56.- Miracle IV
Antes de ir con la psiquiatra, me tomé el tiempo y recorrí las calles de la ciudad en busca de una flor. No iba a llegar a la consulta sin algo que pudiera obsequiarle a _________. Encontré algunas que podrían gustarle, pero como era inexperto en cuanto a mimar a una mujer, le pedí ayuda al vendedor.
Me dio rosas rojas como opción y tulipanes de diversos colores. Me recomendó los tulipanes y, yo no discrepé su consejo. Tomé uno de ellos y le pagué lo debido. Miré la hora en mi reloj y me apresuré en llegar a la consulta antes de que fuese ella a quien atendieran primero.
Cuando llegué, no la vi. Sentí miedo al creer que ya había sido su turno y, por ende, ido del lugar. Pero fue la recepcionista la que me dijo que ella aún no llegaba.
—Veo que te has esmerado en buscar una flor. —Me dijo. —Y una muy bonita. ¿Tiene algún significado el color? —Negué. —Bueno, tengo entendido que el tulipán amarillo denota la búsqueda de amistad...
—Le he atinado, ¿no?
—Creo que sí. —Rio la mujer. —El rojo denota búsqueda de amor, por si con el tiempo, su amistad se vuelve algo más. —Dijo y me guiñó un ojo.
—Tú crees que ella...y yo... ¿algún día? —Inquirí. La mujer sonrió afable.
—¿Y por qué no? —Respondió divertida. —James, todos necesitamos de alguien para superar nuestros miedos. __________ está superando los suyos gracias a ti. Eres su milagro, eso tenlo por seguro.
No estaba seguro si dar ese paso era lo correcto. Ella aún no sabía de mi mano biónica, y era ello lo que más temía admitirle. Si se alejaba (era lo más seguro) yo me vería realmente apenado e incapaz de acercarme a otra mujer.
Me senté en el puesto que ella solía utilizar. Muy alejado de todo. Escondí la flor y me dispuse a esperarla. Tomé un par de revistas y las hojeé. Ella llegó minutos después; se sentó a mi lado, sacó su libreta y comenzó a escribir.
"Me has ganado" sonrió cuando me hizo entrega del papelito.
—Tendremos tiempo para hablar más, ¿no? —Le respondí sin papel alguno. Me acerqué un poco a ella, sin invadir demasiado su área personal. —¿No me quieres hablar? —Susurré. —Podemos hacerlo así, en murmullos. —Propuse. _________ suspiró. Evitó mirarme a los ojos. —No me dejes de mirar, por favor... —Volví a musitar. —Te traje un regalo.
La mirada de _________ se dirigió a mí con timidez. Tomé el tulipán y se lo entregué. Sus ojos se agrandaron y, pude con certeza, ver algunas lágrimas querer salir de sus ojos pardos. Me causó ternura, y unas inmensas ganas de abrazarla. Pero me contuve.
La miró detenidamente, la acercó a su nariz y la olió, formando una sonrisa en sus labios. Me miró y asintió cortamente para luego volver a mirarla y tapar la mitad de su rostro con su cabello.
—Gracias. —Dijo con voz muy apagada pero que, alcancé a escuchar claramente.
—___________.... —Susurré. Incliné mi cuerpo para poder verle al rostro.
—Gracias, James. —Susurro con temor.
—De nada. —Le dije, con la misma tonalidad suave y poco audible. —Tienes una linda voz.
—También tú.
—¿Quieres saber por qué tengo el guante en mi mano? —Le pregunté. Ella alzó la mirada y me observó detenidamente. Asintió nerviosa. —¿Me hablarás después de esto?
_________ volvió a asentir.
—Si. —Murmuró. Miró el tulipán y lo acarició con las yemas de sus dedos. Luego me miró, expectante.
No estaba seguro de lo que iba a hacer en ese momento, pero lo hice con el fin de poder seguir escuchando su voz y tenerla justo al lado mío, percibiendo su mirada y ojos hermosos. Tomé el guante de mi mano y con bastante temor, comencé a desprenderlo. El metal se hizo presente como algo brilloso ante la luz de la sala, lo que llamó la atención de __________. Dejó el tulipán a un lado y rápidamente, enfocó su mirada en mi extremidad sin protección alguna.
—N-no te asustes, por favor. —Pedí. Ella negó rápidamente. Dirigió sus manos hacia la mía y, con timidez las dejó a centímetros de ella. La tomó luego de ver que le daba autorización para que la sintiera.
—¿Te dolió? —Susurró entre dientes. Sus dedos viajaban por sobre mi mano.
—No. —Musité. —Digo, no recuerdo muy bien ese suceso.
Ella siguió inspeccionando mi mano; la analizó y tocó con suavidad. Pese a que no sentía el tacto de su mano, pude imaginarme la calidez que ésta tenía.
Dejó mi mano y tomó el tulipán nuevamente. Lo miró, sin emitir palabra alguna. Fruncí el ceño y me cuestioné si hice bien en mostrarle mi defecto.
—Es interesante. —Murmuró, sin mirarme.
—¿Qué cosa?
—Que me hayas regalado un tulipán amarillo. —Suspiró. Le miré sin entender a qué se refería.
—N-no te entiendo. —Balbuceé. —¿No te has asustado?
—¿De verdad quieres ser mi amigo? —Inquirió, muy bajito y observando de re ojo a la recepcionista que, sabía nos observaba con curiosidad. Miré hacia la mujer y ésta rápidamente siguió con sus quehaceres.
—¿Tú quieres ser mi amiga? —Cuestioné. Rasqué mi nuca, nervioso al imaginar su posible respuesta. —Entiendo si es por lo de la mano, y-yo de verd...
Ella negó.
—Tu mano no me importa. —Murmuró. —Es novedosa. —Se encogió de hombros. —¿Quieres saber por qué me aterra hablar con las personas? —Preguntó. Yo asentí inmediatamente. —Tengo fobia. Desde pequeña, siempre me invade un terror enorme al querer hablar con alguien, o cuando se me acercan para preguntarme algo. — Agachó la mirada y comenzó a jugar con sus manos. —Me siento segura cuando me alejo de todos, porque sé que no tengo que esforzarme para hablar y parecer simpática. Además, me invaden, repentinamente, las crisis de pánico. Siento que me voy a morir en cualquier momento. Y lo peor, es que nadie me puede ayudar. Tengo que sufrirlo en silencio cada vez que siento que mi pecho se contrae. Es un infierno vivir en mi pellejo, James. —Suspiro abrumada. —Tú me entiendes, ¿no? Por algo estamos aquí, en esta sala, en busca de ayuda profesional.
Y era cierto. Ambos estábamos allí por una única razón: Buscar ayuda profesional para sentirnos normal y encajar en la sociedad.
No me prive, esta vez, de tomar su mano. Lo hice con ambas manos; _________ se vio sorprendida, más no dijo nada al respecto. Observó cómo sus manos eran envueltas por las mías y sonrió. Me gustaba cuando sonreía.
—Saldremos de esto, __________. —Le dije. —Juntos.
La muchacha hizo brillar sus ojos. Sus mejillas se tornaron rojas, haciendo que sus ojos y rostro lucieran realmente atractivos.
—Juntos. —Susurró, esbozando una sonrisa.