Capítulo 1: ¿Por el meñique?

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Bajé de mi bicicleta lo más rápido que pude y la acomodé contra la pared de ladrillos que día con día se desgastaba más.

Hice el recorrido del avión pintado con tizas en el suelo del juego del día anterior con Finn, hasta llegar a la puerta de su casa y pararme en puntas para alcanzar el timbre.

Tarareaba una canción de un programa de televisión que había visto por la mañana y que se me había pegado, mientras esperaba a que se abriera la puerta.

Finalmente apareció la madre de Finn con una sonrisa en el rostro y una pequeña niña entre brazos.

-Hola Señora Rebecca, hola Emmy. –saludé a la madre de Finn con una sonrisa y a la pequeña tocando ligeramente su mantita.

Siguiendo el pasillo que ya conocía, llegue a las escaleras y las subí de dos en dos. Después, golpee la puerta azul cielo con mi puño cerrado y finalmente esperé a que abrieran.

Segundos más tarde, apareció Finn con un sombrero de pirata y un ojo cubierto, también llevaba una espada de plástico en su mano y se había pintado un diente con un rotulador negro.

-¡No puedes pasar, estás en el barco del capitán Frayn! –gritó y gruño como un pirata.

Mostré los dientes y me lancé contra Finn, cayendo los dos al piso. Comenzamos a empujarnos y rodar en el piso, intentando vencer el uno al otro. En el momento justo en el cuál estaba a punto de vencer a Finn, apareció lo que parecía ser una copia exacta de mi mejor amigo en la puerta.

-¡Jack! ¡Ayúdame, ésta loca quiere invadir la embarcación! –gritó Finn.

Aunque al principio Jack se notó confundido, enseguida mostró los dientes y gruñó también. Se lanzó contra mí y comenzamos a luchar dos contra uno.

Seguimos jugando y lanzándonos unos a otros durante toda la tarde sin descanso alguno, exceptuando la vez en que Rebecca nos llevo galletas.

Al final del día terminamos exhaustos todos, acostados en el suelo de la habitación mirando hacia las estrellas fluorescentes que brillaban en el techo.

-Mañana jugaremos a una invasión espacial… Tú serás el alien, Al. –aseguró Finn.

Reímos un poco y lo golpee ligeramente en el hombro.

-Te volveremos a ganar, como siempre. –amenazó esta vez Jack.

-Sus peleas no son justas, son dos contra uno. A cualquiera de los dos solos los podría vencer muy fácilmente.

Reímos de nuevo y suspiramos todos al final.

-Al… Prométeme que siempre vendrás a jugar.

Miré a los enormes ojos verdes de Finn que me veían fijamente. Esta vez hablaba en serio.

-Lo prometo siempre y cuando ustedes dos dejen de molestarme.

-Sabes que eso nunca va a pasar, tontita. –rió Jack.

-¡No me llames tontita!

-Al… Hablo en serio. Promételo.

-Está bien, lo prometo.

-¿Por el meñique? –preguntaron los gemelos al unísono.

-Por el meñique.

Y así, sin saber lo que realmente hacía, sellé una promesa que inevitablemente me llevaría a lo que, sin duda, sería la mejor amistad de toda mi vida.

***

10 años después.  

***

Azoté la puerta y puse el seguro.

Odiaba cuando mi madre tomaba esa actitud, siempre, sin siquiera escuchar mi versión de la historia, se ponía de parte de mi hermana menor.

Me lancé sobre mi cama y tomé mi almohada, grité en ella hasta comenzar a sentir dolor en mi garganta y me recosté mirando hacia el techo. Suspiré varias veces hasta calmarme y poder hablar sin maldecir a nadie.

Tomé mi teléfono de la mesita de noche que estaba al lado de mi cama, y marqué el número que conocía tan bien, o incluso mejor, que el mío.

A los tres timbres finalmente escuché una voz ronca que me indicaba que alguien acababa de tomar una siesta.

-Finnegan, ¿Acaso acabas de despertar de tu siesta, bebé?

Inevitablemente sonreí, amaba molestarlo.

-En primer lugar, no me llames Finnegan, sabes que odio mi nombre. Y en segundo, si, acabo de tomar una siesta, bebé.

Rompí en carcajadas, y como esperaba, él también.

-Que, ¿hay alguna excusa lo suficientemente válida como para despertarme?

-Cualquier excusa es válida, pero la que tengo aún más. Te veo afuera en dos minutos, lleva tu Penny Board y algo de dinero. Quien llegue al último paga.

Corté la llamada sin esperar respuesta y salté al piso, tomé mi patineta y antes de salir corriendo de mi habitación me miré en el espejo. Moño despeinado, hoodie que por cierto me quedaba enorme, jeans y unos Vans. Estaba bien, supongo.

Corrí escaleras abajo lo más rápido que pude, no pensaba pagarle un helado a Finn.

Antes de abrir la puerta principal, me aseguré de que mi madre no estuviera cerca y una vez que estuve completamente segura, la abrí cuidadosamente e igualmente la cerré. Corrí hacia la casa de enfrente, a la vez que una sonrisa se formaba en mi rostro: Finn todavía no llegaba.

Me senté lentamente en la acera dispuesta a esperar a Finn, cuando de pronto surgió de a través de los arbustos intentando espantarme. Aunque no me espantó, si me entristeció el hecho de haber perdido.

-¿Enserio no voy a poder espantarte nunca? –fingió una cara de tristeza.

-¿Llevas casi 10 años intentando, y todavía no te das cuenta que nunca podrás espantarme? –Me coloqué encima de mi patineta y me impulsé.- Vamos, o no llegaremos y cerrarán la heladería.

-La heladería en donde, por cierto, tendrás que pagarme un helado. -me guiñó un ojo y se impulsó también.

Intenté empujarlo para que perdiera el equilibrio y cayera, pero lo único que logré fue darle un poco más de impulso.

Maldije para mis adentros y aceleré hasta alcanzarlo.

***

¡Hola! Espero que les guste la historia, dejen un comentario de que les pareció la historia, en verdad se los agradecería mucho. 

Si no sabes quienes son Jack y Finn, te dejo el link de su canal de youtube para que te des una idea: https://www.youtube.com/channel/UCTqEu1wZDBju2tHkNP1dwzQ

Puedes buscar algun canal que suba sus videos subtitulados en español, por si no sabes inglés o no les entiendes muy bien. :) 

 En la foto multimedia les dejo una foto real de Jack y Finn cuando eran niños. 

¡Un beso! :*

 

Los hermanos Harries.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora