Da igual, si antes de vos yo ya lloraba; da igual, si después de vos aún andaba; da igual ser o no ser, si al final somos lo mismo que al principio.
Y da igual despertase pensando en el olvido; acostarse a descansar las maletas de caricias que no llegué a darte, o simplemente regar el jardín sobre el cual yacen las flores de tus montañas despobladas.
Da igual, si se descargan las palmas de las manos; si se desperdician en el frío las sábanas de la soledad, si tus besos no son míos, si tus labios pintan desamor.
Da igual, si bombardeamos al corazón con querubes negros; si la lucha empezó a terminar con lo poco construido, si se cayeron las torres gemelas de la desilución.
Da igual, da igual, da igual...
Si el puente colgante quedó chimuelo de erotismo, si quemamos las hojas del otoño de tu pelo, si el espejo nos dice que aún quiere llover sobre mojado.
Da igual, si dejamos caer sobre el fango las promesas, si el egoísmo es portada amarillista del diario, si somos el "se busca" de la estación de policía del desván.
Da igual, si a Madrid le quedaron más kilómetros que milímetros, si no alcanzamos las nubes de agua para llorar un poco más, si no cantamos lo que debimos.
Da igual, si mañana volverá con la misma ideología el cantor de madrugada, si no hay trovador que escriba la historia detrás de la historia, si no hay versión de mi versión.
Da igual, si la decisión votó en urnas sin fondos, si se perdió lo imperdible, si se acomodó en las cenizas el agua.
Da igual, si gasté más papeles en buscarte que en escribirte, si soñé más de lo debí, si vivé menos de lo que soñé.
Da igual, si da igual lo que no debería y aún pospongo, si dejé para hoy lo que puedo hacer mañana, si anduvimos y pisamos donde estaba prohibido dejar huellas.
Da igual...