3.- Ajedrez
-Me rindo -Suspiró con pesadez Pietro tras ver cómo me llevaba su último caballo en el tablero de ajedrez. Reí pues, aun le quedaban algunas piezas que podrían salvar a su reina y él ya se estaba dando por vencido.
- ¡Vamos! -Alenté -Puedes hacer mucho con todas esas piezas.
- ¿Con un arfil y menos de la mitad de los peones que tenía? -Cuestionó, al mismo tiempo en el que elevaba una de sus cejas, dubitativo. -Sí, claro. - Respondió con un resoplido. - Podríamos jugar cartas. -Sugirió, moviendo esta vez el único arfil que le quedaba.
Era día sábado por la noche y, como siempre, organizábamos alguna recreación para matar el tiempo dentro de la torre Stark. Mientras los demás se entretenían en lo suyo, viendo películas o debatiendo temas de interés, nosotros con Pietro jugábamos juegos de mesa. Algunas veces se integraba a nosotros Wanda o Romanoff, u otras veces Steve y Clint observaban nuestros movimientos burlándose muchas veces de mi adversario pues, todos los que jugaban contra mí perdían.
Mi compañero de juego después de unos minutos tratando de encontrar una estrategia para llegar a mi reina, se rindió, cediéndole el paso a Clint. Éste, aceptó sin dudarlo, sentándose en el asiento que Pietro antiguamente usó.
-Hoy te destierro de tu trono, _______ -Advirtió. Más lancé una risotada burlona, demostrando el poco miedo que le tenía a su manifestación.
-Esto hay que verlo -Dijo con entusiasmo Steve, a quien no lo había visto llegar a nuestro lado. - Apuesto por la muchacha, ¿quién se une? -Preguntó a los que se encontraban a nuestro lado que, eran casi todos. Menos Bucky. Él, nunca fue participe de nuestras actividades. Su habitación era el único lugar en el que siempre estaba. Seguramente, lamentándose de su pasado como el asesino de Hydra.
-Yo apuesto uno de mis trajes -Intervino la voz de Tony. -Y mi casa en Dubai. ¿Quien da más?
-Yo mis discos de coldplay -Dijo Pietro. -Por Clint. Le tengo fe.
Tanto Clint como yo, reíamos ante las apuestas que nuestros amigos realizaban, pero aquellos parloteos y risitas cesaron tras sentir la presencia de alguien más entre nosotros. De aquel que jamás salía de su habitación si no era para comer o beber algo. De quien jamás creí intervendría en nuestro día de entretención.
-Quisiera jugar contra, ______ -Dijo bucky, dejando a Los vengadores anonadados ante su petición y aparición repentina. Pestañeé perpleja, sin poder dar crédito a lo que había escuchado y a lo que veía pues, Bucky se veía bastante entusiasmado ante la idea de poder jugar una partida.
- ¿Sabes jugar? -Preguntó Clint a Barnes, con duda, casi sin poder creerle. Barnes no contestó. Por él lo hizo su mejor amigo, mostrándose orgulloso de él.
-Bucky es el mejor en el ajedrez. -Confesó Rogers, con orgullo. -Yo creo que él sí tendría posibilidades de destronarte, _______ -Me dijo Steve. Sonreí, excitada por saber si aquello era cierto.
-Esto se puso interesante -Comentó la gemela Maximoff. A su lado, Natasha asintió, tan excitada como lo demostraba estar el resto del equipo.
Clint sin más, y, entusiasmado por saber cómo iba a terminar todo, le cedió el puesto a Bucky.
-Confío en ti, soldado -Le dijo Barton, propinándole pequeñas palmaditas en la espalda a mi nuevo adversario. Respiré profundo y comencé a mover la primera pieza. Un peón. Bucky movió otro, y yo, una de las torres.
Sus movimientos en el tablero eran excelentes. Estaba emocionada y extasiada a la vez, sentía que por primera vez podía jugar con alguien que me hiciera la competencia. Cada movimiento de su parte, me mantenía preocupada, pero a la vez, con cierto interés en saber cómo iba a terminar el juego.
No podía negarlo, Barnes era realmente estratégico, logrando así, derribar a casi la mitad de mi ejército, sacando más de una risa a mis compañeros por verme finalmente perdiendo por primera vez.
-Jaque -Sonreí triunfante, destruyendo la ilusión de los demás. Todos lanzaron suspiros desesperanzados, más Bucky, mi adversario, se mantuvo serio y concentrado en todo momento.
Vi la expresión del ex soldado, demostrando una bastante diferente a la que siempre veía en él. sus ojos demostraban un destello diferente y, su boca, que mantenía un color bastante peculiar y atractivo, demostró una sonrisa que jamás había visto en su rostro. Sus ojos azules que permanecía atentos al tablero, se encontraron con los míos, haciéndome saber a través de su mirada, que él, lo había conseguido.
Mi reina fue atacada por un simple caballo que él aún mantenía y del cual, yo no le había prestado demasiada atención, logrando así, de paso, amenazar a mi rey.
-Jaque mate -Sonrió éste. Y, es que no sabía que me causaba más impresión. Si ver que él era el nuevo rey en el trono del ajedrez o, ver que el realmente podía sonreír.
Observé el tablero, desesperada por encontrar una estrategia para poder salir digna de aquella guerra. Más no había táctica alguna que me pudiese servir. Me había ganado. Él era el nuevo dueño del trono.
-Barnes, desde ahora eres mi favorito -felicitó Stark. -Siempre supe que ganarías. Gracias por evitar que le diera el traje a Pietro y mi casa en dubai a Steve. -Dijo el multimillonario con alivio.
-Diablos, pero que paliza te han dado, _______ -Exclamó Pietro, sorprendido.
-Bien jugado, Soldado. -Felicité a mi contrincante. Estiré mi mano para poder hacer las paces, éste, hizo lo mismo sin siquiera titubear. En más confianza, presionó mi mano con delicadeza, atreviéndose así, a dejar un pequeño beso en el dorso de ésta.
Sin decir nada más, caminó hasta la salida de la habitación en donde nos encontrábamos, finalmente, retirándose para dirigirse, seguramente, a su pieza. Mientras los demás comentaban sobre el juego que duró bastante minutos, yo, simplemente me quedé pasmada ante su actuar, observando mi mano anteriormente besada por quien Hydra tuvo de asesino.
- ¿Aún en shock, pequeña y destronada cerebrito? -Cuestionó Pietro, burlándose ante mi derrota.
-No te ilusiones, corre caminos. -Contesté, con desinterés - Lo dejé ganar.
Pietro lanzó una risotada, tan burlón como solía serlo, sólo para fastidiarme.
Esto sin duda alguna, había sido el mejor juego de mi vida, no podía negarlo. Sin embargo, no podía negar que, sentir sus labios en la piel de mi mano, había sido lo que más me había interesado. Aquello no me evitó imaginar cómo se sentiría en mi boca y, por qué no, en el resto de mi cuerpo.