Los ojos de Emilia se abrieron de par en par, su respiración un poco agitada. La vampira se apoyó con sus brazos en la cama hasta quedar sentada y miró a su alrededor. Estaba en un cuarto oscuro, uno que no era el suyo, no era como si la opacidad le afectara, pero no se esperaba despertar en un lugar que no fuera la casa de Aija, al menos por los últimos meses.
De repente su vista se nubló y sus ojos hicieron un esfuerzo para poder ver en la oscuridad pero de un momento a otro su cuerpo comenzó a debilitarse, traicionando su ejecución. Uno de sus brazos que la sostenía flaqueó y calló acostada otra vez.
— Emilia...
— Emilia... — Una voz dulce con un toque varonil susurraba su nombre tratando de llamar su atención.
Ella trataba de abrir sus ojos pero sus parpados estaban pesados, haciéndose le difícil el poder abrirlos. De momento ella sintió como alguien la cogió en sus brazos y luego la colocó en una superficie más blanda.
— ¿Emilia, me escuchas? — Un susurro con un acento familiar trataba de despertarla.
— ¡Corre Alec! — La voz de Emilia cantaba mientras corría por el sendero de camino al rio.
Un muchacho alto con cabello abundante y oscuro como el azabache la observaba desde el lugar en donde se encontraba sentado.
— ¡Emilia, espera!— El muchacho gritó con la intención de que ella parara de correr y se detuviera ante el carruaje que se avecinaba.
Emilia paró de correr a tiempo para ver el carruaje parar no muy lejos de ella, segundos después sintió la presencia de Alec detrás de ella.
— ¡Alec!— Una voz gruesa gritó a la vez que un hombre muy apuesto salía del carruaje y saludaba. El muchacho que estaba al lado de Emilia fingió una sonrisa.
— Ezio, cugino. Come stai? — Alec trató de reflejar felicidad en su voz, pero falló en el intento.
Su primo, Ezio, se paró al frente de él y le extendió la mano. Alec la agarró y Ezio lo haló hacia él para abrazarlo. Emilia los miró con curiosidad, justo al frente de ella estaba el gran futuro Duque de Milán, uno de las personas más importantes en la época y por lo que entendía, Alec era familia de él.
— Cugino, non hai intenzione di presentare a voi questa bella signora? — Ezio preguntó sonriéndole a Emilia y ella hizo una pequeña reverencia levantando un poco su traje y él asintió.
Emilia despertó de nuevo y esta vez decidió hacerlo despacio. Esperó a que sus parpados se abrieran despacio, dejando que su cuerpo fuera recobrando energía. Esta vez el cuarto estaba iluminado, el sol inundaba cada rincón con una luz brillante, pero la cama en donde se encontraba por cierta razón estaba en la sombra del cuarto, lejos de la luz.
Ella frunció el ceño y se acercó al borde de la cama dejando caer sus pies al suelo con delicadeza. Luego se apoyó con sus manos para levantarse cuidadosamente, esperando que sus brazos volvieran a flaquear. Pero por cierta razón al sus pies tocar el suelo, sintió un calor ahogante que la hizo sentirse incomoda, pero decidió ignorarlo y caminó hacia la ventana más cercana para verificar en donde se encontraba. Tan pronto su pie descalzo se acercó a la luz del sol, ella gritó del dolor y se retiró de la luz rápidamente.
— Veo que ya te sientes mejor.
Los brillantes ojos de la mujer se agrandaron cuando miró hacia la puerta. Justo allí parado en la puerta con sus brazos cruzados se encontraba uno de sus peores enemigos. El ex Duque de Milan...Sir Ezio.
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Las dos caras de Emilia (editando)
Vampiros"Ella es como la luna, parte de ella siempre escondida." - Dia Reeves En los ojos de una bella dama hay más de un misterio, el que se deja ver y el que esconde. Muchas personas, a través de los años han odiado a Emilia, hasta el punto de querer ma...