Capitulo veintisiete.

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Nash observaba mis ojos y yo los suyos, me encantaban. Amaba su color.

Entonces pensé lo que Sam me había contado la noche anterior. Él había dicho que Nash me amaba y además que él a mi. Amaba a Sam, pero como amigos él había estado conmigo cuando yo estaba sola y amaba a Nash para como algo más que amigos, estaba enamorada de él y él... ¿cómo me demuestra que me quiere? una vez me trató de zorra, cuando él estaba con Christie seguro me decía muchas cosas y capaz que lo de que me ama es mentira, al igual que cuando me besó y me dijo princesa, seguro está utilizandome u otra cosa. O tal vez es verdad.

No lo sé, estoy confundida y no quiero saber nada de nadie.

—No, Nash, lo siento. No puedo —contesté alejandome, no quiero besarlo—. ¿Puedes irte? Necesito pensar.

Él solo asintió confundido y se fue por la puerta, aún no entiendo como entró.

Decidí llamar a Daph y Fressy, para pedirles ayuda ya que estaba muy confundida. Llegaron a los 10 minutos juntas y regañandome por irme, así como sí, anoche. Luego de que se callaran, les conte todo, absolutamente todo lo que sucedió.

—Todo eso lo arregla un día de compras —dijo, Daph.

Sonreí y fui a ducharme, aún seguía con la ropa de anoche. Me vestí rápidamente con algo común. Bajé junto a las chicas y Tyler estaba aún con Christie, ella nos observó mal al igual que yo a ella. Algún día me sobrepasaré y la voy a golpear.

—Mira, zorra —dijo, Daph a Christie—. Le pegaría a tu novio, asi ves como sufrió el mio por Nash —se acercó a ella, pero la detuve.

—No al maltrato animal, Daph. Recuerda que haremos campaña sobre eso —sonreí sarcásticamente mientras saludaba a la pareja—. Que les vaya bien.

—No puedo creer que no denunciaron a Tyler —dijo, Fressy cuando estábamos afuera.

—Ni yo —suspiré.

{...}

—Mira, mira. ¡Quiero esa blusa! Vamos a comprarla —exclamó Daph.

Ella tiró del brazo de Fressy y ella, del mío. Mientras yo estaba distraída observando el suelo, sí, el suelo.

Entramos a la tienda para ver la blusa a cual le había gustado a la rubia y se la probó, Fressy le alcanzaba diferentes talles y colores de esa prenda. Me acerqué a los vestidos mirándolos a todos, observando desde los más largos a los cortos, de los angostos hasta los apretados, de los... bueno, ya me entienden.

—¿Puedo ayudarte en algo? —me preguntó una chica.

—Emh, no... solo miraba, gracias —sonreí.

—Espera, ¿tú eres la hija de George Greyson?

—Emh, sí. ¿Por qué? —la observé extrañada.

Ella solo sonrió y tomó mi mano llevandome a un probador. Comenzó a tirar ropa, encima de la puerta y yo me miré en el espejo confundida, un vestido cayó en mi cabeza, tapandome la vista y haciéndome reir.

¿Qué tenía yo por ser hija de él? ¿Tenía todo esto? Porque no me gusta demasiado...

Ella había tirado un vestido hermoso, color azul marino. Me encantaba, dios. La chica me dijo que si había terminado salga, para poder verme y si quería arreglar algo de eso. Salí del probador, ya cuando termine de colocarme el vestido. La chica —la cual no tengo idea de su nombre— me miró soprendida. Dió un pequeño grito de felicidad, que me asustó y llamó a mis amigas, ¿las conoce?

—Te explicaremos —dijo, Daph—. Tu padre tiene una cena importante y dijo que te traigamos aquí para un vestido.

—Y nos invito —Fressy sonrió—. Es hoy a la noche, así que luego a la peluquería y luego a un manicure y pedicure.

Ví otras cantidades de vestidos hermosos, pero el que más me encantaba el azul marino. Elegí unos tacones que convinaran con el vestido, que tenían algunas tachuelas.

La chica, que se llama Elena —ahora sé su nombre—, no nos dejó pagar porque según ella mi padre ya pagó los tres vestidos y los tres pares de zapato.

Luego, comenzamos a buscar una peluquería, que mi padre quería que vayamos a esa, creo que se llama “Juan Juan”, que nombre algo raro en una peluquería. Entramos allí cuando al fin la encontramos, tres estilístas nos preguntaron sobre que queríamos y le respondimos con lo que queríamos. Mi peinado era muy lindo, simplemente perfecto, tenía algunas flores de color del vestido, mi estilista sabía el color.

—¿Necesitas maquillaje? Porque llegó mi prima con sus amigas y saben maquillar —me preguntó el estilista.

—Claro —sonreí.

La prima del estilista, llamada Kennedy, me maquilló y sus amigas a Daph y Fressy. Hoy parecía un día super mágico, que nunca se iría y tampoco quería. Un día de compras con las mejores amigas que puedes tener es lo mejor, sin chicos y sin nada, todo es mejor.

{...}

—¡Estás hermosa, hija! —exclamó, mi padre.

—Gracias —sonreí.

—Las tres parecen princesa.

—Gracias —dijeron Daph y Fressy.

Me acerqué a mi padre y le acomodé el moño negro, que estaba de costado. Siempre había querido hacer esto, mi otro “papá” nunca me había dejado, decía que no sabía nada de eso y blah blah. Gracias a mi Chad siempre vestía bien para las cenas.

Mi papá sonrió, con algunas lágrimas en sus ojos, se las sequé y sonrió, yo lo imité. Todos nos subimos al gran auto, Alex iba con nosotros como guardaespaldas. Yo iba hablando con las chicas sobre esta noche, que podría suceder, como intentando adivinar el futuro.

Cuando llegamos, un hombre algo anciano, nos abrió la puerta del vehículo. Primero bajo Alex, luego mi padre, Chad, yo seguí, el hombre tomó mi mano como si yo fuera una princesa o algo. Hizo la misma acción con las chicas. Las tres nos miramos y reímos.

—Gracias, caballero —dijimos las tres juntas, con todo de educadas.

—De nada, señoritas.

Miramos la casa y era gigante, era como un castillo gigante, más grande que uno común. Corrimos detrás de mi padre y al lado de Chad, para no perdernos nada.

Entramos al gran salón y vi dos rostros conocidos. Sam y Nash estaban aquí.

Mierda, ¿que pasará?

She's perfect » Nash Grier Donde viven las historias. Descúbrelo ahora