Capítulo 23

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El ojiazul se despertó en una habitación oscura con sus manos encadenadas a la pared, Alec gimió aterrado e intentó incorporarse, pero no, también tenía unas cadenas atadas a los tobillos.

- ¿Qué demonios? –Gruñó pero escuchó una risa ronca y frívola resonar en la habitación en una esquina.

Jonathan estaba sentado allí mientras lo miraba con malicia.

-Por fin has despertado amor mío.

- ¿Qué demonios está pasando Jonathan? Déjame salir.

-Te dije que te volvería a enamorar.

- ¿Encerrándome?

-Bueno, si vuelves con tu chico seguro no me darás la oportunidad de enamorarte, así que te tendré aquí hasta que te enamores de mí.

- ¿Crees que tendré el síndrome de Estocolmo o qué demonios? –Pregunto furioso –esto es ilegal, déjame salir ahora.

-No te preocupes amor, todo estará bien.

-Se darán cuenta, mi familia se dará cuenta, Magnus...

-Le envié un mensaje a tu noviecito ¿quieres ver? –Jonathan le tendió su teléfono a Alec... y allí estaba el mensaje, parecía suyo y se lo enviaba al amor de su vida.






Magnus no sé en qué estaba pensando.
Estoy enamorado de Jonathan, siempre lo he estado y siempre lo estaré, no te quiero, intenté olvidarlo contigo pero no me serviste.
Ahora él me quiere de nuevo y quiero estar con él. Siempre.





- ¿Qué demonios? –Gritó Alec furioso –destruirá a Mags ¿cómo puedes enviarle eso? Ahora tengo que hablar con él... mi familia se dará cuenta –dijo nuevamente.

-En realidad no, le envié un mensaje a Isabelle –le tendió el teléfono nuevamente.

Isabelle me fui de viaje con el amor de mi vida, no me molestes, estoy pasando una linda luna de miel, te llamaré después, te quiero.

- ¿En serio No puedes enviarle eso Isabelle?

-Yo creo que sí y ya lo hice –Alec se sintió aterrado.

Magnus ¿qué pasaría si Magnus lo odiaba? En ese momento estaba pasando por cosas muy difíciles, no era justo, no era para nada justo, Magnus no debía sufrir de tal manera, su Magnus no se merecía algo así.

- ¿Qué quieres de mí? –Preguntó Alec a punto de llorar.

Magnus, Magnus, Magnus, era lo único que podía pensar.

-Mi dulce Alec –Jonathan se inclinó para acariciar la mejilla del ojiazul –quiero todo de ti... y lo tendré.

(U・ω・)

-No, no lo puedo creer ¿estás seguro que fue Alexander? –Preguntó Asmodeus sin entenderlo, es decir, conocía a Alec perfectamente, él no era así, además lo había visto, ese chico estaba total, completa irrevocablemente enamorado de su hijo...

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