30. ¡Lo siento!

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—¿Qué no se supone que el director ya te debió de haber dicho? Porque yo tengo entendido que todo el personal ya lo sabe.– después de que todo mi jugo saliera por mi nariz ya no tenía nada de hambre, así que dejé mi comida a un lado y le puse toda mi atención a este sexy instructor de baile.

—Pues si dijo eso, pero aún no me lo puedo creer, digo ¿Qué haría aquí, en un internado infestado de chicos con las hormonas alborotadas, una chica dulce y talentosa como tú?

¿Dulce? ¿De dónde? Lo de talentosa lo entiendo, es más que obvio que tengo talento para muchas cosas, ¿Pero dulce? Puedo llegar a ser muchas cosas pero jamás dulce, aunque claro solo lleva conociéndome unas 6 horas, y cuando realmente lo haga sabrá que puedo ser un grano en el culo.

—Deberías preguntarle a mi madre, yo no estaba de acuerdo en venir pero de alguna forma mi hermano logro convencerme.– no quise dar muchos detalles al respecto.

—¿Y no crees que algún día alguien te pueda descubrir?– vaya, este hombre su que es curioso.

—En realidad eso ya sucedió, todos los chicos de mi piso saben que soy mujer.

Ahora fue él quien casi se ahoga, escupió toda el agua que estaba bebiendo en mi cara....¡GÉRMENES! Tomé lo primero que ví y limpie mi cara frenéticamente, y eso que agarré resultó ser la camisa de Tyler...Que olía bastante bien a mí parecer.

Ups...por su rostro todo enrojecido creo que se enojó por haberme limpiado en su camisa, intenté alejarme un poco pero me lo impidió tomando mi mano, parecía querer decir algo pero estaba tan enojado que no podía ni siquiera mirarme.

—¡Por fin te encuentro! ¡Llevo casi 20 minutos buscándote!– interrumpió Alexander sentándose en medio mío y de Tyler.– ¿Interrumpo algo?

Ambos respondimos negativamente con la cabeza, en realidad estaba aliviada de que llegara, por un momento pensé que Tyler me iba a dar una paliza. Parece que con la interrupción de mi querido amigo se le bajó el enojo, ahora ya no parecía un tomate enfurecido.

—En realidad yo ya me iba.– dijo secamente mientras cogía sus cosas y se iba. Incluso los desiertos le tendrían envidia.

Tanto Alexander como yo no dijimos ni una sola palabra, terminé de comer y me despedí de Alexander diciéndole que tenía que ir a terminar los deberes. Camine tranquilamente hasta llegar al ascensor de los dormitorios, subí y presione el botón que indicaba la planta 6. Mientras sonaba esa típica canción de elevador recordé que ya casi no veía a mi hermano por la habitación, de vez en cuando iba a dormir y otras veces solo lo veía de ves en cuando en el campus.

Salí del ascensor en cuanto se abrieron las puertas y camine hasta el final de el pasillo, iba a sacar la llave de la habitación pero me di cuenta que estaba abierta, seguramente Saaid estaba dentro, así que guarde la llave y abrí la puerta.

No sé cómo describir lo que mis ojos vieron en cuanto abrí la puerta, simplemente no podía creer lo que estaba viendo.

—¡Ay Dios mío! ¡Lo siento, no quise interrumpir!– cerré la puerta lo más rápido que pude y salí corriendo a la terraza.

Oh no... No puede ser cierto, simplemente es absurdo, mi hermano... Él es... ¡Dios! Hasta me cuesta decirlo, no es que fuera homofóbica ni nada, pero esto era mucho que procesar.

El aire se sentía tan bien en mi rostro, por fin podía respirar normalmente, se escucharon unos pasos detrás de mí, pensé que era mi hermano pero no tenía el valor para enfrentarlo en estos momentos, creo que ni siquiera podría mirarlo a los ojos. Gracias al cielo quien se puso enseguida de mi no fue él, era Alexander.

Internado Jamón |S.I #1| COMPLETA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora