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El otro día me la encontré en el jardín con menos flores del recinto,

llevaba jeans y una blusa corta que dejaba ver ese ombligo

que obliga a no dejar de ver su delicado abdomen con los rectos bien rectos.

Ya instalado en su piel con mi retina,

le besé con las pupilas

y la toqué con el alma ardiendo de gozo,

ni tan guapo ni buen mozo.

No sé si usted se dio cuenta cuando hacia mí volteó la cara,

pero si de algo estoy seguro es de que un hechizo lanzó en mi marcha.

Me derritió con su encanto, su pelo largo y liso,

sus facciones tan preciosas como un bello canto.

Donde estuviera y con quien estuviera

la veía clara como el agua cuando cae a cántaros,

la observaba como vuelo de pájaros azules

en busca de un nido donde nacer de nuevo.

La sentía tan presente, tan inmersa en mi mente,

tan llenando mi inconsciente.

¿Qué hizo usted?

Pues me desordenó las horas y me desacomodó el sueño.

Hoy sus ojos son los dueños de mis más largos desvelos.

La escucho sin haber oído de usted esa voz que suena en mi interior

como un colibrí conquistando a su flor,

como una amapola en espera de la primavera,

como ata al árbol la enredadera.

Así de sutil, así de hermoso, así.

Lo peor es que con todo el encuentro fugaz,

la mirada constantemente efímera

y la coincidencia rayando en lo intangible,

hoy queda sólo el recuerdo de un amor a primera vista,

tan bello como imposible.El otro día me la encontré en el jardín con menos flores del recinto,

llevaba jeans y una blusa corta que dejaba ver ese ombligo

que obliga a no dejar de ver su delicado abdomen con los rectos bien rectos.

Ya instalado en su piel con mi retina,

le besé con las pupilas

y la toqué con el alma ardiendo de gozo,

ni tan guapo ni buen mozo.

No sé si usted se dio cuenta cuando hacia mí volteó la cara,

pero si de algo estoy seguro es de que un hechizo lanzó en mi marcha.

Me derritió con su encanto, su pelo largo y liso,

sus facciones tan preciosas como un bello canto.

Donde estuviera y con quien estuviera

la veía clara como el agua cuando cae a cántaros,

la observaba como vuelo de pájaros azules

en busca de un nido donde nacer de nuevo.

La sentía tan presente, tan inmersa en mi mente,

tan llenando mi inconsciente.

¿Qué hizo usted?

Pues me desordenó las horas y me desacomodó el sueño.

Hoy sus ojos son los dueños de mis más largos desvelos.

La escucho sin haber oído de usted esa voz que suena en mi interior

como un colibrí conquistando a su flor,

como una amapola en espera de la primavera,

como ata al árbol la enredadera.

Así de sutil, así de hermoso, así.

Lo peor es que con todo el encuentro fugaz,

la mirada constantemente efímera

y la coincidencia rayando en lo intangible,

hoy queda sólo el recuerdo de un amor a primera vista,

tan bello como imposible.

Cíclope.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora