Capitulo 25.

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Emma Smith en multimedia. 


Ya era julio, faltaban tan solo horas para que nos vayamos a Bariloche todos juntos. Estaba guardando toda la ropa en mis valijas porque después de este viaje nos iríamos todos a los respectivos lugares partes del plan. Alex y yo perdimos el contacto porque tuvo una fuerte pelea con mi hermano a causa del beso que el idiota de Thomas vio, Lucas quería matarlo pero simplemente discutieron haciendo que su amistad se rompiera. Me sentía un poco culpable porque jamás quise confundir a Alex. Thomas y yo estábamos alejados, no hablábamos mucho pero sí pasábamos tiempo juntos para protegernos el uno al otro y así prevenir problemas. No nos habíamos disculpado después de la última discusión, ni siquiera se me había pasado por la cabeza pedirle perdón si él fue el idiota. Orgullosa siempre.

Estaba algo nerviosa por el viaje, no sabía que podría llegar a pasar si el infiltrado todavía estaba entre nosotros averiguando nuestros movimientos. Bajé a la cocina para buscar algo de comer, aunque ya habíamos cenado tenía hambre por los nervios. Cuando pasé por la habitación de Thomas escuche murmullos pero no lo suficientemente fuertes para entender así que me acerqué más apoyando mi oído en la puerta. Era una voz femenina, un poco alterada.

-No seas así con ella Thomas. Tenes que aclararle lo que sentís.- Pude distinguir que era la voz de Alise.

-No te metas Ali.- Susurró él.

-Hace mucho no escuchaba ese apodo...Así me decía...- Contestó su hermana pero él la cortó.

-Mamá... Sí, lo sé.- Su voz era triste.

Empecé a escuchar pasos hacía la puerta así que inmediatamente usé mi velocidad para irme a la otra punta en donde estaban las escaleras. Cuando estaba por bajar alguien me agarró del brazo haciéndome girar, me encontré con esos ojos color esmeralda que me miraban profundamente como si pudiera ver a través de ellos, lo que me sorprendió porque usualmente Thomas no dejaba que vea sus sentimientos. Se acercó lentamente hasta mi, llegó a mi oído haciéndome cerrar los ojos y habló.

-Es de mala educación escuchar atrás de la puerta preciosa.- Abrí los ojos como platos y él se alejó sin más bajando las escaleras.

Cuando me giré para volver a mi habitación Alise me miraba divertida desde la puerta de la habitación de su hermano. Negué con la cabeza sonriendo pasando por en frente de ella. De repente todo el apetito que tenía por los nervios del viaje se había ido simplemente por la presencia de Thomas. A veces lo detestaba, en realidad me molestaba sentir cosas por él porque sabía bien que no iba a corresponder mis sentimientos. Por eso mismo me obligué a verlo como a un hermano. Aunque la mayor parte de tiempo el maldito se paseaba por la casa sin remera haciéndome babear como una estúpida, y no se crean que yo me quedé atrás. Esa no sería Emma. Yo andaba en short por toda la casa con la diferencia que él no me miraba, eso me hacía enojar muchísimo porque quería llamar su atención pero él ni siquiera se molestaba en mirarme. Por eso mismo decidí rendirme con él, ya iba a aparecer alguien mejor.

A las doce de la noche ya estábamos en el yet privado de la familia Smith por volar hasta Bariloche, el vuelo iba a durar dos horas más o menos. Era poco tiempo, pero cuando me dijeron que Thomas tenía que sentarse al lado mío supe que iba a ser el viaje más largo de mi vida. Ni siquiera quería pensar en cómo iba a ser aguantarlo todo el viaje hasta España después de las vacaciones.

-Emma...- Susurró Thomas cuando ya estuvimos sentados en nuestro lugar.

Vale resaltar que estuvimos discutiendo media hora por quién iba a ir del lado de la ventana, le gané en piedra, papel y tijera, pero igualmente se terminó sentando él.

-¿Qué queres?- Contesté con mal humor.

-No seas agresiva.- Respondió bufando.- Quería preguntarte si me prestas tu ipod para escuchar música.

-No tengo un ipod Thomas.- Pasé la página del libro que estaba leyendo, aunque estaba más concentrada en la voz de mi compañero, era como no leer nada.

-Entonces... ¿Con qué te entretenes en el viaje?- Tenía ganas de golpearlo. Lo miré con una ceja levantada mientras movía el libro en frente de su cara.

-Que aburrida sos.- Contestó el idiota, me reí sarcásticamente. No le contesté.

La primer hora fue rápida. Se escuchaba como todos hablaban animadamente en sus respectivos lugares mientras que Thomas y yo no nos dirigíamos la palabra. Me aburrí de leer, más que nada porque mi compañero le daba golpecitos a mi libro haciéndome perder en la lectura. Todo iba de maravilla, mejoró aún más cuando se quedó dormido. Y como era de esperarse yo también me dormí la otra hora que faltaba.

-¡Chicos arriba ya llegamos!- Gritó escandalosamente Alexander logrando que me levante espantada. Él se reía sin parar por mi reacción.

Mi compañero de asiento bufó, y se levantó sin más siguiéndome hacia la salida. Bajamos del avión y quede totalmente congelada por el frío que hacia. La nieve inmediatamente mojó por completo mis zapatillas vans traspasando hasta mis medias. Literalmente me estaba congelando. Sentí un brazo rodeando mis hombros, no hizo falta girar a mirar al integrante del abrazo ya sabía que era Thomas por su perfume. No me quejé porque al menos me calentaba un poco.

-Vinimos a Bariloche en donde hace cero grados bajo cero y vos no te pones una campera abrigada.- Susurró negando con la cabeza, puse mis ojos en blanco y me dispuse a ignorarlo.

Caminamos hasta la salida del aeropuerto, y ahí nos dividimos en tres autos. En uno iban Lucas y Alise, en otro iba Alexander y por último Thomas conmigo en otro auto. No entiendo porque insisten en juntarme con él, no lo soporto. Nos subimos al auto, él comenzó a manejar mientras yo miraba por la ventana. Estaba maravillada con los pinos altos cubiertos por la nieve como si fuera un manto que los protege del mundo real. No me di cuenta de lo perdida que estaba en mis pensamientos hasta que sentí un golpe en el parabrisas del auto, giré alarmada a mirar a mi amigo conductor. Todo pasó muy rápido, una camioneta negra salió de la nada poniéndose en frente nuestro, Thomas giró el volante con violencia. El auto giró cayendo por el costado de la ruta en donde se encontraba un pequeño bosque. Nuestras respiraciones estaban agitadas, el miedo recorría por cada poro de mi piel.

-¿Qué carajo?- Susurró él para sí, bajó del auto y se dirigió a mi puerta para ver si la podía abrir. Estaba trabada y yo no podía moverme, justo del lado derecho en donde me encontraba, el auto había impactado en un árbol impidiendo que mi puerta se pudiera abrir.

Thomas se dirigió hasta la parte delantera del auto y comenzó a empujar, después de unos minutos el auto se destrabó. Abrí la puerta y bajé quedándome acostada en la fría nieve.

-Levántate Emma te vas a congelar, no estás acostumbrada.- Dijo él agarrándome del brazo para que me levante, le hice caso.- Prestame tu celular el mío ya no funciona.- Le entregué el aparato mientras miraba a mi alrededor. Quedé en shock cuando del lado derecho había un hombre vestido todo de negro con la cara cubierta por un pasamontañas apuntándonos con un arma. 

No es lo que parece.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora