Capítulo 23 - Revelaciones del Ayer

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La tarde comenzó a convertirse en noche demasiado rápido. Ezio no conocía mucho sobre el caribe, pero sabía que aún era verano y el calentamiento global no podía ser el culpable de tan repentina situación.

—    ¿Estás bien?- La chica que tenía enfrente le preguntó.

El vampiro sonrió y la miró a los ojos, luego procedió acariciar su mejilla lentamente, ella solo cerró sus ojos para concentrarse en el placer.

—    Todo está bien, ahora relájese.

Ella asintió, mientras él comenzó a besar su cuello nuevamente y volvió a morder en el mismo lugar en donde dejo su rastro.

— ¡AH!

El vampiro soltó a la chica dejándola caer al suelo. Ese grito era muy familiar y ya podía imaginarse lo que estaba pasando. Se arrodilló al frente de la chica y le acaricio la mejilla de nuevo para llamar su atención.

—    Necesito que tomes un taxi y vuelvas a tú casa, ni una palabra a nadie de lo sucedido.

La chica asintió y con ayuda del apuesto muchacho se puso en pie y se fue caminando por donde vino. El muchacho espero unos minutos asegurándose de que la muchacha hiciera lo que le mando y luego salió corriendo con su rapidez extrema hacia la costa donde se encontraba  Lydia.

—    María, ayúdame con el agua por favor.

La joven bruja corrió hacia afuera con un balde vacío para llenarlo en el poso detrás de la casa pero se detuvo al ver a Ezio acercándose a la casa lentamente con una mirada aterradora.

—    ¿Me puedes explicar que está pasando?

María lo miró fijamente tratando de comprender lo que le había preguntado.

Ezio se acercó a ella, dejando atrás los pasos que los alejaban y puso sus manos en los hombros de la muchacha.

— ¿Qué está pasando? — Volvió a preguntar el vampiro.

— Nada, todo está bien, Ezio. — Dijo la bruja evitando su mirada y volviendo a caminar hacia el poso.

—    ¡AH!

Otro grito desgarrador volvió a perturbar el aire cálido de la noche. María mordió su labio inferior insegura de lo que estaba pasando.

—    ¡ALEC!

Ezio miró a la casa de nuevo y esta vez salió corriendo hacia ella mientras María intento detenerlo fallando en el intento.

Tan pronto subió las escaleras al balcón y abrió la puerta para entrar, una barrera invisible lo detenía.

— ¡AYÚDAME!— Lydia volvió a gritar.

—    ¡Déjame entrar! ¡Necesito verla! ¡Por favor!— Ezio gritó desesperado.

María apareció a su lado y lo apartó para entrar a la casa con su pesado balde lleno de agua.

— María, por favor. Necesito verla. — El muchacho le suplicó a la bruja pero está bajo la mirada y comenzó a caminar hacia la habitación en donde se encontraba la niña.

— ¡NO QUIERO MORIR! ¡ALEC! — La niña volvió a gritar.

Ezio no sabía qué hacer y al escucharla gritar el nombre de su peor enemigo le dolía a un más. El muchacho le dio la espalda a la puerta y comenzó a resbalarse hasta llegar al piso.

— ¡LYDIA! — Gritó en frustración, esta vez dejando las lágrimas caer.

— ¿Qué está pasando, abuela?— le preguntó María a su vieja bruja.

Las dos caras de Emilia (editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora