Veintiséis

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-Perdona

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-Perdona.

Al escuchar el chillido agudo, y nada varonil, de Jordan, me separo de golpe. Antes de pensar que hacer con él, he decido sanar sus heridas pero no me lo está poniendo nada fácil.

-¿Tú crees que he pasado la prueba?- contra todo pronóstico, sus ojos negros están cargados de ilusión. Incluso para mi, la respuesta es obvia pero decirle la verdad le haría más daño que el alcohol con el que desinfecto sus cortes.

-Tal vez. ¿Por qué tanto interés en esa banda?

No necesito conocer a fondo a Jordan para saber que la palabra «peligroso» no encaja en su personalidad. Es un chico inocente, simpático y, a veces, inoportuno. No es el tipo de chico que rompería un rostro a golpe de puñetazos. Más bien es el tipo de chico que, tras recibir una paliza, se queja cuando le curas los golpes.

-Es la forma más rápida de que me respeten en el instituto

Su respuesta me sorprende. No es justo. No deberíamos tener que fingir algo que no somos para ganarnos la consideración de los demás. Supongo que la sociedad de hoy en día es así, injusta.

-Todo aquel que aprecia un poco su vida, respeta a Shane- Salvo tú, idiota, que le has amenazado. Me recuerda mi oportuna y agradable conciencia.

-A Shane no le respetan, le tienen miedo- puntualizo.

-¿Sabes quien me da miedo a mi?- su tono de voz, de pronto, es tan bajo que necesito acercarme para escucharlo- Tu padre.

Los ojos de Jordan permanecen fijos, y muy abiertos, sobre algo que hay detrás de mi. Al girar la cabeza le veo. Rígido, serio y, sobre todo, perplejo. Su boca está tan abierta que siento que su mandíbula rozará el suelo. Entonces me doy cuenta de lo cerca que estoy de Jordan y, como si su cuerpo quemara, me separo de él. Ver a mi padre con uniforme de coronel- sí, hasta para ir a cenar viste como si fuese a la guerra- logra que me ponga firme al instante.

-Va a cortarme el miembro masculino, ¿verdad?- me pregunta Jordan entre dientes, sin apartar la mirada del coronel.

-Probablemente

-Levantate de mi sofá - ordena Ben. Mientras mi padre le mira con recelo, Jordan, además de obedecerle, se lleva la mano a la frente imitando el saludo militar- Voy a cambiarme. Cuando vuelva tú no estarás y tú- se gira a mirarme. La furia de sus ojos puede verse a kilómetros - Tú estarás en tu cuarto, haciendo abdominales.

-Pero papá... Él solo es...- me quedo en blanco. Mi imaginación ha decidido abandonarme cuando más la necesito- El pizzero.

-Espero que la pizza te haya valido la pena- empieza a alejarse pero, antes de irse, se gira a mirarme- Haz el ejercicio despacio, cuidado con el corazón.

Y, tras su consejo, mi padre y personal trainer, sube al piso de arriba.

-¿Tus castigos son siempre así?- Jordan sigue de pie, con la mano en la frente. Al menos ya ha recuperado el equilibrio- ¿Qué le pasa a tu corazón?

-Deberías irte o tú tendrás que hacer flexiones- respondo, ignorándole, mientras le acompaño hacia la puerta.

-Gracias por la cura, enfermera - me da un inesperado beso en la mejilla- No se que puedo hacer para agradecertelo.

-Yo sí- sino fuera absolutamente necesario, no le pediría nada- Necesito que mañana me lleves al instituto.

-¿Eso no va a molestarte, un poquito, a tu novio?

-Puede- me encojo de hombros para demostrar mi indiferencia- ¿Vendrás?- después de unos segundos de indecisión asiente obligando a mis labios a formar una sonrisa- Sobre las 8.

-Todos los tíos de la banda tienen un motivo por el que están ahí. Tal vez deberías escuchar el de Gabriel- dice justo antes de cruzar el umbral de la puerta.

Subo a mi habitación y, después de buscar en spotify una lista de música para hacer deporte, empiezo mi castigo. No me conviene enfadar más a mi padre y desobedecerle sería como jugar a la ruleta rusa.

Mientras mi torso sube y baja trato de aclarar mis ideas o, al menos, ordenarlas. Saber que Gabriel tiene dos caras me lleva a dudar cual es la que me ha mostrado...No. Me niego a pensar que me he equivocado. Me niego a volver a alejar a Gabriel de mi vida. Jordan tiene razón. Tiene que tener razón. Seguro que Gabriel tiene un motivo, muy lógico y respetable, por el que está en esa banda. Mañana podrá explicármelo.

Después de terminar una pequeña serie-no voy a arriesgarme a otro desmayo- me dejo caer en la cama. Ha sido un día intenso y estoy deseando que se acabe...

...Le doy una patada a la sábana y me levanto de un salto al ver mi reloj. Cojo una camiseta ancha y el primer pantalón que tengo a mano. Además de que hoy mi outfit no me importa demasiado, son casi las ocho y voy a llegar tarde.

-Adios, papá - grito bajando las escaleras mientras recojo mi pelo en algo parecido a una coleta. Agarro una manzana, que me servirá de desayuno, y salgo.

Frente a mi porche, un BMW negro con los cristales tintados me espera. El chico de ojos negros tiene una obsesión con ese color.

-Vamos que llego tarde...- digo, sin mirarlo, cuando subo.

Me abrocho el cinturón con rapidez y me acomodo en el asiento. Al ver que no arranca me giro hacia él. Jordan no está sentado a mi lado. Jordan ni siquiera está dentro del coche. Trato de abrir la puerta pero el coche ya está cerrado. Esto me pasa por no fijarme en las cosas.

-¿Tú?

-Te dije que volveríamos a vernos, caramelito.

***
No podía dejaros sin capítulo. Muchas gracias a todos por los 2K

Espero que les guste mucho. Contarme que tal en los comentarios! También se aceptan votos ;)

Os quiero

L.

Sentimientos en guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora