Lo miré confundida mientras él inspeccionaba si yo estaba bien girándome la cara con sus manos en mis mejillas. Estaba en shock.
-¿Qué fue todo eso?- Susurré asustada sin poder creerlo todavía.
-Quédate tranquila Em, estás bien.- Me abrazó con mucha fuerza, seguía impactada por lo que había pasado que no reaccionaba.- Emma mírame a los ojos.- Susurró en mi oído para después alejarse y mirarme fijamente.- Tenés que cuidarte no podes andar por la callé así, hay cada loco andando hoy en día.
-Sí ya lo sé... Pero no entiendo... cómo hiciste para... aparecer tan rápido...- Estaba comenzando a agitarme por el miedo, se me cerraban los pulmones y no podía respirar. Odiaba cuando pasaba esto.
-Tranquila Em, respira hondo y quédate tranquila. ¿Hay alguien que viva cerca para que pueda llevarte?- Me hablaba con calma, asentí respondiendo su pregunta y lo guié lentamente a la casa de mi abuela que estaba a dos cuadras. Cuando llegamos él se preocupó por tocar el timbre mientras yo me senté en las escaleras esperando a que ella abriera.
-¡Emma! Mi amor...- Me saludó emocionada pero su rostro se alarmó cuando vio mi cara pálida.-¿Qué pasa amor?- Preguntó confundida y después miro a Thomas que estaba sosteniéndome de la cintura.
-Hola señora, soy Thomas amigo de Emma. Recién casi tuvimos un accidente acá cerca, pero no se preocupe está todo bien.- Le sonrió tratando de calmarla pero por supuesto que no fue suficiente para mi abuela. Ella tiene sesenta y cinco años, es atenta y muy dulce. La mamá de mi mamá, todo lo contrario a lo que ella es. Sus ojos verdes se llenaron de lágrimas mientras se acercaba a abrazarme, le acaricie el pelo, que tenía un poco grisáceo, para calmarla. Nos hizo pasar y preparó carne al horno para que comamos con Thomas. El no quería quedarse porque se sentía algo incomodo pero mi abuela se salió con la suya haciendo que se quede. Estábamos comiendo mientras ella contaba anécdotas de cuando yo era bebé.
-Cuando apenas le salieron los dientes, Emmita mordía todo lo que tenía a su alrededor. ¡Parecía un monstruito!- Me puse colorada por la risa de Thomas, mi abuela lloraba de la risa dejándome en ridículo. Igualmente la amo.
-Les habrá traído muchos dolores de cabeza seguro.- Comentó él sonriendo. Por primera vez me doy cuenta que se le hacen dos hoyuelos a los costados de sus mejillas. Giró la cabeza mirándome y me encontró observándolo, lo que hizo que mis mejillas se tiñeran de rojo otra vez.
-Por supuesto que nos trajo dolores de cabeza.- Afirmó mi abuela riendo.- Siempre se salía con la suya, parece un poco tímida al principio pero cuando agarra confianza es terrible.- Sus carcajadas sonaban en toda la casa haciendo eco.
-¡Abuela!-Ya estaba cansada de que se burlen de mi, a lo que reí también y mire a Thomas dispuesta a sacarle información.- Seguro vos de chiquito eras peor Thom.- Se rió, contestó tranquilamente apoyando sus codos en la mesa.
-Mi mamá me contó que cuando era chiquito antes de aprender a caminar ya sabía correr.- Mi abuela se rió fuerte, a eso se le sumó mi risa y después la de él.- Claro que los volvía locos. De mis hermanos yo fui el que más problemas causó...- Su mirada pasó de ser divertida a ser melancólica.
-¿Cómo se llama tu madre, Thom?- Gracias abuela por ayudarme a sacarle información. Dentro de poco vamos a estar en la CIA.
-Se llamaba Sophia. Falleció cuando cumplí once años.- Mis ojos se abrieron con sorpresa y mi abuela puso su mano sobre la de él.
-Lo siento mucho hijo, lamento que hayas tenido que pasar por eso.- Sonó sincera, él respondió asintiendo con la cabeza. Me miró esperando mi respuesta.
-Thomas...-No sabía que decir.- Siento mucho lo de tu mamá.- Le acaricié la mejilla y el solamente sonrió.
-Muchas gracias chicas. Si no les molesta yo me tengo que ir porque se me hace tarde.- Se paró, me miró fijamente unos minutos y después hizo lo mismo con mi abuela. Sonrió.- Emma si queres te acompaño hasta tu casa.
-Sí, dale, no quiero volver sola.- Agarré mi campera del respaldo de la silla mientras él se despedía de mi abuela. Hice lo mismo, salimos y empezamos a caminar.
-Gracias por confiar en mí y dejarme conocer a tu abuela. Es una mujer muy amorosa.- Sonrió de lado y siguió hablando.- Sé que no es fácil para vos confiar en los demás.
-No tenés que agradecer nada Thom, de a poco estás siendo parte de mi vida.- Miré hacia el piso, continué hablando porque él no decía nada.- Sí no es fácil para mí confiar, pero de a poco se gana la confianza.- Él sonrió asintiendo con la cabeza. Estuvimos medio camino en silencio, pero no de esos silencios incómodos si no que esos silencios que te sentís a gusto con la compañía de la otra persona.
Cuando llegamos hasta mi casa me explicó que él vivía a unas diez cuadras más o menos y que cuando yo quisiera él podía venir a visitarme. Nos despedimos, entré a mi casa y no estaba preparada para ver lo que me encontré adentro.

ESTÁS LEYENDO
No es lo que parece.
FantasiTodo parecía ir normal en la vida de Emma. Hasta que un día se ve obligada a reconocer que su vida no era para nada normal comparada con la de otras adolescentes. Al conocer a Thomas su historia dio un giro de ciento ochentas grados iniciando así la...