- Corpus quaerere malo, peccatum est intus. Ut per auxilium, quin ad tenebras. O, dea noctis, auxilium hoc, filius, a quibus discedere horridam maledictionem, non moreretur in manu eius servo tuo.
Ezio observaba como las brujas trabajaban alrededor del cuerpo de Lydia, a través de la ventana en el balcón en donde estaba situado.
Aún le extrañaba que le dejaran entrar a la casa, ya que gracias a las brujas — además de todas las maldiciones que tienen los vampiros— no podían entrar a un hogar a menos que fueran invitados por el dueño. Pero aun así, decidió quedarse afuera.
María salió del cuarto para dejar a su madre trabajar en paz y notó a Ezio con cierta inquietud en el balcón de su casa.
— No eres de por aquí, ¿Verdad?
El muchacho la miró de reojo, pensándolo dos veces antes de contestar.
— Pertenezco a Europa, Italia para ser más específico. — Respondió el vampiro un poco incómodo.
— Eso explica tú horrible acento.
La muchacha cruzó sus brazos y trato de esconder una sonrisa cuando el muchacho comprendió lo que ella había acabado de decir.
— No son lindas las consecuencias luego de mofar a un aristócrata. — Mencionó el muchacho ignorando la risa burlona de la joven bruja.
— ¿Lo dices por tú maldición o por tú fallido intento de llegar a la corona? — Preguntó la chica mientras se recostaba de la baranda para observarlo mejor.
Una ola de pensamientos inundo la mente del vampiro al procesar la pregunta que la bruja le había hecho. Nunca había llegado a ser más que un simple burgués.
Su padre iba hacer rey, pero la maldición se apodero de su familia y su padre nunca llegó a cumplir la promesa que le había hecho a su madre antes de morir. Todo por culpa de un maldito capricho de su hermano adoptivo.
— Es increíble procesar el gran sufrimiento que esta niña ha cargado a través de los años.
Ezio parpadeó y volvió al mundo real, esta vez clavando su mirada en la de la bruja. La joven escondió detrás de su oreja un mechón de pelo moreno. Sus ojos marrón oscuro evadieron a los del vampiro sintiéndose un poco incomoda con la mirada de juzgada que le devolvía el vampiro.
— No me mires así, tú sabes bien de lo que hablo. — María se encogió de hombros y caminó adentro de la casa dejando a Ezio solo con sus demonios.
***
—Mi lord, el señor Moretti, desea verlo.
Draco despegó su mirada del bello collar que tenía entre sus dedos para mirar a uno de sus fieles cazadores.
— Puedes dejarlo pasar.
El cazador asintió y se retiró de la habitación, dejándolo solo unos instantes más. Pero Alec apareció por la puerta, frustración marcada en sus ojos.
El viejo vampiro guardó el collar dentro de uno de los bolsillos de su vestido y se dio la vuelta para atender al joven vampiro.
— Hasta donde sé, no había llamado tú presencia. ¿Qué ocurre? — Preguntó con curiosidad al notar el extraño lenguaje del cuerpo de Alec.
— ¿Qué le has hecho a Emilia? ¡No despierta!
El viejo suspiró y alejó su mirada cansada. Alec ya le estaba acabando la paciencia de una manera sobrenatural.
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Las dos caras de Emilia (editando)
Vampire"Ella es como la luna, parte de ella siempre escondida." - Dia Reeves En los ojos de una bella dama hay más de un misterio, el que se deja ver y el que esconde. Muchas personas, a través de los años han odiado a Emilia, hasta el punto de querer ma...