Capitulo 30

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Penúltimo capitulo.

Me disculpo por la tardanza, me tuve que trasladar de ciudad y recién empecé la universidad, entonces algunos entenderán. Vuelvo a invitarlos a que se pasen por las demás historias, en especial por "presas de la obsesión" que como saben pues es nueva y apreciaría que le dieran amor.

Gracias por leer.

Paula

Faltaban muy poco para la boda y Jade se mostraba nerviosa, distraída; me sentía sumamente preocupada por su bienestar ¿Se estaría arrepintiendo? No, Jade no es así, no rompería mi corazón de esa manera. Cuando le preguntaba que pasaba se limitaba a responderme con unas sonrisas y en ocasiones ignoraba mi pregunta.

-¿Cariño?- Pregunté poniéndole el café al frente y acariciando su mejilla- ¿Qué pasa?- Traté de hablarle lo más dulcemente posible y ella se aferró al tacto de mi mano.

-No lo sé, Perrie- Soltó un suspiro y bebió un poco de su café

No quise seguir preguntando así que fui al trabajo y me limité a cumplir con mi deber como siempre.

Ya casi terminaba la jornada y me asusté cuando Leigh entró a mi consultorio con una cara realmente preocupada, sabía a lo que venía

-¿Qué le pasa a Jade?- Preguntó de entrada

-Créeme que no lo sé, está distraída todo el tiempo, parece que algo le afectara pero que ni ella misma pudiera reconocerlo.

Leigh asintió. Hablamos un poco más y mi teléfono sonó anunciando un mensaje.

"Necesito ir contigo a un lugar, por favor"

El mensaje me dejó helada, en especial porque mi prometida era la remitente.

-¿Pasó algo?- Preguntó la morena algo asustada

-No, no es nada- Dije recogiendo mis cosas- ¿Puedes cubrirme los turnos que faltan? Solo son dos o tres pacientes- Leigh asintió y yo besé su frente para luego salir

Eran a eso de las cuatro de la tarde, pero el día estaba nublado, como mi situación con Jade

¿Me terminaría?

Mis ojos quemaban al imaginarme esa situación, yo no puedo estar lejos de ella, la amo demasiado como para permitir que eso pase.

¿Por qué querría ella salir un día nublado? Jade era un sol, estos días y ella no se relacionaban para nada. Me senté en las bancas de al frente de los consultorios, tenía mi auto allí pero Jade quería salir y yo no le podría decir que no.

Luego de unos minutos apareció su auto frente a mí, y yo le sonreí de medio lado antes de entrar, me acerqué besé su mejilla y ella me sonrió levemente.

-¿A dónde iremos?- Pregunté tratando de sonar lo más emocionada posible

-Ya lo verás- Se limitó a decir

-¿Me vas a terminar?- Pregunté en un murmullo ya rendida por lo frío de su actitud

La morena no contestó, pero noté como se erguía en el asiento del conductor y apretaba aún más el timón. Jade manejaba nerviosa, tenía frío porque podía escuchar el sonido molesto de sus dientes; sin darme cuenta salimos de la ciudad luego de veinte minutos de recorrido haciéndome esta vez a mí ponerme nerviosa y mirarla de reojo, pero ella estaba concentrada en el camino, sus ojos veían los demás autos y hacía únicamente lo necesario.

Me extrañé aún más cuando ella aparcó en el cementerio y tomó un gran respiro antes de bajarse, yo hice lo mismo ¿Qué hacíamos en el cementerio? Lo curioso es que ella no iba como tal al cementerio, caminamos más adelante por todo el campo, habían muchas flores, el día seguía nublado y su claridad era precaria, la luz de la carretera era la que apoyaba la luz del día que ahora estaba acabando.

Amantes en práctica, Jerrie ThirlwardsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora