Dos

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Para google el karma es una acción o energía trascendente que se deriva de los actos, palabras y pensamientos de las personas

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Para google el karma es una acción o energía trascendente que se deriva de los actos, palabras y pensamientos de las personas. Seguramente todos vosotros lo hayáis experimentado alguna vez pero, por si acaso, yo voy a explicároslo mejor con un ejemplo.

Era domingo por la mañana. Bueno, todavía no había amanecido.
Lo primero que vi al salir de mi cuarto fue a un adormilado Gabriel. Su castaña melena estaba completamente alborotada, pero no parecía importarle lo más mínimo. Se le marcaban las facciones al bostezar y sus iris azules estaban clavados sobre las escaleras. Llevaba un pantalón a cuadros y, lo más importante, estaba sin camiseta. Estaba sin camiseta y mi mirada no pudo evitar fijarse en su trabajado abdomen. Incluso despeinado y con el pómulo morado parecía un dios griego.

—Buenos días—dijo en un bostezo cuando llegué a su lado—El coronel quiere que me una al entrenamiento—me explicó señalando a mi padre, quien nos esperaba en el piso de abajo.

—White—apoyé mi mano en su hombro—Buena suerte. No tienes ni idea de donde te has metido.

Aunque a mis hormonas y a mi subconsciente les agradó la idea, mi parte racional se apiadó de él. Llevo todo el año entrenando y, apenas, consigo salir viva. Gabriel va a necesitar ser Hércules de verdad.

El silbato del coronel resonó en nuestros tímpanos. Gabriel y yo comenzamos el entrenamiento.

Trotando a su lado yo solo podía pensar en tres cosas: abdomen, bíceps, abdomen otra vez. Palabras que se repetían una y otra vez en mi mente.
Sin embargo, concentrarme en la anatomía de Gabriel mientras corría escaleras abajo no fue una buena idea. Al menos no para mi tobillo que se dobló mal y, antes de que pudiera reaccionar, caí rodando al suelo.

—¿Estás bien?—mi padre, tras inclinarse hacia mi, me ofreció su mano.

—No puedo moverlo...—y no era para menos. Mi tobillo se había hinchado y, ahora, era casi del mismo tamaño que mi muslo.

—Ryan Brown—Gabriel se agachó para mirarme directamente a los ojos—A eso lo llamo yo un golpe de karma.

—¿Karma? Me he golpeado con las escaleras, no con las energías.

—No me refiero a eso, Brown—una sonrisa burlona surcó sus labios—Tú me hiciste esta monada—señaló su morado pómulo—Y yo, te la he devuelto.

—He tropezado sola.

—Has tropezado sola porque estabas distraída. Y estabas distraída porque me estabas mirando.

—¡Eres un creído! No te estaba mirando.

Aunque seguía siendo un creído, a lo mejor yo si que lo estaba mirando... un poquito. Pero, por supuesto, no iba a reconocerlo.

Y ahora estoy aquí, sentada sobre una camilla de hospital, mientras un médico examina mi pierna y yo reflexiono sobre el karma.

—No es nada ¿verdad?—pregunto con nerviosismo. La cara del médico no me gusta, la hinchazón de mi tobillo no me gusta. Los hospitales, ¿adivinar qué?, no me gustan.

—No es grave Ryan—acaba de decir la parte buena. Ahora toca la mala— Tendrás que guardar reposo. Deberás ir con muletas un par de semanas pero no podrás hacer deporte hasta un poco después. Hablaré con tu padre y podrás irte a casa.
Perfecto.

Acabo de perderlo todo.
Sin los entrenamientos perderé a mi padre y sin tobillo perderé mi puesto de capitana en el equipo de voleibol.
¿Que cosa tan horrible hice en mi otra existencia para que la vida me haga esto?

—¿Puedo pasar?

La puerta se abre. Lo último que me apetece es ver al dueño de los bíceps que tienen la culpa de todo. Aún así, asiento con la cabeza y Gabriel se sienta a mi lado.

—Solo es un mes, lo superarás—mis cejas se arquean curiosas. Estoy ansiosa por saber de donde ha sacado esa información—Vamos Ryan, la puerta es de madera, no de plutonio.

—No lo entiendes.

—Pues explícamelo. Quiero ayudarte.

—No necesito tu ayuda.

—Todo el mundo necesita mi ayuda, de una forma u otra.

Suelto una carcajada. Puede que hayan sedado a Gabriel y por eso dice cosas sin sentido. O puede que, simplemente, sea un egocéntrico. Creo que está claro porque opción me decanto.

—Tienes razón—su expresión sufre un cambio radical. Mi contestación ha roto sus esquemas. Eres un pequeño genio, cerebro— No he elegido bien las palabras. No «quiero» tu ayuda.

—Venga, Brown, conmigo puedes tragarte el orgullo.

—¿Pero tú de que vas?—no me gusta su actitud. Es más, me molesta. Odio su arrogancia y esa ridícula sonrisa burlona. Solo hace veinticuatro horas que le he pegado un puñetazo. ¡Le he dejado marca, joder! ¿Por qué narices tanto interés en ayudarme, ahora?—Anda, vete.

—Es mejor que no te lo guardes todo para ti—mientras los ojos de Gabriel me atraviesan, los míos le lanzan dagas—Puede que algún día no puedas más y explotes.

—Voy a explotar como no te vayas. En serio.

Gabriel White levanta las manos en señal de inocencia y sale de la habitación.

...

Hola a todos!
Aquí les dejo el segundo capítulo.
Ya sabes cuanto me gusta ver tu voto y leer tu comentario.
Muchas gracias por tanto
L.

Sentimientos en guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora