24. Reto ¡¿de noche?!

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Me duele mi cabeza como si me hubieran golpeado con un bate de béisbol miles de veces y la alarma no dejaba de sonar.

—Me va a explotar la maldita cabeza.– me senté en la cama, necesitaba apagar la estúpida alarma.

—Tomate esto.– dijo una voz, no quise abrir los ojos porque me molestaba mucho la luz. Sólo extendí la mano y me pusieron una pastilla en ella, y con la otra tomé la botella con agua.

—No sé quién seas pero, ¿Podrías apagar la alarma? Me está taladrando el cerebro.– señalé hacia el piso donde se suponía que había aventado mi teléfono anoche y tome la pastilla.

Me volví a acostar cuando por fin apagaron la alarma, lentamente iba haciendo efecto la pastilla. Y, como siempre, mi estómago empieza a rugir por falta de alimentos.

—Necesito comer algo.– abrí un poco los ojos y ví sentado en mi escritorio a Fox.– en vez de quedarte ahí viendo mi cara de zombie deberías de darme los lentes que están en el cajón.

—Te dije que te iba a doler hasta el culo, aunque claro que no me escuchaste porque te dormiste.

—Si si, ya cállate que me duele mucho y cuando hablas me duele más.– me levanté de la cama y cogí algo de ropa bastante holgada, estaba a punto de cambiarme cuando ví que Fox no se iba.– ¿No tienes otra cosa qué hacer o por qué sigues aquí?

Después de unos segundos en silencio pareció entender la indirecta y salió de la habitación. Al parecer Saaid ya se había levantado porque su cama estaba acomodada como si aún estuviera nueva, en cambio la mia parecía como si hubiera pasado una manada de lobos hambrientos.

Ya después de que me cambie salí y ahí estaba Fox esperando recargado en la pared. Al mismo tiempo que salí yo, otras dos puertas se abrieron, de una salió Kendall y de la otra Alexander. Todos, incluyendo a Fox, traíamos lentes de sol y el ánimo en los suelos.

No dijimos nada y solo nos subimos al ascensor, sonaba la tipica melodía de elevador, y aunque estuviera en el volumen más bajo parecía que lo estaban reproduciendo con una bocina justo al lado de mi oído, y al ver las caras de los demás parecía que pensaban lo mismo.

Salimos de los dormitorios y nos fuimos a la cafetería, incluso sin haber entrado aún ya había bastante ruido que provenía de dentro. Preparada mentalmente abrí las puertas y todo el ruido se expandió hasta los pasillos, ahora si juro por qué me llamo Savannah Ficher que me va a explotar la maldita cabeza si sigo un minuto más dentro de este lugar.

Rápidamente nos dirigimos hacia por nuestra comida, cogí una manzana, un emparedado y una botella de agua. Por una de las ventanas ví a los demás chicos sentados en una mesa afuera, les hice una seña a los chicos para que me siguieran y salir lo más rápido de aquí. Al igual que nosotros, ellos también traían lentes de sol y una cara de perros, nadie decía nada, solo comíamos en un silencio cómodo.

—Entonces, ¿Quien perdió la apuesta?– dijo Jake después de que hubiéramos terminado de comer.

Nadie respondía, nos miramos entre todos y en un sólo movimiento apuntamos hacia Jake.

—¡¿Yo?!– gritó y le dió un golpe a la mesa con las manos mientras se levantaba.

—¡Shhhh!– dijimos todos al unisono.

Después de que Jake se pusiera a discutir por un buen rato sobre eso me levanté de la mesa y me fui a explorar el edificio. En el pasillo principal había taquillas en las paredes, sin embargo, estaban pintadas en diferentes colores, y arriba de esas taquillas de un mismo color estaba escrito al club del cual pertenecían.

Internado Jamón |S.I #1| COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora