Capítulo 11

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Lo sé, sé que no actualizo hace siglos, pero en mi defensa, la U me ha tenido super ocupada, de verdad no había podido escribir nada en absoluto, intentaré actualizar lo más pronto posible, pero tengo el horario super ajustado...





La comida con Magnus pasó rápidamente, él y Alec se reían a carcajadas por cualquier tontería que llegara a hacer sonrojar hasta las orejas a Alec, y es que tanto Alec como Magnus, les encantaba ganarse el sonrojo del contrario, jugaron a las 20 preguntas, para conocerse cada vez más, pero cuando llegó la hora de tocar el tema sobre la madre de Magnus, el moreno palideció.

-No es mi tema favorito –contestó simplemente.

-Lo sé y lo entiendo -dijo con sinceridad el ojiazul –pero Magnus –Alec suspiró antes de acariciar suavemente la mejilla del moreno –me preocupas, no quiero que estés mal.

-No lo estoy –mintió el moreno –ella simplemente tiene sus malos momentos... de vez en cuando.

Bueno, de vez en cuándo es quedarse corto, Magnus no recordaba la última vez que había visto a su madre sobria y no entendía como no la habían despedido del trabajo, pero bueno, no es que su madre trabajara en el mejor lugar, en un restaurante-bar de mala muerte que sus camareros fueran ebrios era algo de todos los días.

-Pero...

-Alexander –el moreno insistió –estoy bien, por favor no te preocupes por eso, no tienes por qué preocuparte.

-Magnus Bane –Alec acarició suavemente la mejilla de su novio –todo lo que tenga que ver contigo, todo, absolutamente todo, me va a preocupar, siempre, no quiero que estés mal.

-Estando contigo, nada podría estar mal.

Y en cierta parte era verdad, sí, tal vez el moreno no puede decir que tenía la vida perfecta, pero al menos estando con él y no importaba lo demás, no importaba los maltratos de su madre, el que permaneciera ebria, el que tuviera que trabajar para costearse sus cosas porque su madre no era capaz de hacerlo, estaba demasiado ocupada gastando su dinero en tabaco y alcohol, pero no le importaba, no importa absolutamente nada si podía mirar esos hermosos ojos azules que lo contemplaban, si las podía ver a diario, si los podía admirar.

El ojiazul le sonrió a su novio antes de rodearlo con los brazos y acunarlo contra su pecho, Magnus prácticamente ronroneó y se hizo bolita en su regazo.

Así es que quería estar todo el tiempo, protegido por los brazos de su Alexander.

Así los chicos pasaron un rato más, juntos, en silencio, abrazados, simplemente disfrutando de su compañía.

El cielo se oscureció, un trueno llenó el espacio, por lo cual Alec y Magnus decidieron que era hora de irse a casa, con destreza, el ojiazul guio al moreno fuera de aquel claro. El ruido de la ciudad los envolvió nuevamente y aunque simplemente estaban en el parque, ese pequeño claro escondido entre la maleza y los arbustos parecía a estar lejos de Nueva York, era su rincón personal.

Alec llevó a Magnus a su casa y se detuvo frente al tráiler, el moreno suspiró, su sueño ya había acabado, tenía que volver a la realidad.

-Magnus... –musitó el ojiazul tomando las manos del moreno y entrelazó sus dedos con los de este –ten mucho cuidado.

Magnus le sonrió enternecido a su novio y besó su mejilla.

-Por supuesto que lo tendré.

-Espera, nuestra noche no se acaba aún.

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