— ¡No!
Un grito desgarrador inundo la noche haciendo que una luz púrpura acompañada de niebla apareciera y revelará a cuatro individuos en la arena.
— ¡No!
La misma voz gritó de nuevo tratando de zafarse del muchacho que la tenía fuertemente sujetada.
— ¡Lydia!— La vampira se zafó de los brazos de Ezio y corrió hasta al lado de la niña que estaba tirada en la arena a unos metros de ella.
— ¿Ezio?— Una voz de mujer preguntó confundida al presenciar la escena ante sus ojos.
El vampiro se volteó y alivio alumbró su rostro al ver un rostro conocido, María.
— María, Quinn y Lydia necesitan ayuda. — Ezio le indicó agitado mientras se ponía de pie para acercarse a la bruja.
— ¿Qué ha pasado?— Preguntó de nuevo la bruja isleña, preocupación reflejándose en su voz.
— ¡No hay tiempo para explicar, es urgente!— El vampiro le dejó claro y la muchacha rápidamente asintió haciéndose un lado para mostrarles el camino.
Ezio se acercó a Emilia para ayudarla con Lydia pero la vampira siseó dejándole ver sus largos colmillos para que no se acercara.
― Emilia, María va ayudarla pero necesito que me dejes cargar a la niña, por favor.― El muchacho pidió, acercándose poco a poco con sus brazos extendidos.
Pero la mujer lo ignoro y asintió en dirección de la bruja para seguirla. María se apresuró para buscar ayuda y abrir paso a Emilia que angustiada, cargaba a Lydia en sus brazos por el sendero de arena de camino a la casa de María.
— ¡Lydia!
Emilia exclamó agitada cuando la colocó en la cama y comenzó sacudirla tratando de despertarla.
— Lydia, mi amor. Ya estamos a salvo, puedes abrir tus ojos.
Las manos de la vampira acariciaban el rostro pálido de la niña tratando de despertarla.
El vampiro ayudó a Quinn, cargándola por un brazo mientras con el otro aguantaba su cintura para dirigirse a otro cuarto, pero sus ojos lo hicieron para en seco y mirar por la entrada a la habitación.
Quinn compartió una mirada llena de lástima con su amigo, al sospechar lo que iba a ocurrir.
María entró al cuarto con su abuela con hierbas y libros en sus manos para hacer todo lo posible pero Emilia no las dejaba acercase a la niña, parecida a una leona protegiendo a sus crías.
― Señorita, necesito poder acércame a Lydia. Tenemos que sacar la daga de su pecho.― La abuela de María anunció, tratando de apaciguar la situación.
― Lo hare yo entonces.― Emilia respondió con un tono tajante y se acomodó al lado de la niña para poder colocar sus manos alrededor del mango de la daga.
Sus manos comenzaron a temblarle y apretó el agarre que tenía para que no se notara entre los allí presentes. La vampira más egoísta, fría y sin remordimiento alguno ahora era la persona más dolida y rota de entre los que estaban a su alrededor, pero era lo único que le quedaba así que apretó sus labios ante de sacar la daga con rapidez.
Un respiro ahogado inundo la habitación, la niña abrió sus ojos y parpadeó tratando de ajustarse a su alrededor.
― Lydia...
Emilia se llevó las manos a su boca para ahogar un grito, al ver que la niña había despertado. María y su abuela corrieron hacia la niña para ayudarle a que la sangre coagulara pero la niña levantó su mano parándolas del proceso.
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Las dos caras de Emilia (editando)
Vampiri"Ella es como la luna, parte de ella siempre escondida." - Dia Reeves En los ojos de una bella dama hay más de un misterio, el que se deja ver y el que esconde. Muchas personas, a través de los años han odiado a Emilia, hasta el punto de querer ma...