Capítulo XII ¡ Compórtate!

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Luego de descansar por unas horas al cuidado de Tris,  Lizzy se sentía mucho mejor.

Había recuperado su energía y no quería cancelar su trabajo de la tarde, bajó las escaleras como si tal cosa, vio la puerta del garaje entreabierta, el auto de Will ya no estaba, sentía añoranza, no por el auto en sí mismo, sino porque tener algo tan valioso de Will en su casa la acercaba a él.

Tomó su celular con desesperación con la ilusión de encontrar un mensaje, pero no encontró NADA DE NADA, la estaba pagando, tanta pavada infantil durante dos días, habían terminado en, la distancia del maldito dominador de todas las situaciones. Señor ceño fruncido remilgado, pensaba , mientras algo le dolía en el pecho, quería que la llame.

Releía los mensajes enviados por él, no podía soportar la insistencia de su mente en volver una y otra vez a la última comunicación telefónica, a escuchar que la llamada terminaba y NADA, NADA, NADA MÁS.

Tris ordenaba algunos objetos decorativos para la decoración de los escaparates de una casa de modas de adolescentes, iban a colgar corazones rojos y blancos en toda la vidriera, suspendidos con un hilo plateado entre los cuales se intercalarían maniquíes vestidos con los últimos modelos del verano.

No podían dejar de retocar los cambios ya que era una empresa de modas nueva, y las ventas del verano a los turistas del mundo dependían de las vidrieras renovadas.

_ ¿Iremos? _ dijo Tris intrigada, viendo a Elizabeth con cara de pocos amigos.

Lizzy con predisposición a su trabajo, tomó las cosas que no pesaban, su cartera y se dispuso a salir diciendo:

_ ¡Claro!_ sonaba rara, su voz no cantaba como era habitual, parecía nostálgica.

Tris sin decir mucho la siguió con los artículos más pesados, buscarían a Charlote de camino, la boutique quedaba a no más de treinta cuadras.

Charlote las esperaba dispuesta en el hall de su edificio, amaba salir de su casa para trabajar, ella era la única de sus amigas que se había casado, y aunque era muy feliz con Collins, adoraba trabajar para Elizabeth y desentenderse de las tareas hogareñas por momentos.

_ ¿Cómo has estado? ¡No hemos hablado en días! – dijo Charlote interesada, tenía algunas novedades por Jane, que era más chismosa y había pasado por su casa a ver a William por su enfermedad, no vivían muy lejos una de la otra y trataban de mantenerse siempre  en contacto.

_ He estado bien, debo contarte algunas cosas, ha sido un fin de semana  diferente. Aunque no sé, estoy un poco indecisa con cosas que me han pasado. Tengo un poco de miedo.

Tris prestaba atención a todo, pero se hacía la desentendida. Lizzy prefería evitar los comentarios ya que no quería que supiera quién era el hombre con el que ella se había visto el fin de semana. Prefería preservar su vida personal. Tris era hija de un banquero amigo de su padre, bastante relacionada en el ambiente, había dejado sus estudios de diseño gráfico en una universidad de Estados Unidos, y estaba pasando el verano en Londres sin saber que haría el próximo semestre, Lizzy no la conocía tanto, ni quería ventilar su intimidad.

Charlote miraba a todos lados, y le hacía caras a Elizabeth que se mordía las uñas de ganas de contarle a su amiga los acontecimientos.

Al fin llegaron a la tienda. Mientras Tris retiraba la ropa de los muñecos de la vidriera de la semana anterior, Lizzy y Charlote buscaban vestidos y atuendos de la nueva colección para volver a vestirlos.

En ese momento tuvo la oportunidad de relatar rápidamente los hechos más importantes a su amiga, y de escuchar los primeros reclamos que su amiga tenía en cuanto a su proceder.

El sueño de William DarcyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora