Je T'aime Et Je Te Hais _ Adaptacion (MinKey)

CAPITULO 02_2

Hyun Seung, inmóvil en medio del pasillo, los miraba en silencio. Podía tocar la emoción, podía olerla mientras Minho estrechaba contra sí a Hyun Ah y la elevaba en el aire unos centímetros. Además, sabía exactamente lo que sentía su amigo. Solo tenía que recordar cuando él mismo salió de la cárcel tras seis meses de encierro y pudo abrazar a los suyos, y multiplicarlo después por ocho. Sus ojos se dirigían una y otra vez a Hyun Ah: a su cabello castaño, largo, liso y brillante. A su boca rosada, de labios gruesos que temblaban sobre el cuello desnudo de Minho. A sus largas pestañas, tan hermosas como las alas de una insólita mariposa, y sus cejas oscuras que dibujaban un arco delgado y perfecto. Le pareció la mujer más bella y exótica de todas cuantas había visto, de todas cuantas seguramente vería durante el resto de su vida.

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—Es un nuevo comienzo —dijo ella al fin, descubriéndole el tono dulce de su voz y esbozando la que a él le pareció una maravillosa sonrisa.

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Y esas mismas palabras repitió Minho, un rato después, cuando se paró ante ella llevando una caja con el nombre de Minseok escrito con rotulador. Cargaba el bulto en los brazos; sin embargo, ella supo que el dolor y la sombra en sus ojos achocolatados nacían del peso que soportaba su alma al pensar que tenía sus cosas, pero que a él no volvería a verlo nunca.

Una a una subieron las pertenencias que durante años habían dormitado en cajas de cartón esperando su regreso. Un regreso que celebró con una reunión íntima y perfecta, con sus dos mejores amigos, disfrutando de la conversación y de risas que le llevaron a rozar instantes de verdadera felicidad: un sentimiento que llegó a creer que no volvería a experimentar por haberlo perdido entre los muros de esa prisión.

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—Es lo bueno de seguir viviendo con mis padres —confesó Hyun Ah un poco sonrojada— Puedo emplear mi sueldo en cosas superfluas y caprichosas, porque ellos siguen ocupándose de las importantes.

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Su tímida risa se fundió con la abierta de Minho, que aseguró que hablaría con esos cándidos padres para que no siguieran malcriándola y la dejaran crecer. Hyun Seung, sumido en sus pensamientos, simplemente sonrió. Habían llegado a esa conversación por su imprudencia al indagar en la vida de Hyun Ah. Por saber de ella más cosas de las que su amigo le había contado. Descubrir que vivía en el centro de Mangmi-dong, que hablaba cinco idiomas, que trabajaba en una empresa de traducción y que utilizaba una buena parte de su salario en viajar por el mundo, la convirtió a sus ojos en una mujer inaccesible para él, que tenía un trabajo carente por completo de glamour, aunque estuviera muy bien pagado. Entendió que era una mujer con la que nunca habría coincidido de no ser por el revés que torció la vida de Minho.

Hyun Ah permaneció en silencio cuando los dos hombres recordaron anécdotas del tiempo que habían compartido en prisión. Pensativa, fue observándoles cómo ironizaban sobre hechos que, estaba segura, en su momento debieron de resultarles traumáticos. Comprendió que restarles importancia era la forma que habían elegido para superarlos. Examinando sus risas, sus bromas y las fugaces sombras en los ojos de Minho, fue intuyendo que el tormento vivido en prisión fue mayor del que él le había dejado entrever durante sus visitas.

Con el mismo interés que Hyun Seung había mostrado haciéndole preguntas sobre su vida, retomó ella hacia él el interrogatorio con el propósito de saber cómo conoció a Minho, por qué le mostraba tanto agradecimiento, cuáles eran los pesares que había soportado el hombre que llevaba en el corazón.

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—Entonces yo llevaba casi tres años de encierro —explicó Minho para completar la historia— Había aprendido a pasar desapercibido y ya nadie se metía conmigo. Me acerqué a él en el patio, le expliqué la situación y le invité a compartir mi reducida celda —miró a Hyun Seung y sonrió— Todos dieron por hecho que yo me había adueñado del nuevo corderito y lo dejaron en paz.