Capítulo 34: Alix.

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Escucho un grito y un hombre ascendió al al autobús acompañado con otros 2, todos traían pasamontañas y cuchillos, en las caderas tenían pistolas.

Era un asalto.

- No hagan ningún movimiento sospechoso - dijo uno de ella que era tan grande que apenas cabía. - si lo hacen, morirán.

Todos comenzaron a sacar sus pertenencias, pero una señora con su hijo se quedó paralizada, alcancé a verla desde donde yo me encontraba, ella no encontraba sus cosas, las manos le temblaban cuando reaccionó de que le apuntaban a su hijo con un cuchillo.

- ¿Qué te parece que lo mate? - empezó a hacer un corte en la mandíbula del pequeño.

No pude detenerme a pensármelo siquiera. Me levanté y alcancé al hombre que le hacía eso al pobre niño, él no debía tener más de 8 años.

- ¡No lo toques! - grité, pero el tipo no tuvo tiempo de procesar lo que hacía, ni yo misma, dejó caer el cuchillo ya que le pateé la mano e intenté hacerlo nuevamente en la cabeza pero no sirvió.

Me tomó del cuello y los otros que recogían el dinero y las pertenencias, me miraron.

- ¿Qué intentas hacer pequeña? - dijo uno de ellos.

- No... Soy... Pe... Queña - dije en una voz ahogada que delataba que me faltaba el aire.

Sentía que la cabeza empezaba ha hacerse grande, no podía respirar y mi cara se sentía caliente.

“Liberate” dijo una voz en mi cabeza.

No entendí su significado hasta que los tipos me acorralaron, tomaban mis brazos y los otros se preparaban para golpearme.

No había nadie realmente frente a mí, no sabía si era efecto de mi recién ahogada pero veía muy borroso a los sujetos frente a mí.

Me empujaron y volteé hacia atrás cuando caí.

Cipriano estaba golpeando a uno de ellos, otro intentaba retener a Cipriano para que no golpeara a su compañero y otro estaba prácticamente en cima mío. Me levantó el que me tenía sujetada y Cipriano empujo a nuestros pies el sujeto que inútilmente trató de detenerlo. Esté a su vez sacó su arma y me apuntó con ella al rostro.

- Si no te detienes, la mataré, lo juro. - dijo quién me apuntaba.

Cipriano dejó al sujeto que golpeaba que estaba ya desmayado y se acercó lentamente al que me apuntaba, tenía la cabeza baja, miraba al suelo, levantó la vista y se oyó un crujido y había un manchón de sangre en la ventana, el sujeto que me apuntaba cayó pero volvió a levantarse.

“Liberate” escuché nuevamente en mi cabeza.

Esa voz era de Cipriano, ahora sí la reconocí, el me miró por un segundo.

Pisé el pie de quién me sujetaba y con un codazo en el diafragma me soltó, pero esas personas se recuperaban rápido, se volvió a mí con toda la intención de golpearme.

“Patada” dijo en mi cabeza.

Mi cuerpo le obedeció, di una patada en el diafragma y luego en la cara, eso lo detuvo por 4 segundos en los que Cipriano tuvo la oportunidad de abalanzarse contra él y dejarlo inconsciente.

“Buen trabajo, y como todo trabajo también merece descanso, duerme un poco por ahora” eso fue lo último que escuché, mi vista se volvió borrosa, en mí cabeza se sintió como si una bomba hubiera explotado.

Sentí como alguien me abrazaba, sentía su calor y su aroma llenar mi nariz. Traté de abrir mis ojos pero no pude.

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