El Internado Jamón es el más prestigiado de todo Canadá. El más deseado por las mujeres desesperadas por testosterona, ya que, el Internado Jamón era para chicos únicamente.
O eso fue hasta que llegue yo...
Serie Internos:
• #1.- Internado Jamón |co...
Maldito idiota, simplón de mierda, pelele estirado, ojalá le caiga un rayo por hijo de perra. Le voy a partir toda su puta madre. En fin, ahora no es momento de ver cómo voy a matar a Alexander, tengo que buscar una maldita llave de bronce.
—Si fuera una llave en el fondo del mar, ¿En dónde estaría?.– me dije a mi mismo buscando entre rocas y arena.– si fuera una llave me escondería en el lugar más recóndito de todos.
A unos cuantos metros había como un arrecife, puede que ahí estuviera una de las llaves. Nade hasta ahí, quitando arena y basura y quien sabe que tanta cosa, hasta que ví algo brillando.
—¡Genial! Parece que tuve demasiada suerte de encontrar una llav.... ¿Moneda?– es una maldita moneda, ¿Qué chingados hace una moneda aquí? Era demasiada suerte para un intelectual como yo, deben de saber que me gustan los retos.
A escasos centímetros de mi cara va cayendo la mentada llave...
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—Acaban de tirar las putas llaves... ¡Llevo buscándolas como media vida!– agarré la pinche llave y nade a la superficie.
Subí a un bote que había cerca, me quite el equipo, me quede ahí sentado esperando a que se moviera, pasaron los segundos y no pasaba nada.
—¡¿Por qué chingados no se mueve?!– grité exasperado, giré y ví que el bote era de remos.– ¡Mamando verga! Lo que me faltaba, ahora vamos retrasados.
Rápidamente agarre los remos y comencé a remar con todas mis fuerzas. Después de unos minutos llegue por fin al muelle donde estaba el idiota de Julian. Bajé del bote y le di la llave, pensé que se iba a ir corriendo hacia el mentado árbol, pero no, se quedó ahí viéndome como si fuera un bicho raro.
—¿Te gusto o por qué me ves tanto?
—Te falta darme el pañuelo, imbécil.– replicó Julian.
—¿Cuál pañuelo?– ¿De que jodidos me está hablando?
—¡El pañuelo rojo que me tenías que entregar, pendejo!
—¡Mierda, el pañuelo!– ese mentado pañuelo, joder ¿Dónde lo puse?– cre-creo que lo deje en el bote, dame un segundo.
Subí rápidamente al bote, busque en el suelo, en el traje, en todas partes y no lo encontraba. Si no lo hago me van a matar. Trate de recordar donde lo puse, pero no se me ocurría ningún lugar en donde lo haya dejado, ¿Y si se me cayó en el mar? ¿O si se quedó en la isla?
Ya me había resignado, subí al muelle topandome con la mirada enfurecida de Julian, ahora tendría que enfrentar una muerte lenta y dolorosa.
—Julian, debo decirte que...– ¡Lo recordé! Sé dónde lo deje, mi cara no podía expresar más felicidad que como la tenía en este momento.– que ya recuerdo dónde lo deje.
—¿Qué mierda estás haciendo?– preguntó viendo cómo bajaba mis pantalones.
—Es que recordé que deje el pañuelo el mis boxers para que no se me fuera a perder.– dije sacando el pañuelo del boxer.– mira, aún está calientito.
Le entregué el pañuelo y él, a duras penas lo tomo de la punta con cara de asco. Yo solo lo veía con cara de satisfacción al ver lo incómodo y asqueado que estaba.
—Eres un asco.– dijo antes de irse a su estación.
Subí mis pantalones y ví como a lo lejos Alexander me hacía señales.
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—No le entiendo ni una papa, mejor voy para ver qué quiere.– fui trotando hasta donde estaba.
—Me acaban de decir que cada vez que completemos una etapa debemos de irnos con el siguiente para llegar todos juntos a la meta.– dijo mientras me acercaba a él.
—Pues ni que hacerle, vamos.– comenzamos a caminar en dirección a donde debería de estar Julian.
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Beibis aquí les dejo otro capítulo 😉 Voten y comenten si les gusto:p
