Aija y su amado entraron a su habitación un tanto agitados. La bruja comenzó a pasearse por el espacio restante del cuarto tratando de contener sus lágrimas que bajaban como cascadas en una tarde cálida de verano.
No podía creer que su sobrina estuviera viva pero peor aún que Ezio fuera el maldito que la vendiera como si fuera una muñeca de trapo. Aija sabía que le quedaba poco tiempo si quería salir ilesa de su misión, como también reconocía que si dejaba a Emilia, su sobrina nunca se lo perdonaría.
Sus pies la guiaban inconscientemente por la habitación mientras pensaba en maneras, nuevas ideas de cómo salir de allí, se había medito en un gran rollo y ahora no encontraba salida alguna. Sus emociones estaban revueltas, por primera vez en su vida, no sabía qué hacer.
El vampiro se sentó en la cama observándola caminar como una tonta. Todo andaba bien hasta que su hermano apareció. Ahora Alec se sentía amenazado, no solo estaba cerca de recuperar a su amor perdido, también podía derrotar a Draco y quedarse con sus riquezas. Pero la aparición de Ezio hacia que todos sus sueños cayeran a la basura.
Siempre había sido así, Ezio el hijo prodigo mientras él se tenía que quedar con las migajas. A Ezio no le bastaba todo lo que tenía, siempre había sido egoísta y ambicioso.
'Igual que mi padre...' Pensó Alec.
— Alec, tienes que hacer algo. ¡Lydia no puede morir! Ella es lo único que me queda.
El muchacho la miró con ojos aburridos, como si ya estuviera hastiado de la situación.
Mientras que Aija luchaba con sus sentimientos encontrados desesperadamente buscando una luz, una idea que la iluminara.
— ¿Pero qué quieres que haga? ¡Acaso no te das cuenta de lo que está pasando! — Alec se paró y caminó hasta donde estaba ella. — ¡Pensé que eras más inteligente, pero ahora me doy cuenta de que solo eres una idiota!
Aija se llevó sus manos al rostro cuando se percató de lo que había hecho, había abofeteado a Alec. Este volvió su mirada a la de ella lentamente, con ojos amenazadores.
— ¡Eres una estúpida!
El vampiro se abalanzó sobre Aija y ambos comenzaron a forcejear. Golpes que se hacían resonar por las paredes, libros y artefactos volaban por los aires, hasta que una extraña energía se empezó apoderar de la bruja.
Truenos y relámpagos alumbraron la habitación, haciendo que eventualmente el vampiro volara por los aires hasta que chocara con la pared en el fondo de la habitación.
Las ventanas se abrieron de par en par haciendo que el viento entrara con furia, llevándose enredado todo a su alrededor.
Pero Aija se mantenía en el medio de la habitación, brazos extendidos a cada lado de su cuerpo mientras otra ráfaga de viento comenzó a dar vueltas a su alrededor. Su largo cabello bermejo flotaba entre las vueltas del viento que entraban y salían de la habitación.
Alec trató de pararse pero al ver la escena demoniaca ante sus ojos se quedó estupefacto.
— ¡Aija! — Intentó gritar pero el ruido del viento era muy fuerte.
La pelirroja extendió aún más sus brazos hacia el techo y hecho su cabeza hacia tras, cerrando sus ojos en el proceso.
— ¿Pero qué está pasando aquí? — Preguntó un Draco muy enfadado tratando de abrir la puerta pero la presión del viento no lo dejaba.
Aija abrió sus ojos y bajó su cabeza lentamente hasta ver con claridad los intrusos tratando de abrir la puerta. Ella simplemente sonrió malévolamente y sacudió sus manos, haciendo que la puerta se volviera a cerrar.
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Las dos caras de Emilia (editando)
Vampire"Ella es como la luna, parte de ella siempre escondida." - Dia Reeves En los ojos de una bella dama hay más de un misterio, el que se deja ver y el que esconde. Muchas personas, a través de los años han odiado a Emilia, hasta el punto de querer ma...