Estreno y...¿Problemas en el paraíso?

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ADVERTENCIA: Los personajes de Candy Candy, son propiedad de Misuki e Igarashi, usados en este fic, sin fines de lucro.

Historia ficticia. Todos los personajes nuevos, son exclusiva invención de esta autora.

Notitas: Gracias por permanecer en la lectura.  No olviden dejar sus mensajes y estrellitas.

Capítulo XXXV

Estreno y... ¿problemas en el paraíso?

Era el último día que la compañía Stratford dedicaría su tiempo y esfuerzos en el esperado ensayo general, previo al estreno. Aún, en medio del nerviosismo habitual en los actores, todo lo programado, lo practicado y estudiado con mucho tiempo de anticipación y las horas invertidas en la obra, habían dado el resultado esperado, salió perfecto en un solo intento. El director se sentía orgulloso de que sus tan conocidos gritos y arrebatos, dirigiendo y corrigiendo al elenco de la obra hasta alcanzar lo que él quería del personaje, este último día de ensayo no se habían sentido, oído ni visto, solo disfrutó de la puesta en escena dirigiendo lo esencial, como era estar al pendiente de la entrada en el tiempo exacto de los personajes y que todo fluyera en el escenario, según Shakespeare lo había imaginado

--¡Perfecto!-- se oyó desde la tribuna, y siguieron a la exclamación un sin número de eufóricos aplausos de quienes tuvieron la oportunidad de presenciar tan magnífico ensayo. Estaban presentes disfrutando el drama todos quienes trabajaban en el teatro, ya que era sin miedo a exagerar, su única oportunidad de apreciar en su totalidad la puesta en escena. Los actores saludaron a su público como si del mismo estreno se tratara

--Chicos-- el director acercándose a sus actores-- los felicito, realmente estuvo maravillosa su presentación. Ahora solo les pido, se cambien las ropas y vallan a sus casas a descansar, que mañana los quiero como nuevos

--Gracias director-- fue la respuesta de la gran mayoría. Terry hizo como el señor Hovart lo propuso, y sintiéndose muy feliz de que podría estar con su pecosa más tiempo que el esperado se dirigió a su casa. Estaba muy a gusto con la visita de la abuela de Candy, la señora había cambiado tanto su trato hacia la persona de su amada esposa, que Terry agradecía la presencia de la anciana acompañando a su mujer. Los ensayos habían sido extenuantes y muchas veces se extendían hasta el amanecer, él sentía mucho el tiempo que no podía disfrutar junto a Candy, y la presencia de Elroy vino a cubrir el tiempo a solas de su nieta por los últimos tres días. En el camino a casa, Terry compró flores para agasajar a la pecas y en el trayecto pasó por una pastelería que a ella le encantaba, también agregó a sus compras, los panes dulces que a su mujer le deleitaban. Cuando llego a su casa, el mayordomo recibió de su señor el abrigo y accesorios

--¿Dónde se encuentra mi esposa?-- quiso saber

--Está en su salón en compañía de su abuela, señor

--Bien. Por favor, pida a la doncella que nos sirva el té y agregue estos pancitos-- Terry siempre sorprendía a Candy con detalles tan ricos como ese

--Sí señor-- el mayordomo recibió de Terry el paquete y el joven se dirigió con el ramo de flores hasta el salón para alcanzar a su mujer. La servidumbre en general, amaba trabajar para la pareja, que siendo tan jóvenes hacían todo el esfuerzo necesario para llevar un matrimonio lleno de amor y sacarlo adelante. Al llegar cerca de la puerta, oyó sollozar fuertemente a Candy y dio dos sigilosos pasos más en su preocupación, para acercarse así y poder oír con claridad que o quien hacía llorar a su mujer.

Candy que había estado hablando con su abuela acerca de lo que la anciana sentía y sabía acerca de sus nietos, no pudo ocultar sus emociones, Elroy había descubierto que ella se guardaba algo que la hacía sufrir. La anciana y su experiencia, habían logrado quebrar las barreras que su preciosa nieta había levantado para no ser descubierta, pero... no resistiendo más, lloró, sus sollozos eran evidentes hasta fuera de la habitación, es ese momento en que su corazón no resistió más y se desahogó en llanto, fue que su esposo llegó cerca de la puerta del salón. Candy en medio de su agonía sintió el abrazo de la anciana alrededor de sus hombros, no se había dado cuenta cuando era que su abuela se había sentado junto a ella, y no pudo contener las lágrimas que comenzaron a rodar por sus mejillas decidiendo hablar

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