She's perfect » Nash Grier

Capítulo diésciseis.

|Jack G|

Bailaba al compás de la música, junto a mi hermosa novia Daphne. Ella sonreía a veces, haciendome volar por los aires y sintiendome afortunado por estar a su lado.

Su cabellera rubia me encantaba, al igual que sus ojos verdes y su sonrisa, con sus perlas blancas.

—¿Jack, me escuchaste? —preguntó.

—No, lo siento. ¿Podrías repetirlo? —hice cara de perrito mojado, esto nunca falla.

—Esta bien, dije que...

Dejé de escucharla, perdiendome en su melodiosa voz que no se escuchaba muy bien, por la canción con volumen fuerte.

Sentía que iba a perder la cabeza por ella, ¿o ya la perdí? si, seguro que si.

Me acerqué a ella, callándola por nuestro acercamiento y sonreí, ella igual seguido se sonrrojó. Me reí, hice desaparecer los milimetros invisibles que molestaban y la besé.

|Jacob|

—¿Jacob? ¿Dónde estás? —escuché la voz de Fressy—. Jacob, si vas a asustarme juro que me enfadare.

Creo que con mi confesión no se enfadará, paso por la puerta de donde estaba y salí rápidamente, la tome por la cintura y besé su mejilla.

—¡Boo! —reí al ver su rostro.

—Te odio, Jacob —se dio media vuelta, mirandome.

—¿Ah sí? Yo te quiero —sonreí, sus mejillas se tiñeron de color rojo.

—¿Lo-lo dices co-como am-amigos? —tartamudeó. Negué con la cabeza.

—Me gustas mucho, estoy enamorado de ti.

—Y-yo igual —sonrió timidamente, cabizbaja.

Coloqué mi mano en su menton, subiendo su mirada hacia mi. Me acerqué lentamente y la besé, pude sentir su sonrisa en medio del beso y sonreí también.

Nada me gusta más en el mundo que su sonrisa.

|Taylor|

Estaba solo, junto a la barra. Observando a todos lo que bailaban y una luz alumbro a una chica, como si fuera la chica perfecta para mi y si que parecía. Era rubia oscura, vestía a la moda, era alta más o menos 1.73, es delgada pero tenía curvas. Simplemente es perfecta.

Decidí acercarme, no dejaría que se vaya sin que yo sepa su nombre.

—Hola —dije, sonriente cuando me acerqué a ella.

—Hola —me imitó.

—Soy Taylor Caniff —dije, sin rodeos—. ¿Tú como te llamas?

—Soy Ludmila Carauni.

—¿Bailas conmigo? —observé sus ojos de un color entre verdes y azules.

—Sí —asintió, sonrojoda.

Amaba su voz, amaba sus ojos, su todos. Tal vez podría ser amor a primera vista.

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