Capítulo 16 - Discordia en la sangre

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El cuerpo del muchacho yacía a los pies de Emilia, donde ella estaba parada, atónita al ver a su antiguo amante justo al frente de ella. Sus ojos parpadearon par de veces tratando de quitar de su mente ese triste espejismo que nublaba su vista y no se iba.

Alec la miraba de la misma manera, después de tantos años planeando venganzas y maneras de torturarla, justo allí se encontraba la mujer por la que su corazón aún latía. Era un sentimiento raro y oscuro, un sabor agridulce del cual estaba muy acostumbrado. Sentía odio y amor por ella, pero uno de los dos sobrepasaba al otro.

Emilia limpió la sangre que corría por sus labios con la parte de atrás de su mano derecha. Su corazón estaba latiendo del nerviosismo y no sabía qué hacer. Habían sido tantas veces con las que se topaba con una ilusión como esa que no sabía si creerla o entregarse a la locura que la perseguía.

— ¿Alec? — Ella murmuró y dio un paso adelante.

Su curiosidad era tanta que tenía que tomar la iniciativa, todo por volver a tocarlo otra vez. Todo por volver a sentir sus brazos a su alrededor, protegiéndola de todo mal. Todo por volver a oler su perfume varonil que la hacía suspirar, todo por volver a tocar su rostro, mirar sus bellos ojos aceitunas que la enamoraron la primera vez que lo vio a la orilla del rio, cerca de la cabaña de Aija.

Inconscientemente Emilia había caminado hasta donde estaba él. Los ojos de Alec la miraban fijamente tratando de descifrar la confusión de sentimientos que estaban creando un caos en su cabeza.

Su mano toco el rostro del joven y este cerró sus ojos e inclinó su cabeza un poco sobre la mano de ella. Los ojos de Emilia reflejaban una felicidad agridulce, estaba alegre de volverlo a ver, pero sabía que tenía que escapar lo más pronto posible. Ezio le había mencionado que él aún seguía vivo pero que sus sentimientos estaban encontrados.

Muchas cosas estaban pasando por la mente de Alec en esos momentos pero tan pronto la mano de Emilia acaricio su mejilla, todo pensamiento negativo hacia ella desapareció. Su mente había quedado relajada con tan solo el roce de su mano en su rostro. No importaba las desgracias que Emilia le había hecho pasar, todavía la amaba y eso era lo que contaba. Él se sentía entre la espada y la pared, no sabía si entregarla o protegerla.

Alec, daría todo lo que le quedaba por volverla a tener en sus brazos para siempre, sin nadie que se interpusiera en su camino, ni Aija, ni Ezio y ni tan siquiera Draco con todas sus manipulaciones y promesas. Nadie podía desaparecer ese sentimiento tan profundo que sentía por ella.

— Emilia, tienes que escapar...— Alec le susurró.

La vampira tragó con dificultad y asintió.

— ¿Por qué estás haciendo esto? — Ella le preguntó, aún dudosa en darle su confianza.

— Draco está aquí y no se va a ir hasta que tú cabeza este en una bandeja de plata al frente de él. — Alec admitió, ella quitó la mano de su rostro y retrocedió, sorprendida por la información que había revelado el vampiro.

— Todavía no entiendes el infierno en el que aún me tienes, no sabes el poder que tienes sobre mí. — Alec le reclamó y dio un paso al frente, pero Emilia dio uno hacia atrás.

— No tengo ningún poder, todo lo que hiciste y haz hecho hasta ahora ha sido tú decisión. — Emilia dijo con un tono cortante.

El vampiro se arresmilló y se estrujo la cara con su mano buscando paciencia.

— Si lo tienes Emilia. ¡Todavía me sigues manipulando! — Alec le expetó.

Emilia lo miró confundida, mientas Alec se acercó a ella y le tomó el rostro con delicadeza.

Las dos caras de Emilia (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora