Capítulo III ¿Puede ser tan difícil encontrarse en Londres?

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El día de Jane había sido particularmente tedioso, con idas y vueltas por concretar un reportaje con Charles Bingley, un especialista en marketing y finanzas asociado hacía tan solo dos semanas al diario en el que ella trabajaba. Ella hacía un año se encargaba de un proyecto mensual, en el cual se publicaban las lecciones que tenían para contar, los exitosos, multimillonarios y más pretendidos solteros de la City Londinense. A estos hombres previa y minuciosamente seleccionados por un ranking de celebridades se los intentaba indagar sobre su vida en general, sus cualidades, algunos infortunios en caso de aceptar contarlos, algo sobre sus éxitos, nada muy complejo, pero era, crease o no, lo más leído y vendido en los últimos tiempos. ¿Las interesadas? : solteras de entre 30 y 40 años de Londres y sus alrededores.

Casualmente el famoso experto seleccionado de ese día era un íntimo amigo de William Darcy, toda una casualidad, si es que las casualidades existen. Pero, para Jane, que no creía en el destino, ni en las casualidades; ni en nada que tuviera que ver con el azar, eso no era posible, esas creencias  se las dejaba todas a su amiga Elizabeth y a su fantasiosa y creativa personalidad. Ella, era la "reina" de la realidad objetiva, en su trabajo de periodista y en su vida; estaba convencida de que la única manera de hacer las cosas, de que la cosas funcionaran, de que las cosas sucedieran, era actuando sobre la realidad, moviendo las fichas de la vida con conductas, y no, conductas aisladas, conductas dirigidas y bien pensadas. ¡Nada puede venir desde afuera!, pensaba, uno avanza proponiéndose objetivos y yendo por ellos con todo lo que eso implica. Aunque era cierto que el relato de Lizzy sobre su encuentro fortuito con William Darcy esa mañana, y el pedido insistente de su jefe de que ella realice ese mismo día un reportaje a su mejor amigo para agregar ese reportaje a la revista que se imprimiría esa misma madrugada, la habían dejado pensando en las casualidades. 

¿Cómo explicar los dos encuentros, el mismo día en la vibrante Londres? , lo peor para ella en ese momento, a parte de no poder explicar la casualidad, era intentar explicar sus deseos incesantes de volver a ver a Charles Bingley, con su simpática sonrisa, que no se borraba de su memoria. Charles quien luego de ir y venir con llamadas para el reportaje, la había citado en su oficina situada en  un lujoso edificio de Cornhill Street.

Todo era impactante desde donde se lo mire, dejándola a Jane en la más profunda fascinación, cosa que no era para nada habitual. Al entrar en la oficina él con su dulzura y buen trato habían dejado sobresalir su belleza, ella por el contrario, no estaba vestida esa tarde para semejante lujo y extravagancia en donde se encontraba, pero él, tan simple y galante había hecho que se sintiera muy cómoda y que ese detalle pasara desapercibido. Él lucía un traje impecable que resaltaba el celeste de sus ojos y su simpatía y amabilidad daban vida a todo alrededor, era una persona bella.

Jane había estado bastante correcta, esforzándose para disimular la atracción que sentía por el caballero, teniendo en cuenta todo el tiempo  que él era accionista en el periódico que la contrataba, pero a la vez   uno de los solteros más codiciados de Nethefield, lugar del cual era oriundo,  y tambien de Londres en donde era famoso por sus influencias comerciales.

De un modo o de  otro
, ese hombre,  que era su jefe ya que formaba parte del directorio de la revista para la que ella trabajaba  no había impedido que ella quede cautivada por su amabilidad y se desconcentre de su tarea, hipnotizada  con su mirada y perdida observándolo en varias oportunidades. La desesperaba recordar esas escenas, mientras se tentaba en llamar a su primo para pedirle información del sujeto en cuestión y se contenía al mismo tiempo. Charles era tan galante que había pasado por alto esas largas observaciones y su silencio, tapándolas con pequeños comentarios y risas sueltas, que la ayudaban a ella a salir del paso en esas oportunidades. Algo sucedía en su cuerpo mientras recordaba esos pequeños episodios y quería volverlo a ver. 

El sueño de William DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora