Siete

5.7K 496 101
                                    

Apoyo la cabeza en el vidrio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Apoyo la cabeza en el vidrio. Todo me da vueltas y los párpados me pesan. Estoy a punto de quedarme dormida pero antes voy a explicaros que ha pasado.

Cada año se organiza una especie de fiesta de bienvenida. Este año se haría en casa de Jones. Yo nunca he ido a ninguna y no esperaba que me invitasen a esta pero, para mi sorpresa, fue el propio Travis quien me ofreció ir. Tampoco esperaba llegar a mi primera fiesta con escolta. Llevar muletas, no tener carnet y tener un padre coronel reducían, considerablemente, mis posibilidades de transporte. Mi única opción era Gabriel. Al principio, a pesar de su forma única de conducir, me pareció buena idea. Pero, ahora que el castaño ha decidido unirse a la fiesta, empiezo a arrepentirme.

Alguien, que no estoy segura de haber visto antes, abre la puerta y nos deja pasar. Miro de un lado a otro. Varias chicas bailan provocativas alrededor de un corro de chicos que babean ante el movimiento de sus caderas. Otras, sentadas en sillones, demuestran lo mucho que quieren a sus novios. Y todas las demás se dedican, exclusivamente, a beber alcohol. Sin embargo yo no puedo bailar, no tengo un novio a quien besar y nunca en mi vida he bebido alcohol. Vamos, que estoy fuera de lugar.

Me siento en un sillón apartado en la esquina del salón. He perdido a Gabriel entre la multitud y no se que hacer.

—Deberías divertirte un poco, soldado— Travis aparece detrás de mi—Es ginebra, ¿quieres?—me ofrece un vaso.

Dudo si aceptarlo. Venga diviertete. Supongo que beber es lo único que puedo hacer en esta fiesta. Tiene un sabor amargo y puedo notar como el ardor sube por mis mejillas. Su sabor es extraño pero me siento... bien.

A nuestro lado hay un grupo de chicos haciendo un concurso de chupitos. Sin saber bien como, acabo entre Travis y otros cuatro tíos bebiendo un chupito detrás de otro, sin parar de reír. Mucha gente comienza a amontonarse a nuestro alrededor, sobre todo cuando solo quedamos Travis y yo como finalistas.  Aunque hay mucha gente mis ojos se posan sobre una persona. Gabriel White acaba de verme ganar una batalla de chupitos

—Nos vamos— Gabriel esta serio. Muy serio.

— Yo no quiero irme, me estoy divirtiendo. 

—Nos vamos.

—Ya la has oído...— aunque Travis se pone delante de mi, White solo necesita un movimiento de brazo para derribarle de un puñetazo.

—Nos vamos. O por las buenas o por las malas.

Después de levantarme en el aire, comienza a andar. Me está sujetando como si fuera un saco de patatas y, lo más importante, me está sacando de la fiesta contra mi voluntad. Eso seguro que viola alguna ley. Tendré que llamar a la policía pero, primero, golpeo su espalda y pataleo como una niña pequeña.

Al llegar al coche, Gabriel me coloca en el asiento del copiloto y sube al suyo.

—No deberías conducir si has bebido—me atrevo a decir.

—No he bebido. Aunque está claro que tú sí.

Mientras él arranca yo cierro los ojos. Puede que yo esté algo alcoholizada pero Gabriel sigue sin tener ni idea de conducir. Y empiezo a marearme.

—¿Por qué nos hemos ido?

—Tu padre habría vendido uno de mis riñones si te hubiese dejado beber más.

Aunque su comentario me hace reír, apenas soy capaz de formar una sonrisa. Mi malestar incrementa por segundos.

—Creo que voy a vomitar.

White para el coche. Con ayuda de mis muletas, bajo. Necesito que me de un poco de aire o voy a desmayarme. La carretera está desierta y la pequeña brisa que corre me ayuda a pensar. Escucho el golpe de una puerta y Gabriel aparece a mi lado. 

—Pues que sepas que me estaba divirtiendo...

—Aún puedes divertirte 

—Estar aquí contigo no me divierte— cruzo los brazos bajo mi pecho para después fijar mis ojos sobre sus esferas azules.

—¿Y qué te divierte?

Dudo en contestar. Probablemente todo lo que a mi me divierte a él le parezca de lo más aburrido. Pero, entonces, pienso algo que me gusta y que se hace en las fiestas.

—Bailar

— Pues bailemos

—¿Pero que dices? Sigo lesionada, ¿recuerdas?

Espero que se ría o que sus labios formen alguna sonrisa burlona pero Gabriel White habla enserio. Pone la radio del coche y, antes de darme tiempo para reaccionar, vuelve a levantarme en volandas.  Quizás pueda acostumbrarme a ello.

—Esto es realmente incómodo, White

—No lo es, cállate.

Gabriel se mueve, conmigo en brazos, en armonía con la canción. Nuestros rostros están tan cerca que su nariz roza la mía y puedo sentir su respiración. Pierdo la noción del tiempo mientras White me zarandea en el aire y, lo que más me sorprende, me siento bien al 'bailar' con él. Muy bien

Gabriel vuelve a sentarme en el coche cuando termina la canción.

—Puede que mañana me arrepienta de decirte esto pero...

—¿Pero...?

Apoyo la cabeza en el vidrio. Todo me da vueltas y los párpados me pesan. Estoy a punto de quedarme dormida...

***

Aquí tienen el siguiente capitulo.

¿Qué piensas?

Espero que se estéis ya enamorados de Gabriel y, si no, que lo empeceis a estar.

Gracias por todo,

Os quiero
L.

Sentimientos en guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora