Capítulo 14

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(˘̩╭╮˘̩)っ Semana dos ╮(╯▽╰)






Magnus estaba asustado estaba completamente aterrado, pues comenzaba a preguntarse si su madre podría cambiar.

Era viernes de la segunda semana.

Sí, su segunda semana ya se había acabado.

El moreno estaba sentado en el sofá que había pertenecido a su padre y su madre nunca se había atrevido a ocupar.

Por supuesto, si la mujer llegaba a encontrarlo allí, le daría la golpiza de su vida, Magnus siempre se sentaba en aquel lugar sin que su madre lo notara, era cálido o bueno, él se imaginaba que era cálido, le gustaba pensar que su padre algún día lo había ocupado, cuando aún quería a su madre, cuando no había huido de casa, Magnus decía que ese era su sillón de pensar.

Exactamente eso era lo que estaba haciendo en ese preciso momento, pensando, preguntándose si en verdad podría ser que su madre cambiara, pensando en todos los acontecimientos de la semana.





(ಥ_ಥ) Lunes 〒n





El moreno se esforzó haciendo la cena aquella noche, tenía todo perfecto, incluso había arreglado el tráiler perfectamente, las colillas de cigarrillo habían desaparecido, la alfombra estaba lavada, el sofá de cuero estaba lustrado, limpio y perfumado, se había desecho de las botellas de cerveza y se había encargado de que todo el tráiler se viera como nuevo, pero a la mujer no le había importado en absoluto su esfuerzo.

- ¿Qué demonios le sucedió a este lugar? –Preguntó y frunció el ceño –huele raro.

Pues sí, a limpio, pensó el moreno con acidez, sospecho que tú nunca has olido nada igual.

-Supongo... limpié un poco la casa, en realidad la limpié completamente.

-No me gusta –gruñó la mujer.

Magnus la miró con la ceja arqueada.

¿A qué mujer no le gustaba tener su hogar limpio? Es decir, estaba impecable, tanto que apenas podía reconocer el lugar, al parecer tenían un suelo muy bonito cuando no estaba cubierto por una alfombra completamente sucia y colillas de cigarrillos.

-Pero madre... creí que sería de tu agrado.

-Sí, el problema es que tú no estás para creer nada aquí, no toques mis cosas.

-Pero es nuestro hogar, el de los dos...

La mujer lo fulminó con la mirada.

-Tú no portaste un solo centavo para comprarlo, así que es MI hogar y te estoy diciendo que no vuelvas a cambiar las cosas en él, haz lo que quieras con la pocilga qué es tu habitación, pero el resto del lugar déjalo intacto.

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