Capítulo 36: Alix.

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Entre cerré los ojos tratando de pensar si debía dejarlo pasar o no. Al final no importó.

El dio un paso adelante y yo uno hacia atrás.

La verdadera razón del porque no quería hablar con el era porque me dió miedo.Lo entendí cuando retrocedí.

Me dió miedo verlo golpear con tal brutalidad.

Yo decía que no me gustaban mucho las personas demasiado musculosas porque sentía que si tenían algo que les disgustaba seguramente lo arreglarían a golpes.

La situación en principio es totalmente diferente a ese temor que yo albergaba y el no era extremadamente musculoso como para dar esa clase de miedo pero, me daba un poco de miedo estar sola con el y no exactamente porque creyera que iba a decir dañarme.

Probablemente se dio cuenta cuando vio mi rostro, pero prefirió ignorarlo.

- Te fuiste muy rápido de la cena - dijo Cipriano sonriendo - ¿No te gustó lo que mi madre preparó? Tal vez debería preparar mi especialidad para la próxima vez.

- ¿Y cuál es su especialidad? - dije tratando de bromear.

- Unos... Deliciosos... Tacos - dijo lentamente, como si tratara de antojarme, y lo logró.

- Entonces la próxima cena si deberías prepararla tú, y de paso me enseñas la receta. - dije sinceramente.

- ¿Así que si quieres probar algo mío y de paso tener un tiempo a solas conmigo? - dijo con un tono que me avisaba que contestará lo que dijera el diría algo que me haría enojar.

- ¡No! - espeté - es solo que...

- Es solo que te tomé desprevenida y estabas a punto de decir lo que realmente pensabas pero eres muy lista para eso - dijo con una expresión divertida.

- Claro que no - es como si hiciera bromas que no entiendo.

- Tranquila, ya lo entendí, pero debes ser honesta conmigo todo el tiempo. Sobre todo si se trata de alguna parte de mi cuerpo - dijo con un atisbo de sonrisa.

- Alguna parte de... - mi mandíbula casi se cae al suelo.

Así que quiere jugar. ¡Juguemos!.

- Sí, probablemente necesite una parte de tu cuerpo. - dije con una sonrisa de suficiencia - te cortaré pedacitos y te venderé en el mercado negro ¿Cuánto me darán por tus brazos o tú corazón? - puse mano en mi barbilla y lo miré como un producto del supermercado.

- Eso es un fuerte golpe - dijo sobando su corazón - yo te ofrezco todo lo que tengo y eso solo te hace sádica. Lo que me hace preguntarme si quieres una relación sadomasoquista - volteo a verme fijamente y pone una molesta sonrisa en su rostro - ¿La quieres?

- ¡Por supuesto que no! - sabía que estaba más que sonrojada.

¡Tragame tierra!

- Ah, ya sé, es que te viste la de 50 sombras de Grey y quieres ser como el.

- ¡Yo no he visto tal cosa! - me defendí - no soy pervertida, he oído y leído unas frases de esos libros y películas pero ¡Nada más!

- Pero... - dijo poniéndose más cerca - si quieres tener eso tipo de relación debemos establecer quién es el sumiso y quién el dominante.

Ignorando totalmente mi espacio personal me acorraló hasta la pared, su rostro estaba tan cerca que podía sentir su cálido aliento en mis labios, solo un poco más y... Me besó.

Fue un beso despacio, como si quisiera saborearme, fue tierno, tomó mi cabello de un lado de mi rostro y con su otra mano me acercaba tocando ligeramente mi espalda.

No cerré mis ojos, no podía distraerme, había cosas que quería preguntar.

Veo a Cipriano de pronto en un escenario completamente diferente.

Él tiene una gorra y yo estoy sentada incómodamente en algo duro que me deja al nivel de Cipriano y aunque no me está besando ahora está a poco de hacerlo.

De sus labios sale un “Ángel”.

Me besa en un lugar oscuro, ya no estoy sentada y alguien se levanta detrás de él y le disparé.

Estamos en un salón y escribe en una hoja.

Tengo frente de mí una Señora Sky mucho más joven que se sienta juntó a mí en una cama, estoy en un ángulo extraño.

Un chico rubio besa mi frente.

Ese mismo me besa ahora en los labios y estoy frente a Cipriano.

Un incendio, alguien que no distingo de cabellera rubia me persigue, es una mujer.

Una boda.

Los ojos negros de Patch.

¿Qué está pasando?

Me duele el puño, y el labio.

Me he separado, con la respiración agitada, de Cipriano y le doy cuenta que me ha mordido el labio.

Pero es tan extraño que el no se disculpa y no me molestó.

- Cipriano, viniste a responder unas preguntas no a... No importa, responde apropiadamente.

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