Diez

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Coloco un par mechones detrás de mi oreja

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Coloco un par mechones detrás de mi oreja. Tengo que estar perfecta. Llevo todo el año esperando este momento. Llevo todo el año esperando conocer a mi padre.

-¿Y si no le gusto?-estoy realmente nerviosa. Solo soy una niña con dos coletas, llenas de rizos, y una sonrisa sin paletas.
Mi madre se agacha hasta que sus ojos verdes quedan a mi altura. Están rojos e hinchados. Mamá ha estado llorando.

-Cielo, le vas a encantar

Sonríe, llenando mi corazoncito de confianza. La puerta se abre al tiempo que mis labios aumentan la sonrisa. Mi padre es muy guapo. Alto de tez morena y con el pelo castaño cortado al ras.

Papá abre los ojos como platos al vernos. Nos mira a mi y a mamá alternativamente, como si estuviera viendo un partido de tenis. Yo corro hacia él y me abrazo a sus piernas.

-¡Hola! Me llamo Valerie y tengo seis años. Mamá dice que eres muy fuerte, yo he estado entrenando mucho...¡Tengo tantas cosas que contarte! Hoy es mi cumple, has hecho tarta, ¿verdad?-apenas respiro entre palabra y palabra. Suelto mi discurso como si me lo hubiera estudiado de memoria.

-Muchas felicidades, chiquitina-papá me acaricia con cariño la cabeza-¿Me dejas que hable un poquito con tu mamá?

Espero en el salón abrazando a Molly, mi muñeca favorita. Puedo escuchar a mamá llorar y a papá gritar. No parecen contentos pero intentan que yo me crea lo contrario. Mamá se va dando un portazo y papá se acerca al salón.

-Al parecer tu y yo vamos a quedarnos juntos un tiempo- mi padre se sienta en el sofá y se lleva las manos a la cabeza. No parece gustarle mucho la idea- Voy a paralizar toda mi vida por ti... Solo por ti. No me decepciones.

Su semblante me asusta. No me gusta aquella mirada. Echo de menos a mi madre. Va a volver, ¿verdad?

-Por cierto, ¿qué te parece el nombre de Ryan?

Despierto sobresaltada. El sudor resbala por mi frente y las palpitaciones de mi corazón son muy fuertes. Cada año, el día de mi cumpleaños, tengo la misma pesadilla. Han pasado once años desde aquel día y yo aún me siento culpable por haber roto la estabilidad de mi padre. Aún siento pavor a decepcionarlo y todavía espero que mi madre regrese. Y sí, antes de llamarme Ryan, tuve nombre de mujer.

La puerta de mi habitación se abre y un adormilado Gabriel se apoya en el umbral. Sus ojos, hinchados por el sueño, están fijos en mi. Incluso medio dormido, Gabriel White es capaz de analizarme.

-¿Qué haces aquí?

-Es fácil. Tus gritos no me dejan dormir- Gabriel se sienta al borde de mi cama-¿Quieres que durmamos juntos?

-No necesito tu compasión- su pregunta me sorprende. Yo pensé que estaba enfadado conmigo.

-Pero yo sí necesito dormir- le lanzo un cojín mientras le miro arqueando una ceja-Solo vamos a dormir, tranquila.

-Lárgate de mi cuarto- esta vez le lanzo un peluche y, de nuevo, mi puntería no falla. Si dijera que no me apetece dormir con él, mentiría. Pero no voy a ponérselo tan fácil. Soy una chica dura, ¿no?

-Vale

El semblante de Gabriel cambia y su tono de voz se vuelve neutro. La idea de dormir conmigo la había formulado su insomnio pero su parte racional se acaba de despertar. Por primera vez Gabriel no insiste ni me replica. Simplemente, se marcha. Gabriel me ha dejado sola. Sola con mis recuerdos.

Me incorporo despacio y enciendo una lamparita. No quiero dormirme otra vez. No si eso implica regresar a mi pesadilla.

Fijo la mirada en la ventana. Para mi sorpresa, grandes copos de nieve caen del cielo. Pienso en lo mucho que me parezco a un copo de nieve. Soy fría y dura por fuera pero solo hace falta que alguien me toque para que me rompa...

-¡Feliz cumpleaños!- la voz de mi padre irrumpe en mi cerebro.

-Gracias- abro despacio los ojos. Había vuelto a quedarme dormida - ¿Qué hora es?

-Son las siete- mi padre está realmente emocionado- Baja, vamos. Tienes que desayunar la tarta.

- Es un poco pronto ¿no?

-Cuanto antes mejor, vamos- mi padre se encoge de hombros y se dirige hacia la cocina.

Con los años, poco a poco, mi padre ha aprendido a adaptarse a mi, a cuidarme y a quererme.. a su manera. A los seis años me conquistó con una tarta de chocolate y, desde entonces, ese es su regalo de cumpleaños. Aunque las dotes culinarias de mi padre no están del todo claras, ese pastel es lo que más disfruto. Al menos mi padre lo intenta y no huye como hizo mi madre.

Miro de nuevo la ventana. Los metros de nieve apenas dejan ver nada más. Estábamos encerrados. A Gabriel White no le va a quedar otra que unirse a la fiesta.

*****
Ya estoy de vuelta wattpaders!! Tenía muchísimas ganas de subir este capítulo.

Espero con ganas tu comentario. No olvides darle a la estrellita si te gusta👇🤗

Gracias y más gracias

Te adoro

-L.

Sentimientos en guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora