Chicago

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ADVERTENCIA: Los personajes de Candy Candy, son propiedad de Misuki e Igarashi, usados en este fic, sin fines de lucro.

Historia ficticia. Todos los personajes nuevos, son exclusiva invención de esta autora.

Notas de la autora:  Gracias por seguir acompañándome.  No olviden dejar una estrellita y sus muy ansiados mensajes.  Nos leemos

Capítulo XXXIX

Chicago

Cuando las mujeres O'Brien volvieron al hotel, a la anciana abuelita Martha se le antojó una limonada

--¡Una limonada!... ¿pero no tienes frío?-- cuestionaba Patricia

--La caminata me dio sed, hija-- la anciana respondió con un guiño que le dijo a Patricia que su abuela algo tramaba-- ve a tu habitación Elaine, mi hijo debe estar esperando por ti, ya va a ser la hora del almuerzo

--Está bien, pero no demoren en subir, almorzaremos todos juntos en la habitación-- respondió la madre de Patricia y se dirigió a las escaleras que la llevarían hasta su cuarto en el hotel

--¡Qué te traes entre manos abuela?-- Patricia habló apenas su madre desapareció escaleras arriba

--Nada hija, solo tengo sed-- insistió pero Patricia no le creyó ni un poquito a su querida abuela, aún así, siguió a la anciana hasta el restaurante del hotel. A Patricia le extrañó que apenas Martha entró al restaurante comenzara a buscar algo o a alguien-- ¿recuerdas que te dije que tenía una sorpresa para ti cuando estábamos en la floristería?

--Sí... me acuerdo-- Patricia muy tranquila tratando de entender a su abuela

--Pues, ahí está-- dijo Martha indicando a su nieta una mesa en específico. Patricia no podía creer lo que veían sus ojos. Sentado a la mesa en obvia espera se encontraba Neal Leagan, con su cabello peinado hacia atrás, dejando su rostro mucho más despejado que cuando estaba en Londres, vistiendo un traje en azul oscuro que a los ojos de Patricia lo hacía el hombre más apuesto de todo el mundo... claro, ella estaba enamorada. Neal, al verla se puso de pié en el mismo segundo y avanzó hasta ella para abrazarla, solo necesitaba abrazarla, sentirla muy junto a él, habían sido meses difíciles de preocupante separación

--Patricia-- susurro el chico a oídos de una aturdida Patricia que no reaccionaba ante la presencia de Neal-- ¿no me vas a saludar?-- preguntó el chico Leagan después de unos largos segundos en espera de una respuesta de su prometida. Ante su familia y la sociedad, ellos recién se presentarían como prometidos luego de la fiesta de compromiso, pero en su momento ya se habían comprometido antes de que Neal se viniera desde Londres

--¡Oh!, Neal!-- fue el sollozo de la muchacha al tomar conciencia de que estaba en los brazos de Neal, ahora ella también lo rodeaba con sus brazos y escondía el rostro en su pecho-- no tenía idea, no tenía esperanzas de verte antes de...

--Lo sé amor, lo sé...

--¿Cómo supiste donde encontrarme?

--Fue simple y llanamente casualidad-- hablaba a medida que le ofrecía una silla en su mesa a Patricia que se había olvidado completamente de Martha, pero como eso la anciana ya lo veía venir, no se hizo ni un problema y ubicándose en una mesa que le dejara ver a la entrada del restaurante, por si aparecían su hijo y nuera, pidió una limonada, dejando a los chicos hablar y reconocerse en absoluta intimidad-- la verdad, no sé si llamarlo así o darle gracias al destino

--¿A qué te refieres?-- Neal mantenía sujeta una de las manos de Patricia

--Supe por mis padres, que tú y tu familia ya estaban en Chicago, pero que no podía verte por no sé qué cosa que se les ocurrió a ellos-- la miraba sin cansarse, seguía siendo ella, la chica de tímida mirada que lo había enamorado en el San Pablo, con sus bellos ojos color miel que lo miraban con tanto amor

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