Capitulo 12.

21 3 1
                                        


Me desperté por el calor que sentía en todo mi cuerpo, me giré sin abrir los ojos para chocar contra algo que había al otro lado de mi cama, me sobresalté abriendo rápidamente los ojos, lo primero que sentí fue una puntada en la cabeza y después el terror me invadió cuando divise que el bulto que había en mi cama era Thomas. Intentaba recordar que había pasado anoche pero nada se venía a mi cabeza, me destapé para salir de la cama y estaba con otra ropa. No pudo haberme vestido él, no me digas que nosotros dos... No, es imposible. Lo moví para que se despierte pero no daba señales de vida.

-Thomas levántate, ya es tarde.- Dije frustrada de intentar despertarlo moviéndolo y que no dé indicios de estar vivo. Bufé frustrada, me metí al baño dispuesta a bañarme, por suerte vi que la ropa que me saque anoche estaba al lado de la ducha lo que significa que yo misma me cambié. O al menos eso quería creer.

Pasó media hora desde que me metí al baño, salí ya bañada y cambiada. Miré hacia la cama pero no estaba más mi querido compañero, cerré los ojos buscando calma como me había enseñado mi abuela:

'Si cerras los ojos nadie te puede ver, podes conectarte con vos misma por unos instantes Emmita'.

Era una nena cuando empecé a hacer eso cuando me enojaba o tenía miedo sin pensar que al crecer iba a ser mi salvación para no volverme loca. Mi sábado fue tranquilo, hice ejercicios para matemática y algunos dibujos para arte. Aunque estaba un poco distraída pensando en las cosas extrañas que me pasaban últimamente, el fuego, lo del el control de Lise, era algo que me resultaba extraño. Definitivamente no era normal pero no entendía qué es lo que estaba mal conmigo... Anoche no tuve pesadillas y me di cuenta que cuando hablaba con Thomas tampoco las tenía, si se quedó a dormir mucho menos iba a pasar. Creo que él tiene algo que ver en todo esto. Me levanté decidida de la cama para vestirme e ir directamente a su casa en busca de explicaciones, él tenía que ayudarme a saber qué es lo que está pasando conmigo.

Eran las seis de la tarde cuando llegué a la casa de mi querido compañero-amigo, toqué el timbre y después de un rato el portón se abrió indicando que podía pasar. Todo estaba como lo recordaba, hasta el patio era impecable. Cuando toqué la puerta de entrada nadie abrió así que pasé sin más remedio, se escuchaban voces a lo lejos cuando estaba en el corredor. Me adentré hacía el living y antes de entrar pude escuchar que las voces eran de Thomas, Milo y Alexander.

-No podes simplemente pasar la noche con ella Thomas.- Dijo su amigo enojado.- Es peligroso, sabes lo que puede causar.-

-No seas así, te pasa lo mismo con...- Quiso defenderse mi compañero pero una voz más potente lo calló inmediatamente.- Emma.- Susurró Thomas lentamente, no podía moverme de mi lugar porque no me esperaba eso. En dos segundos ya estaba él mirándome incrédulo con los brazos cruzados sobre su pecho.

-Thom... Yo...- Susurré con miedo de decir algo mal.

-Yo la deje pasar, ustedes no prestaron atención al timbre.- Una voz femenina me defendió atrás mío, se escuchaba el ruido de sus tacos llegando hacia nosotros, era Alisse, suspiré aliviada.- Deja de ser un estúpido hermano y pasa el día con tu amiga.- Al decir la última palabra la remarcó demasiado.- Emma, espero que no te trate mal porque si es así lo dejo sin bolas.- Sonreí, me caía demasiado bien esta chica. 

Mi querido compañero me llevó hasta el patio trasero, por suerte no teníamos que pasar por el living para llegar hasta ahí. Quedé impactada cuando vi lo inmenso que era ese lugar, había una fuente a algunos metros del lado derecho y un árbol de jazmines que aún no florecían cerca de la misma. Del lado izquierdo había un par de sillas con una mesa, entre dos árboles se encontraba una hamaca. Sonreí con la idea de él hamacándose. Lo que más me sorprendió es que su patio daba directamente con el bosque, no había ninguna pared que lo separara de ese terrorífico lugar.

-Te quiero mostrar un lugar.- Dijo él dirigiéndome hacia el bosque tomando mi mano. Caminamos por media hora y llegamos a una pequeña cascada, abrí la boca asombrada por lo hermoso que era ese lugar. Aunque estaba oscureciendo no tenía miedo, por alguna extraña razón me sentía segura con él a mi lado. Caminamos un poco más hasta quedar enfrente del agua que se acumulaba debajo de la cascada y Thomas se sentó en una piedra indicándome que me siente a su lado.

-Es hermoso este lugar Thom.- Dije rompiendo el silencio que si bien era cómodo,  yo había ido a hablar.

-Mi mamá adoraba las cascadas.-Recordaba con melancolía mientras miraba el agua caer, sonrió de lado y siguió hablando.-  Veníamos acá en las vacaciones de verano, el último verano que vinimos junto a ella me trajo a este lugar que yo no sabía que existía y me dijo:

'Hay razones por las que uno decide trasladarse a un sitio como éste y razones por las que decide quedarse. Con el tiempo, el agua se ha hecho muy importante para mí'

-No entendía bien.- Susurró.- Era tan solo un nene que quería a su mamá siempre a su lado.- Suspiró pesadamente, le agarré la mano y él miró hacía mi.- Pero cuando ella... falleció... al poco tiempo me acordé de sus palabras... de alguna manera cuando vine a vivir a acá después de muchos años, este lugar me conectaba con ella, y así fue como se convirtió en mi lugar especial.- Sus ojos estaban cristalinos, no lo había visto de esa forma, era algo nuevo para nosotros y nuestra confianza.

-Eso es muy lindo.- Suspiré mirando hacia el agua de nuevo.

-Hoy hace ocho años que ella murió Em.- Cerré los ojos apretándolos fuertemente, me estaba transmitiendo todo su dolor y tristeza.- No te das una idea de cuánto la extraño.- Susurró apoyando su cabeza en mi hombro, inconscientemente empecé a acariciarle el pelo sin decir ni una palabra.

-Lo siento mucho Thomas.- Dije después de un largo rato. Ya era de noche y los bichitos de luz alumbraban el lugar haciéndolo mágico.-Se está haciendo tarde y debería irme.-

-No, quédate a comer.- Sabía que no quería dejarlo solo pero estar en el mismo lugar que Alexander no me resultaba cómodo. Aunque acepte por la tristeza que reflejaban sus ojos.

No es lo que parece.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora