Capítulo nueve

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Narra Karim:

Corrí tanto como mis patas me lo permitieron pero aunque lo hice, no fue lo suficiente para llegar a tiempo, cuando llegué la puerta estaba abierta y ella ya no estaba.

miré hacía los alrededores esperando encontrarla y así fue, pude ver como tiraban de ella dos de los guardias para hacerla caminar, la furia recorrió todo mi cuerpo y corrí a alcanzarlos.

me transforme en humano muévanle y con voz furiosa hable—Suéltenla—demandé

—Son órdenes—habló sin soltarla

Órdenes... lo sabía más que nadie, no debían repetírmelo a cada rato.

—Sabía que vendrías en busca de ella—habló esa voz que comenzaba a odiar cada vez más—por eso he venido a comprobar lo que pensaba

Decidí no voltear, no quería ver su rostro mucho menos esa sonrisa sin piedad—Suéltenla—exigí sin apartar la mirada de quiénes la tenían agarrada.

—No la soltaran Karim—expreso—¿Acaso es tu Mate?—preguntó sin mas

Me quede callado, no era nada, ella no era mía.

Eso pensé—aclaro al verme callado—llévensela.

Levante la mirada y ví como se la llevaban, no pude hacer nada, no pude defenderla, simplemente me quede callado.

—Vámonos Karim—demandó enojado—No creí que vendrías por una estúpida loba, pero como tanto te importa el día de su ejecución tendrás un asiento en primera fila

Iker, no le hagas nada—pedí mirándolo

—No tienes derecho a pedir nada—me miro serio.

Su mirada no reflejaba nada, estos eran más que transparentes, no brillaban, ya no mostraban comprensión.

Narra Idally:

Fui sacada arrastras de mi casa, no entendía la razón, ni por qué estaban haciendo las cosas, pero tampoco les cuestioné.

Escuche a Karim gritar y exigir que me liberarán pero ninguno lo hizo al contrarió dijeron que habían sido órdenes, él único que podía darlas era Iker.

Entonces él lo había hecho.

—Maldito Iker—susurré entre dientes mientras me llevaban.

Después de caminar por unas largas horas llegamos hasta la mazmorra, nadie conocía de ellas pero lamentablemente yo más que nadie las conocía, había estado en ellas cuando apenas tenía uso de conciencia.

me empujaron hacia dentro, mi cuerpo toco el duro y frío piso, detrás de mi cerraron las puertas, tras las rejas mire a niños, compañeros de mi clase, todos en la misma situación que yo.

No nos necesita—respondió Néme con simpleza—Así son los que tienen poder, ellos se deshacen de lo que no necesitan

Entonces caí en cuenta que no necesitaba a habitantes débiles. Los guardias platicaban entre ellos sobre la ejecución de nosotros, la cual sería después de la transformación del alfa.

Uno de los guardias paso por las rejas y comenzó a dar números, al llegar a la mía abrió y metió a un pequeño niño que lloraba, hecho prosiguió a hablar—Tú eres el número 120—me señalo—y tú el 121, esos son sus nombres desde ahora.

El hombre se marchó, los números dados sin duda eran para la ejecución me acerque al niño y arrulle entre mis brazos, él no paraba de llorar.

—Todo estará bien—susurré para calmarlo.

Lo prometes—preguntó con ilusión

Como le diría que no a esa carita de angelito que tenía, entonces mentí—Claro lo prometo. ¿Cuál es tú nombre pequeño?

—mi nombre es Daniel—sonrió

Un gusto Daniel, yo soy Idally—respondí besando su mejía.

Un hermoso niño—exclamó Néme—es nuestro—declaró

Automáticamente Néme lo había declaró como suyo y yo no estaba en contra, al contrario sentía que debía protegerlo.

Narradora:

Los días comenzaron a pasar lentamente y estos eran tortura para cada uno de los que estaban ahí, día a día cada uno era golpeado, maltratado y mucho más.

la comida ofrecida era tan poca que ni siquiera alcanzaba para llenarlos, pero aun asi no podían, ni debían quejarse.

Idally [#1]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora