perrie solo se ponía así de apartada cuando tenía un problema consigo misma y nunca toma la iniciativa para nada, como un vacío dentro de ella.
Estaba en la puerta de su apartamento buscando alguna pizca de valor dentro de mí para hablarle, podía optar por abrir su puerta con la llave que me había dado o tocar, opté por la primera opción. Todo estaba oscuro, y solo se veían las luces rosadas a través de las cortinas a causa del atardecer. Atrevidamente pasé y levanté las copas que estaban tiradas en el piso, dejé mi bolso en el sillón y me dispuse a caminar por el pasillo que en este momento me parecía largo. Respiré hondo antes de abrir la puerta de su habitación.
-Pensé que no volverías a usar la llave- Me dijo de entrada haciéndome erizar con su voz extremadamente ronca
La vi y me quedé petrificada con la obra de arte que estaba frente a mis ojos, Perrie estaba recostada en el sillón de su cuarto, al lado de la ventana, el crepúsculo la pintaba de un color rosado con una combinación de naranja, llevaba una camisa de tiras, unos pantalones pegados negros, llevaba medias y tenía el cabello despeinado. A su lado, en la mesita de noche reposaba un vaso lleno de ¿Licor?
Yo pasé y me senté en la cama frente a ella, pero no me veía a los ojos, solo se perdía en el cielo que dentro de poco se convertiría en una capa negra dejándonos en medio de la penumbra. Achiné mis ojos y pude ver que los de ella estaban muy rojos, había llorado por muchísimas horas, se le notaba.
-Solo vine por unas preguntas, no me quedaré por mucho- Comenté, ella asintió- ¿Eras tú esa noche?- No lo pensé pero mi voz sonó dolida, y al escucharla ella cerró los ojos como si le hubiese enterrado un puñal
-No lo sé, Jade- Susurró- Todo lo que te dije es verdad, tú lo sabes- Respiró profundo- Pero mi cuerpo actuó de manera insensata, a pesar de que me decías que te dolía yo seguía y no entiendo por qué
Me quité las vendas y ahí volteó, inmediatamente se arrodilló frente a mí y tomó mis brazos como si fueran dos cristales que si los dejaba caer se quebrarían, sus ojos azules me miraban dolidos y su actitud era en total sumisión.
-¿Qué te dijo Mark?- Pregunté esta vez con más firmeza
-Que si no podría ser capaz de controlar mis emociones me fuera de tu lado- Dijo como si todo lo tuviese mecanizado, su vista no se alejaba de mis muñecas y yo estaba asustada por su comportamiento
-Pez, mírame- Le pedí, ella negó y yo le insistí, cuando levantó la mirada me perdí en esos ojos tristes y arrepentidos, debajo de sus parpados unas ojeras que yo nunca le había visto
-Te herí, Jade, y si ese tipo no hubiese llegado yo no sé qué te hubiese hecho, no era yo en ese momento, no estaba en mis cinco sentidos- Decía sin yo haberle pedido nada, sus ojos nuevamente se fueron hasta mis muñecas- ¿Aún duele?- Preguntó, yo negué con mi cabeza, entonces pasó la yema de sus dedos con cuidado sobre lo que antes eran unas uñas marcadas con un color purpura intenso, pero ahora solo unas pequeñas marcas que se quitarían dentro de un par de días- No te merezco- Sus lágrimas cayeron sobre mis brazos y yo sentí una punzada en mi estómago que de lo nerviosa que estaba me daban ganas de vomitar