Capítulo 6 - Maldiciones y brujería

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Aija puso sus manos sobre su boca y cayó de rodillas al suelo. Lo más que había temido en su vida había ocurrido. La culpa inundaba su cuerpo, arrepentimientos y emociones nefastas se disparcian por sus venas haciendo que sus lágrimas bajaran sin permiso.

Emilia la miró sintiendo tristeza, al igual que su amiga la desesperación la inundaba pero sabía esconder sus sentimientos a la perfección, años de práctica y desilusión convertían su rostro en una máscara, una copia barata de la Mona lisa, pero que muchos llegaban a creer.

La vampira se arrodillo al frente de su amiga y la abrazó.

— ¡Es culpa mía!

— No es tú culpa Aija, quizás fue a dar un paseo, aliviar su mente, estoy segura que pronto volverla. — Emilia rozaba el largo cabello carmesí de su amiga para calmarla pero ella seguía sollozando, muy dolida.

— ¿Te sentirías mejor si damos una vuelta por la ciudad para buscarla?

La pelirroja asintió y la vampira la ayudó a ponerse de pie, — Vamos. — Anunció ella.

— ¿Por qué crees que son cazadores?— Aija preguntó luego de largo rato de estar en silencio.

Habían buscado por toda la ciudad alguna pista, algún perfume u olor distintivo de la niña pero no habían encontrado nada. Ahora se encontraban de regreso a su casa con las manos llenas de dolor y preocupación.

— Vamos a decir que he tenido una noche...interesante. — Emilia contestó.

Aija la observó, esperando por tra contestación y ella suspiró.

— Una rubia, cazadora, trató de atacarme. — La vampira mencionó.

La ex bruja frunció el ceño en confusión, todavía pensaba que era imposible que los cazadores pudieran haber sobrevivido.

— Aija, ¿Por qué no haces un hechizo rastreador?— Emilia le preguntó a la pelirroja parando su caminar por un instante y ella le dio una mirada fulminante.

— ¿Serás idiota o te haces?— La mujer le contestó muy irritada.

Emilia le devolvió la mirada, estaba buscando maneras para encontrar a Lydia pero las actitudes de su amiga muchas veces le asteaban.

— Mis poderes no trabajan igual, ¡Ya que no soy una bruja y soy un maldito vampiro por tu culpa! — Aija le espetó molesta.

— Regresemos a la casa a ver qué podemos hacer... — Emilia sugirió con un tono sarcástico y Aija apresuró su paso.

Una vez dentro de la casa, Emilia escuchó un movimiento detrás de ellas y las dos se voltearon cuidadosamente.

Parada en el centro de la sala se encontraba Lydia, gruñendo con su boca llena de sangre y sus colmillos largos y visibles. Su traje blanco estaba arruinado por el líquido carmesí que le goteaba de su boca y sus ojos estaban completamente negros con unas extrañas arrugas a su alrededor, parecía un demonio acabado de salir de los más profundo del infierno.

— ¿Lydia?— Aija preguntó con voz temblorosa.

La niña corrió, al instante dio un salto para abalanzársele encima de la pelirroja pero Emilia la empujo del medio y tomó a Lydia por la cintura, tirándose al suelo con ella.

Pero tan pronto las manos de la vampira hicieron contacto con la piel de Lydia, esta empezó a chillar.

— ¡Emilia! — Aija gritó aterrada al ver a su amiga rodar por el piso con sus manos en la cabeza como si se la quisiera arrancar mientras gritaba de la agonía.

Las dos caras de Emilia (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora