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Se terminó el manojo de caracolas del olvido,
El sabor del azar debajo de tu ombligo,
Se acabó jugar con las esposas y sus maridos,
Ya no hay canciones, ni en la cama sus sonidos.

Se terminó el desván de lo prohibido,
Las noches al alba y viceversa,
Los besos, las caricias que todo tergiversan,
El cansancio, el amor, los gemidos..

Las canciones recitadas en su oído,
Se acabó, sin más, el hecho de sentirme querido,
Por la crespa, pura y pelo castaño
Que me regaló los mejores años.

Las noches de bar, cerveza y karaoke,
El sabor de hacerla mía con pensarla de trasnoche,
El negocio entre querer, tocar y amar,
Se acabaron las ganas de con ella el cielo tocar.

Las copas, los tragos, la putas de esquina,
Su silueta dibujada en la cocina.
Ya no hay noche que no llene el cenicero,
Con la hipocrecía de ser siempre el embustero.

Lo que no acaba es el impulso de escribirle,
La desdicha que me dejó en el colchón,
Las pocas ganas de echar a andar el corazón,
Las censuradas ganas de decirle:

Muero de ganas, querida amante
De tenerte, amarte y estrecharte,
De querer en tus labios abandonarme,
¿Acaso no verla terminó por afectarme?

No vuelvas, que me pierdo entre buscarte y encontrarte,
Sigue en el exilio, ya encontraré de qué ocuparme,
No escribas, que me pierdo entre anhelarte y no tenerte,
¿Acaso la solución fue ya no verte?

No sé y no quiero saberlo más,
Quiero encontrarte en mis sueños y contarte,
Que fue mejor perderte, no hablarte,
Que fue necesario llorarte para aprenderte a amar...

Cíclope.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora