William Darcy, un reconocido arquitecto inglés, viaja a Londres por negocios. Bastante confuso despierta una calurosa mañana de julio de 2017 en su departamento de Oxford Street. Sentía ruidos atípicos, todo parecía andar muy rápido, tenía...
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Caía la tarde, una suave brisa tibia movía las hojas de lo árboles que resguardaban el parque de la mansión. La mayoría de los invitados se habían retirado. Lizzy y Will luego de hacer dormir a los niños y dejarlos en su habitación, decidieron recostarse en una de las reposeras junto a la piscina. La fiesta había terminado de ina manera maravillosa y se sentían satisfechos. Esa noche cenarían con Ruth y David que se hospedaban en la mansión y aún eran invitados, los padres de Elizabeth y Georgiana y su esposo. Tris y Ed no estaban invitados pero como disfrutaban de las instalaciones era seguro que se quedarían. Y a la pareja les caían tan bien que no tenían problemas de recibirlos.
Jane se había ido muy cansada, daría a luz en cualquier momento y eso se le notaba.
Los Lucas y el señor Collins luego de correr a William Collins por toda la mansión durante todo el día, habían decido retirarse a descansar exaustos.
Los Bingley y los Mac Greggor se habían despedido temprano porque no habían sido invitados a la cena. Lizzy prefería espaciar los encuentros con algunos amigos de Darcy. Lo hacía por su salud mental.
Tris se bañaba en la piscina junto a Ed, ambos hacían todo tipo de demostraciones acuáticas, entre gritos, saltos mortales, empujones, intentos de ahogos mutuos, abrazos y besos fogozos, eran tan jóvenes que Will sentía un poco de celos al observarlos.
Intentaba recordar qué hacía él a la edad que ellos tenian ahora y no lograba traer esos recuerdos a su memoria. Siempre había tenido una vida familiar un tanto monótona, verlos disfrutar de su casa de ese modo lo llenaba de energía y lo hacía ver algo que nunca había visto, mucho en su vida había sido igual y repetitivo, había sido un viejo joven y eso lo perturbaba un poco.
Era cierto que en la universidad y con sus amigos se destacaba en los deportes y era menos rutinario, pero en cuanto a lo familiar siempre estaba como con el freno de mano puesto, por imposición de las ideas de su padre, que siempre intentaba sobresalir o indicar que era lo que se debía hacer o no al mejor estilo de un reloj que marca las horas.
Intentaba traer a su memoria cuantas veces se había bañado en esa piscina con amigos y no lo recordaba, no sabía si era antes o después de haberse recibido de arquitecto. Lo que si se hizo consciente en ese momento fue que mientras su padre vivía, él prefería estar en Manchester y cuando viajaba a Londres intentaba estar lo menos posible en esa casa y ese recuerdo le estremeció el corazón.
Recordaba a Tris de niña en esa misma casa haciendo travesuras, y tambien en alguna reunión en el club, no podía creer que ella formara parte de su vida, su padre odiaba a esa niña desde el día del episodio del auto y él siempre le había guardado respeto por hacer lo que quería sin importarle para nada la lirada del otro. Will no terminaba de entender cómo todo había cambiado tanto. De repente comenzaba a notar esas cosas de su padre tan despectivas, que demostraban que era un hombre poco humano, cerrado, ciego, poco empático y de sentimientos avaros. Él no quería convertirse en eso, se sentía muy feliz con lo que había logrado en esos años junto a Elizabeth, tenía una familia hermosa, tres hijos joviales y sanos, amigos nuevos, divertidos, talentosos y llenos de energía.
