17.-You are Here
Miré mis manos envuelta en vendas que ocultaban las heridas que me había dejado la última misión a la que había asistido junto a Steve. Habían pasado dos semanas después de lo ocurrido y, aquellas heridas no hacían más que recordarme lo cercana que estuvo mi muerte.
Saqué las vendas para verificar que el proceso de cicatrización diese resultados, pero no habían pasado tantos días como para que mi piel volviese a cerrarse. Aún, muchas de ellas producidas por vidrios, se mostraban abiertas.
-¿______? - Escuché la voz de Bucky, entrando con cautela a la que era nuestra habitación. -¿Estas bien?
-No -Confesé. Solté un suspiro, cargado de aflicción. Las lágrimas no demoraron en brotar para deslizarse por mis mejillas, algo que el ex soldado del invierno percató y no dudó en correr a mi lado para sostenerme. -Casi muero, Bucky.... C-casi m-muer....
-Pero no lo hiciste, ______. - Dijo. - Estás aquí, bonita. A mi lado, como siempre lo haces.
-Tengo miedo. -Lloriqueé. -Y-yo..., yo simplemente no sé qué sucedió.
-Sucedió que los localizaron, pero, eso no es tu culpa. Ni de nadie. Lo importante, _____ es que estas vivas, ¿sí? - Y, tomando de mi mentón, depositó un tierno beso en mis labios, dándome el soporte necesario para devolverme en sí. - Iré por el botiquín.
Era lo que todos me decían. "Lo importante es que estás viva" pero nadie sabía que ello conllevaba la frustración de no haber hecho bien mi trabajo. Era la primera vez que salía herida, casi muerta. Y, además, allí estaba todo lo que necesitábamos saber sobre Hydra. Documentos, videos, escritos. Todo se convirtió en cenizas cuando los misiles alcanzaron la base en la que Steve y yo nos encontrábamos.
Bucky tomó el frasco que contenía alcohol. Empapó con el líquido un par de algodones que deslizó con suavidad por mis manos heridas. Cerré los ojos ante el dolor que ello implicaba, recordando también lo mal que había salido todo.
-Espera.... -Pedí, alejando mis manos de las suyas.
- ¿T-te hice daño? -Preguntó un tanto alarmado.
-No, nada de eso -Reí.
-Q-quizás sea mejor que venga Wanda y te ayude. -Se levantó dejando todos los implementos sobre la cama, huyendo de mí.
- ¡Bucky! -Llamé, pero él, convencido de que me había dañado, hizo oídos sordos. - ¡James Barnes ¡-Llamé esta vez con severidad. - No, espera. Tú jamás me haces daño. Quiero que sigas.
Más Bucky negó.
-Por favor -Pedí. Tomé de su mano y lo acerqué nuevamente a la cama. Éste volvió a hacer lo mismo. Empapar los algodones y pasarlos con suavidad sobre mi piel expuesta. -Sé que no me harías daño, amor. Lo sé. -Suspiré.
- ¿Cómo lo sabes? -Cuestionó.
-Lo sé por la forma en la que me cuidas. Siempre me has puesto a mi primero, ante todo, sin importar el qué. -Sonreí. Él me escuchaba atento, sin dejar de pasar el algodón por mis heridas.
-Confías ciegamente en mí, ______. - Negó. - Te hice daño la última vez. -Dijo, volviendo a recordar el día en que se había convertido nuevamente en el soldado del invierno. Rodeé los ojos. Ambos sabíamos que no había sido su culpa y, que yo más que nadie sabía que estando a su lado corría peligro. Pero también sabía que Bucky era incapaz de hacerlo conscientemente.
-No fue nada, tontito -Reí. -Nada comparado con esto. -Indiqué mis manos.
-De verdad lo siento. -Murmuró -Creo que nunca te lo he dicho.
-Lo hiciste, el día después. Cuando todo volvió a la normalidad. -Corroboré. -¿No te acuerdas? Incluso te me declaraste. -Carcajeé -Fue lo más raro que ocurrió, pero lindo. ¿Sabes? Yo esperaba el día en que tú, te fijaras en mí. -Confesé, un tanto cohibida por su mirada atenta.
Bucky se levantó de mi lado y, dejando todo en su lugar, volvió con el único propósito de besarme. Mi cuerpo como si estuviese anestesiado por aquel beso, cayó hacia atrás, dándole la oportunidad a Bucky para inclinarse sobre mí.
No se hizo esperar. De manera suave y varonil, sus manos se hacían espacio entre mi ropa, despojando alguna que otra prenda, comenzando por mi blusa. El dolor que sentía por mis heridas se iban a medida que el ex soldado de invierno exploraba mi cuerpo con sus manos y labios sin miedo alguno.
Estaba en el paraíso, siendo testigo de la inefable sensación que era tener sus labios en mi piel. Tomé una bocanada de aire y con la ayuda de mis manos logré despojar la polera que llevaba puesta. La prenda voló por la habitación, aterrizando en algún lugar de ésta.
Contemplé su dorso desnudo, bien trabajado, atractivo para cualquier fémina. Sonreí para mi pues, la afortunada de poder ver aquello era yo y, más dichosa no podía estar.
- ¿Tus heridas, duelen? -Preguntó.
-No, para nada. -Aseguré.
-Entonces, ¿podemos seguir? -Volvió a preguntar. Mas reí, volviendo a besarle en respuesta.
Esa noche me hizo el amor como jamás pude imaginar. Delicado, pero con una pizca de rudeza que evidentemente me volvía loca. Besó cada parte de mi cuerpo, cada herida en mi mano, susurrando palabras inentendibles que claramente para él tenían un significado.
Cerré los ojos y dejé que él, James Buchanan Barnes, el soldado del invierno, me llevase a otro mundo. Al paraíso. A otra galaxia.
Definitivamente, pensé. Él jamás me haría daño si de ello su vida dependiera.