ADVERTENCIA: Los personajes de Candy Candy, son propiedad de Misuki e Igarashi, usados en este fic, sin fines de lucro.
Historia ficticia. Todos los personajes nuevos, son exclusiva invención de esta autora.
Notas de la autora: El video no es mío, pertenece a Las Damas de Terry.
Capítulo XXXI
Llegando a puerto
Elroy, conversó largo y tendido con Eleonor acerca de la posibilidad de que Terry y Candy se casaran ahí, en el viaje que los encaminaba a América, en medio del atlántico y en un barco tan bello como el Olympic. La anciana, después de terminada la conversación, se sentía en realidad cansada y fue a reposar a su camarote, el mismo que compartía con su amada nieta. Candy no estaba con ella a esa hora de la tarde, y sentándose en su cama, comenzó a repasar la conversación que había sostenido con la futura suegra de su nieta. La mujer sin pretenderlo ni buscarlo se acomodó en el lecho y se quedó profundamente dormida en el sosiego que le proporcionaba la tarde y el constante mecer del vaivén de la marcha del gran trasatlántico. La anciana recibió en sus sueños a los dos hombres que más amó en la vida, Burian y John Parks, a quienes llevaba evocando desde que encontró a Candy. La mujer se veía a sí misma, mucho más joven, casándose con el hombre que amaba frente a Dios y los hombres, rememoraba la felicidad plena de la que fue partícipe al saberse la mujer de su gran amor. Con los años llegaba John a sus vidas y la dicha fue completa, especialmente para ella que había contraído nupcias, algo mayor para esos años, los mismos que le jugaron la mala pasada de no poder embarazarse inmediatamente como era su deseo, sino que después de mucho insistir, al fin llegó a sus vidas un retoño fruto del amor de ella y Burian, un único hijo que la pareja pudo concebir.
John, que había sido todo para ella después de su esposo, le decía en medio del sopor del sueño
--Ella es muy bella ¿verdad mamá?
--Es hermosa hijo-- le decía la anciana-- tiene mucho de ti y según dicen la ternura de su madre
--Quiero que sea feliz madre-- le decía su amado hijo, tomando las manos de la anciana entre las de él, caricia que Elroy sintió muy vívida, complaciéndose en ella todo el tiempo que se le permitió
--Yo también lo deseo hijo mío-- le respondía, deleitándose en la voz y el aroma de su desaparecido hijo. Elroy estaba consiente en medio de su siesta de que lo que vivía eran solo sueños, pero ella los disfrutaba a más no poder
--Entonces ¿Qué te detiene madre?-- cuando la frase fue terminada en la voz de John en medio del sueño, la anciana despertó abriendo los ojos de una vez, para encontrarse con la luz que entraba por la claraboya de su camarote. Nada de sobresaltos ni llantos de añoranza, solo las palabras de su hijo ¿Qué te detiene madre? Se repetían una y otra vez en su mente.
Luego vinieron a ella los recuerdos del sufrimiento de su nieta con lo de la separación a la que se vieron enfrentados los dos jóvenes junto a las palabras de Eleonor, que la llevaban a analizar lo de los presentimientos que tanto la señora Grandchester como su hijo habían tenido, cada uno e forma independiente, siendo el de Eleonor algo que terminó en una dolorosa separación y muchos años de dolor... "si tan solo le hubiera prestado atención a todos los llamados de mi corazón"... le había dicho la madre de Terry. Las palabras de la rubia actriz, son las que más pesaban en la mente de la anciana y junto a la permanente felicidad en la que vivía Candy cuando estaba al lado del joven Grandchester... terminaron de convencer a la anciana que la mejor decisión era dejar que Terius y Candice unieran sus vidas en matrimonio, ahí, en medio del mar, en el Olympic, lugar que ellos mismos habían decidido que era el mejor del mundo...
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Amor adolescente
FanficCandy conoce a Terry en Nueva York, antes de embarcarse para Londres.