Capítulo 11 - La oscuridad que no conocían

941 67 12
                                    

Aija no podía creer lo que estaba pasando. Todavía se preguntaba cómo era posible que Alec, Ezio y Quinn estuvieran vivos. Alec le acababa de decir que era un vampiro y que Ezio lo había convertido, pero... ¿Quién había convertido a Ezio?

'Si Emilia fue quien lo mato para salvarnos la vida.' Aija pensó.

Ella dio una vuelta para darle la espalda, por otra parte no podía creer que Alec quería ver a Emilia muerta. Era obvio que él y su primo la odiaban por todo lo que paso, pero desearle la muerte a alguien era algo que iba contra sus principios.

'¿Entonces todo lo que había pasado en la ciudad no fue por los cazadores? Pero es que tienen que ser cazadores, es imposible que un vampiro pueda tocar una daga fundida en magia blanca.' Ella pensó.

Sus manos cepillaron su pelo automáticamente, señal de que estaba confundida y nerviosa. De ninguna manera un cazador y un vampiro, e inclusive una bruja podían estar trabajando juntos para eliminar a una vampira que fue traviesa hace cientos de años.

— Esto es ridículo. — Murmuró Aija poniendo una mano debajo de su barbilla mientras la otra se recostaba en la parte baja de su espalda.

— ¿Perdón?— Alec preguntó ofendido, esperando una respuesta de Aija.

— No sé en donde esta Emilia, la última vez que la vi fue hace 100 años. — Aija mintió con seguridad al mirarlo a los ojos.

Él frunció el ceño y se acercó a ella, mirándola fijamente, tomó sus manos en las suyas y las besó. La ex bruja contempló al muchacho buscando alguna explicación en sus brillantes ojos cetrinos.

— Aija, te necesito. No puedes seguir escondiéndola. — Alec haló las manos de la pelirroja con sutileza hasta que sus cuerpos desvanecieron cualquier espacio entre ellos.

— ¿No deseas ser feliz con Lydia? No tener que estar huyendo cada cierto tiempo por culpa de esa maldita. Queremos paz Aija, un grupo de vampiros y yo estamos buscándola para acabar con esta pesadilla. — El muchacho explicó mientras acercó las manos de la mujer a sus labios, sus ojos conectados con los de ella como si de su decisión dependiera su vida.

Aija pensó dos veces antes de contestar, sabía que todo lo que había pasado era por culpa de Emilia, pero en el fondo ella sabía muy bien que su amiga lo hizo por el bien de todos.

— ¿Ezio también está involucrado en esto? —

Alec rozó la mejilla de la mujer con delicadeza. — ¿Por qué traes a Ezio a la conversación, querida? — El vampiro preguntó con cierto descontento.

— Porque mencionaste que Ezio fue el que te convirtió. — Ella mencionó escondiendo su nerviosismo.

Él la soltó y dio unos paso hacia delante dándole la espalda, su rostro mostraba estrés, un poco de enojo. Pero siempre pasaba cuando el nombre de su pariente era mencionado.

— Ezio decidió tomar su propio camino en la búsqueda del demonio que destruyó nuestra familia. Yo tomare cartas en el asunto, de eso no tengas la menor duda. Sé que con tu ayuda, — El muchacho se volvió acercar a Aija y la tomó de las manos una vez más —Lograremos destruirla de una vez y por todas. —

Luego la abrazó y Aija amarró sus manos alrededor de la cintura de Alec para recostar su rostro en su pecho, tratando de esconder los acelerados latidos de su corazón.

***

Ezio estaba sentado en la ventana, mirando hacia afuera detrás del cristal. Una mano sostenía una copa de sangre mientras la otra masajeaba su cuello. Tantos años que habían pasado y la chica que aún atormentaba sus pesadillas seguía llena de sorpresas. Cuando él pensaba que le faltaba poco para tenerla entre sus brazos, se le resbalaba entre sus dedos como el agua entre las piedras de una quebrada.

Las dos caras de Emilia (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora