CAPITULO 10_2

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No había vuelto a ese café desde que Minho le echó exigiéndole que no regresara nunca. Había obedecido porque sentía que Minho tenía todo el derecho moral de estar allí, incluso de expulsarlo. Y no habría regresado nunca de haber sabido en qué otro lugar podría encontrarse con él.

Se sentó junto a la mesita de mármol blanco mirando hacia la entrada como siempre le había esperado Minho. Pensó que verlo llegar le proporcionaría tiempo para recomponerse de la emoción antes de tenerlo al lado. Había tomado la firme determinación de hablarle de nuevo del trabajo. Lo había decidido aun sabiendo que tendría que volver a padecer su actitud ácida, sus impertinencias, sus desprecios.

La cafetería se fue llenando de parejas y grupos de jóvenes. Kibum había dejado su abrigo en la silla de al lado para que nadie se lo llevara sin que se diera cuenta, pues estaba del todo ausente vagando la mirada entre la puerta de entrada y el tostado contenido de su taza. Además del desasosiego que le provocaba saber que volvería a verle, no dejaba de preguntarse cómo iba a convencerle; qué podía decirle, suponiendo que Minho le permitiera decir algo.

No recordaba que ninguna espera le hubiera parecido tan larga como esa. Ni siquiera las veces en las que aguardó, desde el interior de su auto, a que Minho saliera de casa, de su trabajo o de cualquiera de los locales de copas que frecuentaba los fines de semana. Su vigilancia había sido tranquila, demasiado tranquila. De ahí sus primeros recelos de que Minho fuera el delincuente que necesitaban para pillar a Chun Jae Man. Llegó a creer que en algún punto fallaba la información que tenían. Pero no fue así. Todas las dudas que llegó a plantearse fueron echadas por tierra por el oficial y, a veces, hasta por el propio Minho. Como la noche en la que le habló del significado de Trazos.

Entonces Kibum aún alimentaba la incertidumbre de que fuera un hombre honrado. Por eso nunca le permitía que lo acompañara a casa. No podía dejarle saber quién era él realmente, dónde vivía. Era un sospechoso. No debía proporcionarle datos con los que pudiera localizarlo después, cuando la misión hubiera acabado.

Pero le amaba. Le amaba y quería creer que era el fascinante hombre que Kibum veía cuando le miraba a los ojos.

Y en un instante regresó a aquella noche, al piso de Minho, a su cama.

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FLASHBACK

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Han hecho el amor. Minho está tumbado boca arriba, Kibum descansa la cabeza en su hombro y le acaricia el torso con las yemas de los dedos. Piensa en cómo hacer la pregunta sin levantar sospechas.

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—Creo que deberíamos buscarte un apodo para cuando triunfes con tus dibujos —dice al fin conteniendo la respiración— Estaría bien que fuera algo raro y desconocido como Picasso, Goya, Dalí —Minho le abraza al tiempo que suelta una carcajada.

Je T'aime Et Je Te Hais _ Adaptacion (MinKey)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora