Capítulo 3: Patch

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- Pero... ¿Qué carajo estás diciendo Vee? Eso no es posible. ¿Dónde está? Dímelo!!!

Trataba de moverme, mi maldito cuerpo no respondía, Vee se alejó de mí y seco sus ojos con su manga.

- Patch, ya basta, vas a lastimarte- dijo Vee con una voz rota pero pasiva- Patch, no te miento, has estado inconsciente 2 días y ayer enterramos a Nora... Ella... Ya no está.

- Pero... Si a ella como regalo Basso le dió vida eterna como a mí y a mí, la capacidad de sentir como una persona normal, ese era su regalo para nosotros, ¿Cómo puede estar muerta?!- no podía creerlo, ¿Estaba mintiendo?, Aunque... ¿Qué ganaría con ello?, ¿Era una broma?, El accidente no fue una broma... ¿Estoy teniendo una pesadilla?

- Patch al parecer no entendiste los términos del regalo, tuve la oportunidad de hablarlo con Nora, yo también tenía mis dudas con respecto a eso... Y ella - dijo Vee mientras se sonaba elegantemente la nariz con un pañuelo - Basso dijo que lo que el regalo a Nora fue la juventud, la inmortalidad, nadie la tiene, ella no moriría de vejez sino por una causa antinatural.

- Un accidente, asesinato o suicidio - dije ordenando mis pensamientos.

- Exacto, pero... Debemos ser fuertes... - ella comenzó a darme un discurso motivaciónal, mientras lloraba. Yo no podía escucharla. Nora ya no estaba... Mi ángel... No volveré a ver su hermoso cabello rojo, rizado del que siempre se quejaba... No volver a sentir su calor, no volver a oír su voz, sus labios cálidos y suaves, su aroma tan agradable, su voluntad de acero. No puedo soportar esta idea.

En unos pocos días salí del hospital con yeso en el brazo, y con muletas. Vee se encargó de llevarme a casa, con ayuda de su esposo, me dejaron su número telefónico los 2 por si necesitaba algo. No podía pensar en nada en específico, todo en mi cabeza daba vueltas... Nora... Muerta... No volver a verla...

En cuanto ellos se fueron me recargue en la pared. Y pensando en Nora, sentí que mis mejillas estaban húmedas.

Sé que pasaron días, aunque no estaba consiente del tiempo, veía que Vee llegaba con su esposo e hijos, que aunque al principio me tenían miedo, poco a poco se fueron acercando a mí. Los días que no venían me quedaba en casa viendo televisión y cuando en ocasiones tenía hambre comía cosas instantáneas o llamaba a algún restaurante de comida a domicilio.

Pronto las visitas de Vee y su familia fueron disminuyendo hasta que me fijé en el calendario que había pasado 6 meses de la muerte de Nora y en ese tiempo no me había rasurado... No me importó en absoluto...

En casa había veces que olvidaba que estaba solo y llamaba a Nora... Esos eran de los peores días. Otros cuando creí necesario conseguir un trabajo salía a buscar o solo salía a caminar, y veía una cabellera larga y rizada en la multitud de gente y me acercaba... Esta desaparecía

Toda mi vida se había vuelto aún más vacía que antes de conocer a Nora. Mi peor tortura era saber... Que no volveré a verla

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